¡Déjame sueltas las manos y el corazón déjame libre!. Déjame que mis dedos corran por los caminos de tu cuerpo. La pasión, sangre, fuego, besos... me incendia a llamaradas trémulas. ¡Ay, tú no sabes lo que es ésto!.
Es la tempestad de mis sentidos doblegando la selva sensible de mis nervios. Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!. Es el incendio!.
Y estás aquí mujer, como un madero intacto ahora que vuela mi vida hecha cenizas hacia tu cuerpo lleno, como la noche,de astros!.
Déjame libres las manos y el corazón déjame libre! Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!
No es amor, es deseo que se agota y extingue, es precipitación de furias, acercamiento de lo imposible, pero estás tú, estás para dármelo todo, y a darme lo que tienes a la tierra viniste... como yo para contenerte y desearte y recibirte!
Pablo Neruda
|