--Estoy dispuesto a dejarlo todo. Por favor, admítame como discípulo-- dijo entusiasmado el aprendiz.
--¿Cómo elige un hombre su camino?-- le preguntó el abad.
--Por el sacrificio. Un camino que exige sacrificio es un camino verdadero-- respondió el muchacho.
El abad tropezó contra una estantería. Un jarrón rarísimo cayó desde lo alto y el joven se tiró al suelo para agarrarlo. Al hacerlo se golpeó de mala manera y se rompió un brazo, pero consiguió salvar el jarrón.
--¿Cuál es mayor sacrificio: ver cómo revienta el jarrón contra el suelo o romperse un brazo para salvarlo?-- interrogó el maestro.
-No sé-- reconoció el discípulo.
--En ese caso, no intentes orientar tu elección por el sacrificio. El camino se elige por nuestra capacidad para comprometernos con cada paso que damos mientras lo recorremos.
Paulo Coelho
No hay fórmulas para encontrar el camino verdadero, lo haces verdad cuando te comprometes en él.
TalVez 
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Servid mil veces, negaos una y nadie se acordará mas que de vuestra negativa (Plinio El Joven)