Hoy he sentido pena, mucha pena. Vaya, lo reconozco, también por mí. Vaya, que me ha dolido. Para qué tirarme el pegote de que no me afecta y que tan sólo los considero pobres de espíritu. Además que tampoco tengo ni muy claro que me apetezca que no me duelan esas cosas.
El caso es que me resulta tan triste que los adultos caigamos en conductas cobardes, en conductas infantiles, y no en ese infantilismo ingénuo, sencillo, bonito, ilusionante, sino en ese infantilismo que suele resolver las dificultades escondiéndose bajo la cama, afrontar el miedo al “coco” tapándose los ojos ( es muy significativo), taparse los ojos es un mecanismo que perdura con la edad. Esa “ilusión” de, si no veo yo… , tampoco me ven los otros. De manera que si yo me hago el inconsciente, los demás no serán conscientes.
Y ese infantilismo que hace seguir el impulso de cortar las alas a las moscas por el simple placer de hacer una travesura, ( tal vez los precursores de nuestra siempre incordiante necesidad de ejercer el poder), ese placer infantil en el sufrimiento de un ser al que, a pesar de su corta edad y estatura, puede infligir sobre otro ser. Esa necesidad infantil de meter el dedo en ojo ajeno.
No tiene que ver con la defensa ni con la denuncia de una conducta dañina o dañosa, sino con el no dejar al otro en paz aunque ese otro sólo viva a su modo, sin causar perjuicio a nadie.
Una revista calificada de “ultra católica” sigue denunciando a otros católicos porque no se atienen a los rituales y se escandalizan y arremeten y , qué triste!!!!, muestran desde su púlpito “católico” desprecio por otros seres que no hacen daño, que precisamente se ocupan de “incluir”, de recibir, de acoger, a los que nadie atiende. Pero son “reos” por no cumplir los rituales exactamente en la FORMA que unos hombres decidieron. Hay tanto que hacer, hay tanto que denunciar para que otros no sufran, y ocupan su tiempo, su energía, sus medios, su poder, su autoridad en denunciar y reirse de que unos hermanos pobres no se ajustan a las normas de etiqueta, como si se tratara de una de esas revistas del corazón.
Claro, lo que no acabo de entender, por otro lado, es por qué califican de ultra católica a una revista así. Cual es el supuesto capítulo y mensaje divino que reflejan con esas ocupaciones??.
Y , de la misma cuerda deben ser los de no sé qué pueblo de Toledo que traen una trifulca en las fiestas del pueblo porque ha sido elegida reina una niña de ascendencia musulmana por parte de padre ( manda h….!!!!!) ( la madre es española y cristiana cabal, faltaría más!!!.
Resulta que dice el cura que como la reina ha de ser la representante de las mujeres del pueblo , pues que una chica que no es cristiana, dicen que tampoco musulmana ( vaya que no profesa ninguna religión), pues que como que no ¡!!!
Yo alucino!!!, Vaya que no es que estén en las votaciones. Si no que ha sido elegida ya y que se trata de una “reina de fiestas”, de tres adolescentes que ese día se van a poner muy monas y se van a divertir haciendo ese papel, como todos los años. Y ahí se mete el cura discutir y las pone en el último banco de la iglesia, en lugar de en el primero como otros años.. pero mi madre, en qué país vivo!!!, o mejor en qué siglo!!!, o mejor entre qué seres!!!???.
Mira, que yo no tengo nada contra las ideas de la gente, bueno sí lo tengo, pero me aguanto, pero en cualquier caso, ya que se escandalizan tanto por unos “rituales”, no por la doctrina, sino por unos rituales que por cierto han ido cambiando a lo largo de los siglos, que son unos formulismos, una especie de conducta protocolaria, cómo pueden perder de vista la doctrina a la que sirven.
Qué daño se produciría de haber aceptado amablemente la elección que ya se había hecho, haberla acogido en la iglesia como a tantos otros que van a la misma por puro automatismo o a lucir sus galas o vayaustéasabé!!!!, y tal vez, tal vez, con la CONDUCTA de todos esos cristianos, con ese “sello” que debería ser evidente en un cristiano, con la cercanía, con la inclusión, tal vez.., esa chiquilla, algún día, consciente o inconscientemente se sentiría atraída, incluso atrapada por esta forma de entender y de vivir.
DE qué se quejan muchos de que los bautizos, comuniones y bodas se han convertido en tan sólo un motivo más para celebrar banquetes y lucir galas, si desde el núcleo de la representación de la iglesia se refuerza por encima de todo la importancia de lo externo, de los rituales a costa del significado.