Hay nubes en el cielo,
blancas y grises,
grandes y pequeñas,
aquí bajo mis pies
hay acantilados
con navajas de piedra,
elevan su mirada al cielo,
interminables son los caminos
que hay en la tierra,
infinito es el universo,
hay montañas y estrellas,
lagos y mares,
rios que dividen los caminos,
vienen hacía mi los vientos,
te ruego tormenta no mueras
bendíceme con tus aguas,
y con el aroma a tierra mojada
embálsame y entiérrame,
que la fragancia de las flores,
aplacara la ira y los temblores,
llega a tiempo
del mar sus olores,
aumenta tu furia
que ya llega ella, es hermosa,
es humilde y piadosa,
habla con sabiduría y destreza,
no es buena la que reza
y se golpea el pecho,
ella dijo
que traspasaría los muros,
y que nadie podía verla,
que nos encotrariamos
en las arenas del mar,
me dió su palabra
y un rojo clavel, tan roja
como la sangre del corazón,
oh señor, su cabellera era de sol
su cara rosada
como niña nacida de un rosal,
cuanta belleza habia
en su campo de girasol,
me arrojó una semilla
que dió una hermosa flor,
era tan hermosa
que la compare con su amor,
que rara ilusión
y que amarillo
son los petalos del girasol
ella es un regalo del sol.
El Caminante... |