Profundo malestar y tremenda incomodidad es la que siento desde hace días. Exactamente igual que cuando me enteré que el monstruo del Lago Ness era una farsa. Reclamo turístico.
La verdad que siempe sospeché de la existencia de la mula. No así del buey, pero la mula, me sembraba un mar de dudas. Algunos decían que era una burra, otros una yegua, nunca estuvo muy clara la existencia del equino en el Portal de Belén.
Me consideraba una autoridad en la materia porque de pequeño en un portal viviente, en mi pueblo, ya hice de Niño Jesús, años más tarde en la procesión de Semana Santa, figuré de San Juan Bautista; y mis sospechas, a pesar de mi cercanía al clero, nunca me fueron aclaradas.
Ahora el Papa, ha echado por tierra todas mis ilusiones. Por si fuera poco que recientemente me enteré que los Reyes Magos de Oriente no existen, ahora resulta que la mula y el buey tampoco. Mi belén hecho añicos, ilusiones truncadas, y desconsuelo total. Corazón roto.
Pocría haber esperado a decirlo después de estas fechas. El Santo Padre me la ha jugado.