El acto de perdonar toma lugar en nuestra propia mente.
Realmente no tiene nada que ver con la otra persona.
Cuando culpamos a otro, regalamos nuestro poder porque estamos colocando la responsabilidad de nuestros sentimientos en otro. Las personas que hay en nuestras vidas se comportan de maneras que disparan respuestas incómodas en nosotros. Sin embargo, ellos no entran en nuestras mentes y crean los detonadores que se dispararon. Hacernos responsables de nuestros sentimientos y reacciones es dominar nuestra “habilidad para responder”. En otras palabras, aprendemos a elegir conscientemente más que simplemente reaccionar.