La solidaridad del mundo no se ha hecho esperar y han llegado ayudas de todos los confines para aliviar en algo las necesidades de pueblos enteros que se vieron devastados por ese fenómeno catastrófico.

El ejemplo de principios y disciplina solidaria ha sido mostrado por los mismos japoneses que, ante el desastre, han tomado decisiones sabias y coherentes con la cultura de convivencia que los caracteriza.

No sé si es que lo han ocultado, pero no se han visto noticias de saqueos o aprovechamiento indebido de las influencias para acaparar los alimentos.

Allí escasean los artículos de primera necesidad y las gentes se acomodan, mas no se resignan a esta situación.

Buscan la mejor manera de aprovechar lo que hay y comparten solidariamente; no es comparable la actitud de este pueblo, con otros que sufriendo calamidades similares se dedican a esperar que les lleven la comida a la boca, apoltronándose en su carácter de víctimas.

El que los jubilados y personas de la tercera edad se encarguen de adelantar los trabajos de reparación de las plantas nucleares es, sin lugar a dudas, una de las decisiones más sabias.

El cáncer que puede originar la exposición a las radiaciones, muy seguramente no será la causa de la muerte de estos héroes. Ellos le están mostrando al mundo el verdadero valor de la vida, exponiéndose a estos riesgos para solucionar un problema que afecta a todos sus compatriotas.

Ese sacrificio no es común en Occidente, pero para ellos esa actitud es natural y les nace. Con razón pertenecen al primer mundo.

Si en Colombia tuviésemos siquiera un 10 por ciento de esa capacidad de sacrificio, no estaríamos en esta situación social, en donde el dinero fácil es la premisa que rige el objetivo de la vida.

Los padres les exigen a sus hijos que consigan plata, no importa el cómo. Los jóvenes se exigen a sí mismos ser los mejores, pero el rasero del éxito es la cantidad de cosas que acumulan.

Tenemos una tierra ubérrima y un pueblo perezoso.

No nos han afectado fenómenos naturales imprevisibles; (Armero y casi todas las avalanchas se pueden evitar con respeto por la naturaleza) hay progreso mediano, en donde la gente es menos holgazán y se comporta con mayor transparencia.

De esta tragedia, si fuésemos inteligentes, sacaríamos provecho cambiando de actitud ante la vida.

Esto se puede conseguir si se adquiere el compromiso, serio e inquebrantable, para dejar atrás esas costumbres tan dañinas que alaban el dicho que: "el vivo vive del bobo y el bobo, de su trabajo".