Humedad y calor se dieron cita en la tarde del día viernes dieciseis de agosto de 2019. Luego de un almuerzo vegetal que consistió en una palta, ensalada de zanahoria, repollo y arroz integral, condimentada con aceite de girasol y sal marina, monté una de mis preciosas bicicletas y partí con rumbo al Club Sanjustino. Mariano Jesús, mi hijo, había colocado la red, para mi fortuna, en la cancha que prefiero, esta es, la de piso de granito que está en un playón exterior.
Iván, Cielo y Magalí, tres jóvenes amigos de mi hijo, junto a León, el pequeño hijo de la última, aguardaban para ingresar a paletear. En el primer turno paletearon Magalí e Iván, tras el cual, de común acuerdo, Magalí dejó su lugar a Mariano para tomar un descanso. Compartí con ella una pequeña naranja que me había sido obsequiada espontáneamente por uno de los niños que hallé al ingresar. Más tarde ingresé a la cancha para disputar un partido individual con Iván, y después, previo consenso grupal, paleteé con Magalí, aunque, sin iniciar un partido. Iván, Cielo, Magalí y León debieron retirarse. La oportunidad permitió que pudiese disfrutar de un distendido y rico paleteo con Mariano, con quien disputé un par de individuales (o singles). Al acabar nuestra práctica deportiva, ambos nos sentamos en sendos sillones a descansar. Fue allí cuando se acercaron varios niños y niñas de la colonia predeportiva "Cachetitos", entre los que recuerdo a Nina, Amanda, Mili, Genaro, Benicio, Ignacio y Luisana. Las niñas fueron las más locuaces e inquietas, aunque, también las más obedientes al llamado de sus respectivos maestros. Interactuamos con cada uno de los niños con muy buen humor hasta el momento en que debieron retirarse y mientras realizábamos las elongaciones habituales, gesto en el que fuimos imitados, especialmente por Nina, una notable atleta que bien podría ser contorsionista circense.
Más tarde viví un gratísimo momento, pero, eso es material para un próximo relato.
P.S.: texto escrito por Hugo Mario Bertoldi Illesca - Argentina - 16-08-2019