Cuando uno tira hacia un lado, el otro lo hace en sentido contrario.
Tensamos la cuerda, cuando de lo que realemtente no nos damos cuenta es que realmente lo que se tensa es lo que hay alrededor, que es lo que verdaderamente importaba. Y la tensamos y seguimos tensando hasta que terminamos rompiéndola. Quizá sin darnos cuenta, o problamente y seguro, dándonos cuénta perfectamente de la tensión que había en ella. Pero seguimos adelante sin importarnos nada mas allá que se tensará del todo hasta romperse, o se destensara para dar lugar a la paz.
Pero que hubiera un final.
Y lo que pasó era lo mas que evidente, que la cuerda terminó rompiendo.
Quizá haya estado tensa demasiado tiempo, demasiados años. Quizá hubiera sido mejor atajar o solucionar los problemas hace tiempo, años. Las charlas, las conversaciones, las deliberaciones… Aquellas que en principio parecía que solucionaban los conflictos y hacían que caminos divergentes parecieran converger. Aquellas con el tiempo y el paso de los días, volvían a resultar infructuosas.
¿Y ahora que?