Origen de la Celebración
del Día de la Madre
Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia hacia el 250 antes de Cristo y Roma, donde se le rendían honores a Rhea, la madre de los dioses Júpiter, Neptuno y Plutón. Los romanos llamaban a esta celebración La Hilaria. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se hacían ofrecimientos.
Los primeros cristianos transformaron estas celebraciones a la Diosa Madre en honor a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que se mantiene en la celebración del Día de la Madre en algunos países como Panamá.
En el siglo XVII, en Inglaterra tenía lugar un acontecimiento similar, honrando también a la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas servían a acaudalados señores, muchas veces lejos de sus hogares, el día era no laborable pero pagado para que pudieran concurrir a sus terruños a visitar a sus familias.
En Estados Unidos, en cambio, la celebración tiene sus orígenes hacia 1872, cuando Julia Ward Howe, autora del Himno de batalla de la República, sugirió que esa fecha fuera dedicada a honrar la paz, y comenzó celebrando cada año encuentros en la ciudad de Boston, Massachusetts en celebración del Día de la Madre.
Este hecho aislado se vio acompañado por la inicitiva de una joven, Anna Jarvis, hija de Anna Reeves Jarvis, una activista comunitaria de Virgina Occidental, que hacia 1858 tuvo activa participación en la organización de las mujeres para trabajar en la mejora de la sanidad pública en las comunidades apalaches durante la Guerra Civil Estadounidense, colaborando también en el cuidado de los heridos de ambos lados de la contienda y, más tarde, organizando reuniones para que los antiguos enemigos se integraran y confraternizaran.
Anna Jarvis a los 41 años era muy apegada a su madre cuando ella murió en 1905 en Grafton, West Virginia. Junto con su hermana ciega, Elisinore, sintió una gran pena con su pérdida. Entonces Anna se dio cuenta de que los niños usualmente no demostraban el aprecio a sus madres mientras aún vivían y decidió hacer algo. Tenía la esperanza de que un Día de la Madre estimulara el respeto por los padres y fortaleciera los lazos familiares.
Dos años después, en 1907, y con la ayuda de sus amistades, Anna comenzó una campaña por correo para tener el apoyo de ministros influyentes, hombres de negocios y congresistas para declarar oficialmente como festivo el Día de la Madre.
Como resultado de sus esfuerzos el primer Día de la Madre fue reconocido en una ceremonia religiosa el 10 de mayo de 1908 honrando a Mrs. Reese Jarvis, en Grafton, West Virginia, y en Filadelfia, Pennsylvania. Las flores favoritas de la señora Jarvis eran los claveles, que se utilizaron para adornar la ceremonia. Desde entonces los claveles rojos se convirtieron en el símbolo de las madres con vida, y los claveles blancos en el símbolo de las madres que ya partieron.
La primera proclamación del Día de la Madre la hizo el gobernador de West Virginia en 1910. Oklahoma también celebró a la madre ese año. Hacia 1911 este día especial se celebraba en cada estado y en lugares como México, Canadá, China, Japón, Sudamérica y África. En diciembre de 1912 se creó la Asociación del Día Internacional de la Madre con el propósito de promover el reconocimiento internacional del Día de la Madre.
En Inglaterra estas celebraciones habrían sido adaptadas para venerar a la Madre de Cristo, la Virgen María, dándole forma a una celebración que es más parecida a la moderna. La gente asistía a la Iglesia de su párroco con ofrendas y hacia el siglo 16 algunos asistentes sociales comenzaron a dar obsequios a las madres en lo que llamaron el "Mothering Sunday".
Más tarde otros países se adhirieron a esta iniciativa y pronto Ana pudo ver que más de 40 países del mundo celebraban el Día de la madre en fechas similares.
Sin embargo, la festividad impulsada por Ana Jarvis comenzó a mercantilizarse, de manera tal que se desvirtuaba el origen de la celebración. Esto motivó a que Ana presentara una demanda, en 1923, para que se eliminara la fecha del calendario de festividades oficiales. Su reclamo alcanzó tal envergadura, que hasta fue arrestada por disturbios durante una reunión de madres de soldados en lucha, que vendían claveles blancos, el símbolo que Jarvis había impulsado para identificar la fecha.
Ana luchó con insistencia contra la idea que ella misma había impulsado, perdiendo todo el apoyo de aquellos que la acompañaran inicialmente. En un reportaje que le hicieron antes de su muerte Ana mencionó su arrepentimiento por haber impulsado el Día de la Madre.