Mal acostumbrados, no sin cierto éxito en otras latitudes, a hacer añicos la rica historia de países hermanos bajo el signo de una engañosa «transparencia», el imperialismo estadounidense y sus secuaces pretenden repetir hoy la fórmula en el caso de Cuba.
Si se revisan algunos artículos en las redes sociales o en medios autoproclamados «apolíticos», lo mismo puede encontrarse a dictadores convertidos en salvadores de la nación que a héroes del pueblo rebajados a la categoría de sanguinarios asesinos.
A risa llamaría, si no fuera porque tales «deslices» forman parte de una estrategia muy bien diseñada, dirigida al desmontaje de la historia y a reescribirla tal cual dictan sus intereses y mezquinos objetivos de destruir la Revolución cubana.
Blancos predilectos de sus dardos venenosos son las más jóvenes generaciones y uno que otro «despistado» siempre presto a regodearse, sobre todo entre un público ignorante, avieso y malintencionado, de conocer el último de los «chismes históricos».
Matrices de opinión generadas hace mucho por traidores y vendepatrias son actualizadas y repetidas, cual papagayos, por asalariados de turno, una manera poco gloriosa de hacerse de un protagonismo que jamás tendrán en esta tierra irredenta.
La receta manipuladora se recicla una y otra vez, y hace catarsis cada cierto tiempo, sobre todo cuando se acercan fechas de alto significado para el pueblo cubano, como es el caso de la desaparición física del inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos.
De proteger su legado, que es decir su impecable obra de pasión patria y de lealtad a Fidel y a su pueblo, se encargan y se encargarán los buenos cubanos, aquellos que, junto a José Martí, marchan en el bando de los que aman y fundan.
El mejor antídoto contra tantas patrañas en busca de supuestos «vacíos» en la historia nacional hay que buscarlo en la cultura, el conocimiento, la lectura, el estudio y la correcta comprensión de los hechos, siempre con la verdad por delante.
Convertida en escenario de confrontación ideológica y cultural, la llamada «red de redes» constituye asimismo una plataforma ideal para poner en su lugar, a partir de argumentos, a quienes pretenden demonizar la historia y la realidad cubanas.
Ello presupone hacerlo con inteligencia, firmeza y dignidad, para lo cual basta apenas el testimonio fresco y cotidiano de quienes han sido (hemos sido), protagonistas de esta gran obra de resistencia colectiva frente a adversarios de toda calaña