Lentas las horas Nunca tuve unas horas tan breves o tan largas, ni tuve nunca un sueño tan alto y tan quebrado, ni tanta fe en amante cuyas palabras fueron firme espolón de proa antes de ser naufragio. Entendemos las cosas, no a base de experiencia, sino por acoplarlas a nuestra imagen, pasos que no van a una meta, sino a nosotros mismos, ficción que en nuestra propia mente configuramos. Un doble mundo, oculta su realidad de piedra bajo la orfebrería que vamos fabricando; hasta que repujados, filigranas, viñetas, se derriten de olvido, decepción, desencanto, y aparecen las cosas como siempre lo fueron, y no entendemos cómo nos volvimos incautos. Ay, que el amor reviste de túnicas de seda perfiles que lucieran vestimentas de esparto. Torna a cobrar el tiempo su dimensión genuina, de sus alas de espuma vuelve a sus pies de barro. Qué lentas son las horas cuando ya no se espera, y qué sordos los ecos del amor defraudado. Los Angeles, 14 de febrero de 2010
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