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PSICOLOGIA: ESTILOS INTUITIVOS
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De: ESKARLATA (Mensaje original) |
Enviado: 04/06/2009 10:02 |
Eneagrama del ESTILO INTUITIVO
según Helen Palmer*
El estilo intuitivo, según Helen Palmer, se deriva del modo característico en que un tipo presta atención a la información que sostiene sus preocupaciones principales profundas, las cuales se manifestaron ya desde la infancia.
TRÍADA DE LA IMPULSIVIDAD (el Hacer).
Intuición basada en el cuerpo.
[Grupo Epileptoide**, según Naranjo]
- Punto Ocho: “El Jefe”. Intuición orientada a distingue el grado de poder. A los Ocho les preocupa el control y el poder. De niño el Ocho aprendió a registrar las impresiones acerca del grado de fuerza que otros generaban dentro de sus cuerpos. Los Ocho se sienten atraídos por la energía; pueden sentir la cualidad de la energía de la gente y en las situaciones, porque el sentido de ser del Ocho impregna el espacio vacío de una habitación. Hacen comentarios tales como: “Cuando estoy enojado me siento crecer” y “la gente piensa que mido cerca de dos metros, cuando en realidad soy más bien bajo”. Una estudiante (Ocho) dice: “Mi pareja (también Ocho) dice que puede sentir mi presencia tan pronto entro… Mi impresión personal es que me expando en el espacio que ocupo y lleno toda la casa con mi presencia”. Esto es típico de los Ocho: cuando sitúan su atención, producen una dilatación de sí mismos que impregna el espacio físico. En lugar de contar que son inundados con los sentimientos de las demás personas o que canalizan habitualmente la atención hacia la imaginación mental., describen de manera uniforme una impresión fisiológica del espacio.
- Nueve: “El Mediador”. Intuición orientada a fundirse (mimetizarse, “con-fundirse”) con el entorno. De niños los Nueve se sintieron ignorados y finalmente aprendieron a mantener la unión percibiendo cualidades de los demás dentro de sus propios cuerpos. Cuando su estilo global de prestar atención está enfocado en otras personas, los Nueve pueden encontrarse a sí mismos “siendo” otra persona que les ha influenciado profundamente. En ocasiones, los Nueve tienen la sensación de que los demás se están apoderando de ellos. Por ejemplo, durante una conversación podrían perder su propia posición hasta el punto de encontrarse a sí mismos asumiendo las maneras, el tipo de energía e incluso las opiniones de alguien que haya atraído su atención. Un varón Nueve testimonia: “Cuando me siento unido a alguien es como si en la habitación hubiera sólo una persona… a veces me llego a estar fusionado con lo que mi amigo está sintiendo que a la vez me está ocurriendo a mí”. A veces experimentan una sensación física de las enfermedades o de la salud de otra persona, así como de la discrepancia entre sus pensamientos y sentimientos, o entre sus deseos conflictivos. Los Nueve parecen entender y absorber a los demás. Cuando la otra persona se retira físicamente, la atención del Nueve puede regresar al ser y recordar nuevamente su posición personal.
- Uno: “El Perfeccionista”. Intuición orientada a tantear la situación teniendo como fondo cuán perfecto podría ser. A los Uno les es normal percibir intuitivamente los errores de cualquier situación, lo que implica que también son conscientes de una percepción subordinada de cuan perfecta podría ser la situación. Los Uno suelen decir que cuando sienten lo perfecta que podría ser una situación, desean desesperadamente corregir los errores (para encontrar alivio). Reconocen la posibilidad perfecta en cualquier situación dada al desaparecer los pensamientos críticos y “sentirse bien” sus cuerpos. Cuando están en presencia de una solución definitivamente correcta tienden una sensación física de soltarse y estar relajados.. Testimonia un Uno: “Cuando en momentos de pequeñas “epifanías” llego a sentir que en algo no hay errores, se liberan en mí magníficas sensaciones que pueden durar horas… puedo también sentir en mi cuerpo lo correcto de una situación… finalmente se lo que hay que hacer cuando mi cuerpo se siente bien al respecto, aunque mi mente se sienta confusa”.
