OBSERVE a las personas de aspecto feliz que se hallan en la portada de este folleto. ¿No le gustaría ser una de ellas? ‘¡Naturalmente!’, diría usted, pues en esa lámina se ve reflejada la paz y la armonía que todo el género humano desea. Se ve a personas de diferentes razas —la negra, la blanca y la amarilla— juntas como una sola familia. ¡Qué gozo! ¡Qué unidad! Es evidente que estas personas no están preocupadas por una posible lluvia radiactiva ni por la amenaza del terrorismo. Los aviones de guerra no irrumpen en el tranquilo cielo de este hermoso parque. No hay soldados, ni tanques ni armas. Ni siquiera un policía para mantener el orden. La guerra y el delito sencillamente no existen. No hay escasez de viviendas, pues cada persona tiene un hermoso hogar propio.
Fíjese ahora en los niños. ¡Da gusto verlos jugar! ¡Y con qué animales juegan! No hay rejas en este parque, porque los animales están en paz con el hombre y entre sí mismos. Aun el león y el cordero se hallan juntos. Observe el revoloteo de esas hermosas aves de vivos colores y escuche su bello canto, que se confunde con la alegre risa de los niños, inundando el ambiente. ¿No hay jaulas? No, porque aquí todo es libertad y gozo ilimitado. Huela la fragancia de esas flores, escuche el murmullo del agua, sienta el grato calor del sol. ¡Ah, qué agradable sería saborear una de esas frutas que hay en el cesto!, porque es lo mejor que la tierra produce, lo más selecto, como todo cuanto se puede ver y disfrutar en este glorioso jardín semejante a parque.
‘Pero, un momento —dice alguien—, ¿dónde están las personas de edad avanzada? ¿No deberían participar también de esta feliz sociedad?’ En realidad, están ahí, pero están rejuveneciendo. En este parque nadie muere de vejez. Los jóvenes crecen hasta alcanzar la plenitud de su desarrollo y ya no envejecen. Sea que tengan 20 años de edad o 200, cada una de los millones de personas que viven en este parque goza del entusiasmo y vigor propios de la juventud en salud perfecta. ¿Millones?, dice usted. Sí, millones, porque este parque se irá extendiendo gradualmente por toda la Tierra. Rebosará de vida, paz y belleza hasta los mismísimos confines de la Tierra, desde el Fuji Yama hasta los Andes, desde Hong Kong hasta el Mediterráneo. Toda la Tierra quedará transformada en un parque paradisíaco. Será la restauración del Paraíso en toda la Tierra.
¿Dice usted que es increíble? Entonces, considere primero los hechos que lo demuestran. Tanto usted como su familia pueden llegar a ser sobrevivientes de la desaparición del presente sistema de cosas atribulado y entrar en el Paraíso cuya representación figura en nuestra portada.*