Cuando hablamos de conservar la virginidad, siempre
pensamos en la mujer. Pero cuando hablamos de la
promiscuidad parece carecer de importancia
o gravedad si se trata de los hombres.
Por naturaleza el hombre es más inquieto, que un hombre
sea virgen carece de importancia, tanto así que casi pareciese
que es deshonroso para él (al contrario que la mujer) continuar
virgen. Su primera experiencia sexual carece de la importancia
que tiene para la mujer, porque el hombre cuantas más
experiencias más varonil y hombre se sentirá. El hombre
no se suele avergonzar por ello, sino todo lo contrario,
suele enorgullecerse de sus numerosas experiencias sexuales,
tanto que muchas veces tiene que inventarlas para impresionar más.
Durante la adolescencia, tanto hombres como mujeres
forjamos una buena base de nuestra identidad. Nuestros
impulsos sexuales nos ayudan a hacer conciencia de nuestro
género, de cuan hombre o mujeres somos…
Los tiempos siempre cambian, pero los hombres muy poco.
La mayoría sigue pensando en las mujeres como tierras a
conquistar. No toman en cuenta que la mujer, casi siempre
se enamora de verdad. Cuando una mujer se entrega en
cuerpo lo hace también en todo, entregando todo su ser al
hombre que le arropa con sus brazos. El hombre, por el contrario,
antes de enamorarse piensa en qué decir o qué ofrecer, y
aunque no lo cumpla lo importante para él es llevar
a su nueva conquista a la cama.
El hombre suele tomar el sexo como una manera de divertirse.
El hombre joven no reserva las relaciones sexuales para
el matrimonio, así como el hombre maduro no reserva las
relaciones sexuales para su compañera de vida o esposa.
A la mujer le trata inadecuadamente, como un objeto sexual
a la que explotar por placer, muchas veces tan libremente
que ni piensa en lo que para ella está significando.
Lamentablemente este tipo de relaciones es común, los
jóvenes que se inician así siguen con este mismo
patrón por el resto de sus vidas porque nunca aprendieron
a pensar en las consecuencias de tener relaciones con
diferentes mujeres mientras presumen de “Casanova” o de ser “un don Juan”.
Pero hablemos de las consecuencias,
¿son sólo para las mujeres? Como en todo acto bueno o malo, hay consecuencias… y
muchas veces tanto consecuencias positivas como negativas.
Bien es sabido que el llanto, el sufrimiento y el
arrepentimiento no está reservado sólo a la mujer,
y que por muy “machos” o conquistadores que se consideren,
al final sólo les queda un vacío, muchas veces incluso
hijos con diferentes mujeres de los que nunca supieron
ocuparse, o enfermedades transmitidas sexualmente de los
que aún no se conoce cura alguna.
A quienes hacen mal, tarde o temprano les llega el momento
en el que sus acciones se vuelven
en contra de ellos. El hombre joven muchas veces hace llorar a las jóvenes
mujeres, el hombre casado destruye su hogar por su promiscuidad,
algo mejor conocido como “infidelidad” y “adulterio”.
La unión sexual es maravillosa, pero usarlo simplemente
como algo para divertirse o hacer alarde de conquistas
puede dejar consecuencias físicas y mentales que pueden
desencadenar sufrimientos a lo largo de toda la vida.
¿Pero, sólo a la mujer? Se dice que las mujeres debemos
cuidar y respetar nuestro cuerpo, ¿no debiera el
hombre hacer lo mismo con su cuerpo?
¿Nos das tu opinión?
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