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* Helen Palmer, El Eneagrama, Un prodigioso sistema de identificación de los tipos de personalidad, La Liebre de Marzo, Barcelona, 2001.
** Dice relación a la estructura muscular, locomotriz y mecánica; ámbito del “hacer”.
TRÍADA DEL SENTIMIENTO [el Sentir].
Intuición basada en afectividad.
[Grupo "Histeroide", según Naranjo]
Particularmente en los de esta tríada el estilo intuitivo surge como un modo de “captar” algo que ayuda al niño (y posteriormente al adulto) a sobrevivir emocionalmente.
- Dos: “El que da”. Intuición orientada a adaptarse para ganarse el agrado de los demás. “Los que dan” sienten que comprenden los sentimientos más íntimos de los demás. De niños desarrollaron una peculiar preocupación por conseguir aprobación y, motivados por su necesidad de amor, llegaron a convencerse de que podían intuir los deseos internos de los demás. Si bien algunas veces pueden ser engañados por su imaginación (manipulados por una búsqueda egocéntrica de reconocimiento), algunos Dos (“conectados” con su corriente afectiva interna) son capaces de “compartir” auténticamente la vida interna de otra persona, y de sintonizar con los demás con verdadera empatía. El siguiente testimonio, nos permite advertir tanto la falsa (“imaginaria”), como la auténtica (“sentida”) empatía peculiar del Dos: “Cuando tenía veinte años me dejaba llevar por la idea de que quería a todo el mundo… lo que hacía era imaginarme lo que querían y ponerme en ese lugar… Muchos años después me convertí en psicóloga y tuve experiencias de lo que denominaría ´identificación proyectiva´, en la que he ´sentido´ lo que el paciente está experimentando, de modo que difieren totalmente de mis propias experiencias…” (La autenticidad de esta intuición “sentida” fue corroborada por esta Dos, en diálogo con sus pacientes).
- Tres: “El Ejecutor”. Intuición basada en el cambio camaleónico para promover tareas. En la infancia, la seguridad del Tres dependía de ser el mejor en las actividades que eran valoradas por los demás. Un niño cuyo bienestar está vinculado con la imagen y el rendimiento es probable que desarrolle una sensibilidad a la información que apoya dichas necesidades emocionales. Testimonia un Tres, representante comercial: “Cuando me encuentro en una nueva situación, enseguida soy conciente de cómo me ven los demás. Puedo darme cuenta de ´cómo doy en el clavo´ en relación con lo que el grupo piensa de mí… me doy cuenta de lo que aceptará el grupo, y empiezo a comportarme de ese modo… en ocasiones siento que (adaptándome) mi cuerpo actúa de modo distinto al que originariamente había planeado ”. Cuando este Tres desea hacer una venta (“vender” puede aplicarse ampliamente al comportamiento del Tres), se encuentra con dos posibilidades (para las que tiene una facilidad innata): utilizar su habilidad intuitiva en función del deseo de engañar, de modo que la gente desee los productos que tiene para vender; o bien utilizar su habilidad intuitiva para distinguir entre: lo que él mismo realmente quiere, lo que quieren los demás, y cuándo su actividad frente a los otros es una compulsión, y por tanto (en el afán de “vender”) no llega a satisfacer sus necesidades personales.
[Nota: aunque no lo dice expresamente Palmer, es algo que pude comprobar en mi diálogo con varios amigos Tres: —Pese a estar en el centro de la Tríada del Sentimiento—, es posible que los Tres experimenten su intuición “menos afectiva que efectiva”. Eso puede deberse a que el caudal afectivo que los transita interiormente está, de alguna manera, más “subterráneo” para la conciencia —y no por ello menos presente—, dadas las característica de su ego. Su estilo intuitivo, aunque es profundamente afectivo, a nivel conciente está armonizado con la “efectividad”, y con el “brillo de la fachada”, característicos de su ego].
