"Un rabino, que estaba en un momento de crísis de
apostolado, comenzó a pasear sin rumbo por la
ciudad. Observó como un soldado caminaba hacia
adelante y hacia atrás, y siempre con los mismos
movimientos. El rabino le preguntó: "¿Pero tú sabes
bien para quién caminas?". El soldado replicó: "Claro que sí;
camino al servicio de mi señor el rey. Y estoy orgulloso de
ello." Aquella contestación animó al cansado rabino, que
volvió otra vez a patear su ciudad buscando personas
a quienes ayudar. Y cuando él se hacía la pregunta en
su interior, también tenía contestación: "Y tú, ¿para
quién caminas? Camino para mi Señor. Aunque
parezca que pierdo el tiempo"."
|