La experiencia de la pérdida de una persona amada es parte inevitable de la vida.
En ninguna otra situación,el dolor producido es Total.Es un dolor biológico (duele el cuerpo),psicológico (duele la personalidad),social (duele la sociedad y su forma de ser),familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma).
En la pérdida de un ser querido duele el pasado,el presente y especialmente el futuro.
Toda la vida en su conjunto duele.
Esa triste,dolorosa e incomprensible sensación de vacío...Esa sensación está compuesta de al menos tres vacíos diferentes:el resultante de la pérdida de una parte de la realidad,de una parte del sentido de vida,y de una parte de nuestra personalidad.
Llenar ese vacío dimensional,desde sí mismo,es importante.
Partiendo de aquello "que quedó" (de las cenizas,de los residuos) de cada una de estas dimensiones.
Es una circunstancia que sorprende,que aplasta,que doblega y que asusta por su intensidad,crueldad y magnitud.
Qué hacer?
Salir corriendo y no sentir...
o partir en pedazos mas pequeños ese mundo que me aplasta y abordar parte por parte en compañía de mis familiares y amigos.
Y se escucharán mensajes de la razón hacia el corazón:
"No llores que no la dejarás descansar"
"No la deja ir",
"Tienes que ser fuerte".
Cuando el único receptor posible es el corazón y no la razón.
Sin duda...Para ese proceso,no hay palabras.
No hay ninguna palabra que pueda consolar.
Y en ese silencio,lentamente,
intentar primero...recuperar su historia,
porque cuando hablamos de nuestro ser querido,casi siempre empezamos por el final,es decir por su muerte.
Es como si al mirar una olla,sólo viésemos su tapa primero y nos olvidásemos de lo que hay debajo.
Para "recuperar" a nuestro ser querido de "su muerte" es preciso invertir la olla y comenzar por el principio,
es decir por recordar paso a paso,todos los momentos de su vida,todo su contenido.
Cuántos sabores,
cuántos colores,
cuánta sustancia,
cuánto alimento,
cuánta historia...