- Cuatro: “El Romántico”. Intuición orientada a empatizar con el sentimiento de los demás. Muchos Cuatro recuerdan haber deseado estar “más cerca” de su padre o madre. Al temer ser “abandonados” (física o emocionalmente) y detestar que los ignorasen, los niños Cuatro aprendieron a interiorizar un peculiar “sentimiento de comunicación” con los seres queridos, desarrollando durante su crecimiento un mecanismo sensorial interno de armonización con los estados anímicos de sus allegados… En el aspecto neurótico, los Cuatro llegan a exagerar su clima emocional; sin embargo, el hábito de enfocar la atención hacia una persona distante y de añorar sentimientos amorosos también puede producir impresionantes efectos secundarios. Los Cuatro sienten que están emocionalmente cerca de una persona cuando ésta se encuentra lejos, con la misma intensidad como si esa misma persona estuviese físicamente presente en la habitación; y sienten que su estado anímico puede ajustarse al de esa persona ausente. Su propia experiencia de una amplia variación de emociones temperamentales les permite empatizar con la tonalidad de sentimientos de los demás, como una forma de mantenerse comunicados (“en contacto”) con ellos. Propensos a la intuición (afectiva), los Cuatro se sienten a menudo abrumados por el hábito (espontáneo) de asumir las emociones de los demás. Poseen una peculiar vulnerabilidad para recoger el dolor y la depresión ajenos sin darse cuenta. Suelen experimentar que una vez establecido el vínculo afectivo, no pueden distinguir si el sentimiento se origina en la otra persona o en sí mismos. No se trata de una hipótesis imaginaria, sino de un “sentir en el propio interior” las fluctuaciones de ánimo de otra persona. En el aspecto elevado (sano), los Cuatro pueden ampliar esa intuición a pacientes, clientes y conocidos menos íntimos que familiares y amigos. Un Cuatro, psicólogo, testimonia: “Durante toda mi vida me sentí atraído por la intensidad emocional de los demás. Era como si mis propias emociones vibraran cuando cuanto alguien se conmovía o estremecía profundamente, o se desesperaba por algo. Lo llamo ´mi salto de corazón´ y he aprendido a darle la bienvenida cuando llega, a pesar que en sus orígenes me llegaba, al parecer, en formas irracionales: como cuando entro en una habitación con un estado de ánimo y de súbito me doy cuenta que me empiezo a sentir de otro modo, sin lograr descubrir la razón de ello… Descubrí que, aunque a veces mis señales de ´salto de corazón´ eran ´proyecciones´ de lo que intelectualmente suponía que debía estar sintiendo una persona; a menudo, empero, daba en el blanco con ´percepciones´ agudas de lo que acontecía a mi alrededor”.
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TRÍADA DEL PENSAMIENTO [el Pensar].
Intuición como Captación Mental No-Discursiva.
(Grupo Esquizoide, según Naranjo)
Los puntos Cinco, Seis y Siete, situados a la izquierda del Eneagrama, representan las diferentes estrategias mentales para manejar los temores de la infancia.
- Cinco: “El Observador”. Se separa (“esquizo”) o se abstrae mentalmente del contexto para observar con objetividad. Los niños Cinco se sintieron “invadidos”: las paredes de su castillo fueron asaltadas y su privacidad fue violada. Aprendieron a inventar elaborados sistemas mentales para crear una distancia segura, ya que el mundo es interiormente experimentado como “invasor” y peligroso. Pueden llegar a ser ermitaños; también sumamente públicos pero siempre desde una posición de control. El “problema” central para los Cinco es arriesgarse a “sentir”, más aún en una vinculación de intimidad. Un Cinco enamorado se encuentra atrapado entre emociones intensas y el hábito de no querer arriesgarse a sentir nada. En este dilema suyo peculiar se inserta tu estilo propio de intuir como “desde lejos”. Así pues, el aislamiento psíquico del Cinco puede ser visto como el hábito de desconectar los sentimientos de el pensamiento, a fin de poder observar con mayor objetividad e independencia. Algunos Cinco orientan esa capacidad innata de “separación” (o “abstacción”) no para escapar, sino para ser más concientes de lo que sienten. Un Cinco da testimonio de esto: “Me he dedicado siempre a correr y durante muchos años consideré que éste deporte era una metáfora de mi deseo de estar tan lejos de casa como me lo permitieran mis piernas… Pero también utilizo este deporte para conectarme con mis sentimientos… Al correr puedo estar seguro de que se despejará cualquier cosa que me preocupe o me mantenga indeciso… En ocasiones he experimentado ráfagas verdaderamente intuitivas con respecto a una decisión que he estado pensando…” Este mismo Cinco corroboró luego que, mientras corría, al centrar objetivamente su observador interior en un problema que lo preocupaba, lo que su intuición le “adelantó” resultó ser un augurio bastante preciso de lo que realmente sucedió.
