En una escuela llamada UNA CUALQUIERA existía
un profesor llamado ANTERIOR. La escuela era tan
común como otra cualquiera, y el profesor ANTERIOR
era mal visto porque tenía unos comportamientos
extraños: sólo decía la verdad, demostraba
sentimientos, daba aulas innovadoras y creativas,
vestía ropas originales (que no estaban de moda
necesariamente), tenía una manera muy peculiar
de oír y dirigirse a los demás, y lo peor:
PENSABA POR SU CUENTA.
El equipo directivo llamó a ANTERIOR para
decirle que no debería actuar de manera antisocial.
Y explicó que como mucho él debería ser un
especialista aplicado y practicante de la
pedagogía escolar que estuviera de moda.
Como sólo sabía enseñar con amor y con ganas
de aprender, ANTERIOR salió confuso de la
reunión. Aceptó el consejo de la coordinadora
pedagógica y se fue de paseo a un centro comercial.
Allí encontró una tienda de un viejecito relojero. Entró y dijo:
- Además de relojes, ¿arregla cabezas?
- Las cabezas son como los relojes, dijo el viejecito,
y para funcionar bien necesitan manutención.
Necesito 30 días para mirarla, descubrir el defecto y arreglarlo
- Pero..¿cómo haré sin mi cabeza 30 días?
- No te preocupes, te dejo esta de cartón.
Así, ANTERIOR salió con su cabeza de cartón de
la tienda. Y fue un éxito total en la escuela
UNA CUALQUIERA, porque él actuaba como
todos, y por eso no molestaba a los demás.
La vida social estaba tan tranquila que ANTERIOR
olvidó volver a la tienda al cabo de 30 días. Y así pasaron años y años...
Entonces, un día pasó por el centro comercial
por casualidad y vió la tienda del viejecito y preguntó:
- Señor, hace mucho tiempo dejé algo aquí y olvidé recogerlo.
El viejecito, que no tenía cabeza de cartón, le dijo:
- ¡Por fin!, te esperaba desde hace años...
Tengo aquí tu cabeza y ya te digo que no
he encontrado defecto alguno en ella. Al revés,
es un modelo muy original, único. ¡Una preciosidad!
- Sí, pero es que me siento tan bien con esta
cabeza de cartón que tengo actualmente.
Vivo tan tranquilo, tengo dinero, las personas
no me tienen envidia, no pelean conmigo, no
me traicionan, ni quieren echarme cuando digo
lo que pienso. Te digo una cosa, ya no quiero mi
cabeza original, prefiero este modelo de cartón.
El viejecito sintió mucha pena al ver lo que
pasaba con ANTERIOR. Pero lo comprendió.
Así, nuestro profesor vivió la vida sin complicarla
con eso de pensar por uno mismo.
Y el viejecito ya acostumbrado a ver tantas
cosas raras en la vida guardó aquella cabeza
brillante en una caja de cristal limpio y
transparente. No olvidó escribir:
¡CUIDADO, AQUÍ YACE UNA CABEZA LIBRE!
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