Hoy estaba pensando en que sería nuestro mundo sin nombres que nos identificaran, que identificaran las cosas que tenemos, las personas a las que queremos, los lugares que visitamos.
No nos gustan las etiquetas, pero lo etiquetamos todo, no nos gusta que nos juzguen, pero lo enjuiciamos todo. Nos gusta la diversidad, pero marginamos a los que son diferentes. Y me pregunto.. ¿A que, tanta contradicción?
Podría pensar que todo está ya inventado incluso en lo emocional, en la manera en la que nos relacionamos, en como interpretamos nuestros mundos, pero eso sería algo así como aceptar que el techo de la evolución ya tiene forma en nuestras mentes y lo que es peor en nuestros corazones y probablemente tendríamos que colgar la etiqueta de Fin en un lugar visible.
Es posible, que imponer un nombre a algo o alguien, sea la primera forma de delimitación, de generar un espacio vital a su alrededor, también de encasillarlo y de limitarlo, pero no hacerlo puede ser únicamente fruto del miedo y ya sabemos que lo opuesto del miedo es el amor, así que como siempre, cada uno elige que etiquetas desea colocar y cuales dejar a la ambigüedad o permitir que otros las coloquen por él.
Brisa Urbana
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