- Seis: “El que duda”. Intuición que utiliza la imaginación como herramienta para ver “lo oculto”. Los asustados niños Seis desarrollaron estrategias a fin de sobrevivir emocionalmente y una parte de este sistema de supervivencia depende del reconocimiento de las fuentes de “posibles perjuicios”. Los Seis desarrollaron desde la infancia una actitud cautelosa, sintiendo como necesidad poder predecir la actuación de los demás. Los Seis sienten que pueden captar las “intenciones ocultas” de los otros. Se sienten amenazados por los móviles inconscientes de las demás personas, y que confían en las certezas de “lo que ven”. Los Seis que gozan de ser concientes de sí mismos saben que es muy probable que atribuyan su propia hostilidad a otras personas, y que cualquier precisión intuitiva dependerá de su capacidad de distinguir entre una “proyección” y una “impresión” objetivamente correcta, que no dependa de estímulos físicos (o apariencias visibles). El punto de vista “paranóico” por lo regular posee cierto “fondo de verdad”, pero la idea que el Seis se fabrica (en su imaginación) es a menudo invalidada por una “interpretación errónea”. Como cuando un hombre supone ó “sabe” que su jefe dictatorial, y se comporta tan “cautelosamente” que genera en su jefe reacciones que terminan “confirmando” su suposición. Cuando el Seis ha desarrollado su observador interno es capaz de distinguir con mayor facilidad y eficacia sus proyecciones imaginarias de la auténtica intuición. Una Seis psicóloga, da testimonio en esta línea: “Era especialista en descubrir la forma en que la gente funcionaba… Veo lo que llamo el ´rostro interno´… Si quería saber lo que un niño estaba pensando, miraba su rostro y me imaginaba qué aspecto tendría bajo determinadas condiciones… y actuaba conforme a lo que veía reflejado en su rostro…” La autenticidad de las intuiciones de ésta Seis, se vieron comprobadas en la práctica.
- Siete: “El Epicúreo”. Intuición orientada a comprender y dominar mentalmente el “ajuste entre asociaciones”. Al enfrentarse a una infancia atemorizante, los niños Siete diluyeron su miedo escapando a las infinitas posibilidades de planificación mediante la imaginación. Los Siete, sin aparentar preocupación se acercan a las personas para tratar de atraerlas y des-armarlas con su encanto, su discurso y sus proyectos. El hábito de los Siete de colocar una nueva pieza de información dentro de varios contextos interdependientes es extraordinariamente parecido al método de contar cuentos para descubrir ideas intuitivas: En la técnica de los cuentos, tu manipulas un problema molesto colocándolo primeramente en un nivel secundario de atención, y contando un cuento acerca de algo completamente independiente de problema que estás tratando de resolver. En medio del cuento, comienzas a trasladar tu problema del nivel secundario, introduciéndolo en el cuento. Presentas a los personajes útiles según sea necesario y, desplazando el problema a través de las diferentes escenas y personajes, y logras así percibir nuevos métodos para manejar la situación. Un Siete testimonia: “He trabajado durante años en una carrera relacionada tanto con las ciencias como con la filosofía, así como con la estadística y la historia. Es un proceso constante de relacionar lo que leo en uno de los campos, con las demás áreas de trabajo… Es como si al encontrar un obstáculo deseara… salir a correr o conversar con un amigo… Pero en ocasiones algo totalmente independiente de mi problema me sugiere la solución. Uno de mis mayores éxitos lo logré después de escuchar a mi esposa explicar a nuestro hijo el funcionamiento de una máquina de coser. Algo en su tono de voz llamó mi atención, y mientras ella explicaba la forma en que la aguja tomaba el hilo, descubrí que en el artículo que estaba escribiendo había omitido referirme a una tensión histórica subyacente, similar a la creada por la bobina invisible sobre el hilo de coser”.
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