Tengo un nuevo compañero. Todo un figura.
Me acordé de lo que leí acerca del conejo de Tasmania.
Se dice del conejo de Tasmania (que es de mucho mayor tamaño que su lejano pariente ibérico), que es capaz de fecundar a 10 hembras en cinco minutos, descansando unos segundos entre coito y coito.
Llegados a este punto me atrevería a asegurar, sin margen para el error, que es la criatura que más hace y aprovecha en cinco minutos. El elefante africano necesita varias horas para montarse debidamente a su señora elefanta. Un elefante en cinco minutos no se come ni una rosca, mientras que al conejo de Tasmania le sobra tiempo de echar diez polvetes e ir a buscar alguna zanahoria y hacer amistades entre las conejas que se encuentre por el camino. Reconozco que de ser ciertas estas aseveraciones, incluso, me supera a mí por un poquito. Hay que saber perder.
Todo un prodigio, el conejo, a quien aprovecho desde aquí para enviarle un afectuoso saludo y un rendido tributo de admiración.
Sin embargo, le ha salido un competidor. Mi nuevo compañero de trabajo.
Este tipo, en cinco minutos, hace un barrido telefónico, se cita con gerentes o responsables de diferentes empresas y planifica toda una semana de trabajo. Además le sobra tiempo para presumir de ello. Bajo este prisma, el conejo de Tasmania es infinitamente más honesto que su directo competidor.
Me consta que en las planicies de Greenland, centenares de conejos se reúnen, cumplen con sus cinco minutos de gloria, y ninguno presume posteriormente de hazañas imposibles.
Si no fuera porque me parece osado opinar de personas que no conozco a fondo, diría que es tonto. Para que luego diga un amigo, que aquí en Zaragoza no cabe un tonto más. Este ha venido de Valencia la semana pasada y ya se ha instalado. En fín ya os iré contando..................