"Era un país donde... era tanta la sequía, que ya estaban
los hombres rayando en la desesperanza, porque
pasaban años sin cosecha, sin cosecha y... la tierra se volvía desierto. Y se enteraron, aquellos habitantes de aquel país,
que había un hombre en aquella región, que le
llamaban "el hombre de las lluvias",
porque donde él estaba llovía. Así que fueron a él, mandaron una comisión a que le
invitaran a venir al pueblo. Efectivamente, vino.
Y la leyenda dice que cuando aquel hombre llegó
al pueblo, pues tuvo la experiencia, la sensación
de que en aquel pueblo había muchos conflictos,
muchas divisiones, muchos enfrentamientos. Entonces
pidió que por favor le llevaran a vivir lejos del pueblo,
que le hicieran allí... no una residencia sino una choza,
una choza para vivir allí: porque él quería como que
alejarse de aquella... sensación de violencia que
allí había. Le prepararon allí un local y allí vivió. Y dice la leyenda que la gente iba por allí muchas veces
a verle, porque era un hombre que
generaba en ellos confianza. El iba hablando con uno y con otro, y cuando salía
un asunto pues él siempre orientaba... que había
que trascender los conflictos, que había que llegar
a cierta cordialidad en el pueblo, en la aldea... pero
sobretodo era quizás su presencia, que realmente
generaba una cierta bondad en aquellos
que pasaban junto a él. Y dice la leyenda que efectivamente su presencia
fue tan bondadosa, que los enfrentamientos que
había en el pueblo fueron disminuyendo, fueron
menguando y cuando un día hubo una cierta calma...
llovió sin parar, semanas y semanas... llovió. Llovió.
Todo repercute en todo, no nos damos cuenta de esto.
Pero es verdad. Todo repercute. Que si en tal sitio hay
guerra...que si en äfrica, que si en Irak... como si
fuera un asunto de alguien, ¡como si nosotros no
tuviéramos nada que ver! ¡como si no tuviéramos
ninguna responsabilidad! pero ¡si somos
responsables de todo! TODO REPERCUTE EN NOSOTROS Y TODO LO
NUESTRO REPERCUTE EN LOS DEMÁS."
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