Son las penas que me causaron las personas
que más amé;
penas profundas, tan difíciles de olvidar.
Porque hice todo por esas personas.
¿Por qué me lastimaron? ¿Por qué?
Está bien, ya perdoné, pero en realidad no olvidé.
Cada vez que me vienen a la mente, reabro la herida.
Y eso no me deja en paz. Necesito una solución
En verdad, quien está apenándome ahora soy yo,
y no otra persona,
porque la pena es un sentimiento negativo
que tontamente cultivo en mi corazón.
Pensándolo bien, sé que debo arrojar
para siempre todas mis penas.
No son más que alfileres innecesarios
que sólo punzan mi corazón.
Las arrojo una por una…
Ahora sonrío relajado.
La vida es mía, soy yo quien la hago
y nadie puede perturbarme, si yo no le doy poder.
No le doy poder negativo a nadie.