Tu energía me desbordaba,
tu voz me acariciaba sin que dijeras nada,
y tus labios, tus labios y tus manos.
Desde ti y por ti, el amor se ocupó de mí,
más él se resignó en nosotros
cuando ambos dejamos de apreciarlo.
Cuando decidimos rescatarlo,
sin aviso se había marchado,
nunca dijo que caminos había tomado.
Los dos nos quedamos inmóviles y desamparados,
el amor, ¡nuestro amor! había terminado.
Cuando el compartir dejó de ser nuestro espacio común,
y errantes paseamos el alma por el mundo,
un solo segundo fue demasiado.
Hasta la presencia era ausencia
y las miradas sólo indiferencia.
De que sutil modo nos abandonamos,
de que cobarde modo nos resignamos...
Como mendigos ahora estamos,
buscamos el amor cada cual por su lado...
Muy tarde tomamos nota
de que aquel amor que se nos fue,
nos ha dejado un recado...