Economía de la Felicidad
Esta especie de teoría, arranca a partir del paper
“Macroeconomics of Happiness', escrito por
Rafael Di Tella (Harvard Business School),
Robert McCulloch (LSE) y Andrew Oswald
(Univ of Warwick) en septiembre de 2001.
Basándose en los resultados de encuestas anuales
que se llevan a cabo en Europa y USA desde mediados
de la década del 70, los autores pretenden calcular
el efecto que tienen las fluctuaciones
macroeconómicas en la felicidad de las personas.
Dichas encuestas, que por cierto eran objeto
(o instrumento) de estudio de los psicólogos mucho
antes que de los economistas, consistían en
preguntas del tipo “¿Diría Ud. que es muy feliz,
bastante feliz o no muy feliz?” y “¿Está Ud. muy
satisfecho, bastante satisfecho o no muy satisfecho
con la vida que lleva?”.
Además de estas preguntas, se extraían otros
datos de los encuestados, como estado civil,
cantidad de hijos, sexo, edad, etc. La verdad es
que los resultados de las regresiones me parecieron
MUY interesantes y MUY divertidos a la vez.
Por ejemplo, en una de las encuestas (llevada a cabo
en 12 países europeos), los resultados indicaban que
los individuos que tienen 3 o más hijos son
aproximadamente “tres veces” menos felices que los
que tienen uno solo! (cabe aclarar que, además,
TODOS los coeficientes que acompañan a las variables
“cantidad de hijos” tenían signo negativo!).
Los hombres son menos felices que las mujeres, y
la felicidad tiene, con respecto a la edad, una forma
de U (es decir, la variable “edad al cuadrado”
tiene coeficiente positivo, y significativo).
Más allá de estos resultados casi “anecdóticos”,
hay otros que son más interesantes en lo que
respecta a la validez de estas encuestas. Si bien
las encuestas se realizaron en 12 países de
Europa y USA, los resultados son muy similares
“entre las dos costas del Atlántico”, como dicen
los autores. Y todavía mejor, también entre los
países europeos las características estadísticamente
asociadas a la felicidad de las personas son las
mismas y tienen pesos muy similares.
En cuanto a las características más directamente
relacionada con la economía, el estudio demuestra
que los desempleados son personas menos felices que
los empleados, y que cuanto más alto sea el income
quartile (nivel de ingreso) en el que uno se encuentra
, más feliz se es. Esto apoyaría la teoría
tradicional acerca de las formas funcionales de
utilidad (principalmente, su característica de
“monótonamente crecientes”), debido a que la ecuación
estimada de felicidad del paper es creciente en
el ingreso. Esto se podría tomar como que uno es
más feliz cuanto mejor esté EN RELACIÓN a los demás,
es decir, se trataría más de una cuestión de
“precios relativos”. Sin embargo, los autores también
estudian el efecto que el PBI per cápita produce
sobre el bienestar de las personas.
Nuevamente, de manera consistente con lo que
sostuvo siempre la teoría económica tradicional
(y que este paper es el PRIMERO en su tipo en
“confirmar”!), esta variable macroeconómica está
positiva y significativamente correlacionada con los
niveles de felicidad de los individuos. Los autores
pretenden ir un poco más allá y también estudian
los efectos de los CAMBIOS en esta variable.
El resultado es que también el CRECIMIENTO en el
PBI per cápita está positiva y significativamente
correlacionado con la felicidad individual.
A medida que se aumentan los lags en los “delta-PBI”,
se ve que éstos van perdiendo fuerza. La conjetura
es que los individuos se van acostumbrando a los
crecimientos en los niveles del PBI per cápita,
gradualmente.
Uno de los principales objetivos del paper es
encontrar una manera de medir y calcular el costo
que para los individuos implica una recesión.
El hallazgo es que, para los países estudiados,
una persona promedio (empleada o desempleada),
para mantener constante su nivel de bienestar, ante
un aumento en un 1.5% de la tasa de desempleo,
su ingreso debe aumentar un 3%. Es decir, dado
que este es el individuo promedio, el desempleo
afecta a la felicidad y satisfacción no solo de la
persona que de hecho pierde el trabajo, sino también
de las personas que no lo pierden. Esto se podría
interpretar, argumentan los autores, como el efecto
de un “miedo”, de los empleados, a perder su puesto.
Con respecto a la inflación, en promedio y para
dejar inmutado el nivel de bienestar, un individuo
debe recibir 70 dólares americanos de 1985 por cada
punto porcentual de aumento de inflación.
El trabajo finaliza apuntando a las omisiones de la
economía tradicional acerca de los importantes
costos psicológicos que una recesión provoca sobre
las personas.
Neuroeconomía
¿Cuántas veces hemos ido a una tienda comercial o
a algún shopping center a comprar una prenda
de vestir que necesitábamos imperiosamente y
hemos vuelto a casa con media docena más que
fuimos 'viendo por el camino'? Y qué decir de
los súper / hipermercados cuando vamos por un
determinado pedido y regresamos con unas cuantas
'cositas de más', en especial a principios de mes,
cuando recién cobramos. O para seguir con el caso
de los hombres, cuántos productos hemos comprado tan
sólo porque una 'vendedora bonita' nos lo ofreció y
nos convenció con su sonrisa, sin siquiera darnos la
oportunidad de comparar otras marcas, otras casas de
comercio, en fin… otras alternativas.
A todos nos ocurre de vez en cuando el hecho de
comprar más de lo que realmente necesitamos, y eso
que vivimos en un país subdesarrollado como Argentina,
ni que hablar entonces de los países desarrollados,
donde crónicamente se consume más de lo que se
necesita, en especial en EE.UU.
Pero sucede que estas 'fragilidades' humanas
(o sea el alejamiento de la plena racionalidad
al momento de tomar decisiones económicas) son
absolutamente impredecibles y, hasta el momento,
poco tenidas en cuenta a la hora de analizar y
modelizar los procesos económicos. De esta tarea se
está empezando a encargar la Neuroeconomía.
La Neuroeconomía es una moderna rama de la economía,
surgida de la aplicación en ciencias sociales
(en este caso la ciencia económica) de los últimos
avances médicos en el campo de las neurociencias.
También se suele sostener que la Neuroeconomía es
la combinación de la Neurociencia, la Economía y
la Psicología para estudiar el proceso de elección
de los individuos. Es decir, el análisis del
cerebro cuando los individuos evalúan decisiones y
categorizan los riesgos y las recompensas y además
de la interacción entre ellos.
Y si consideramos la usual separación de la Economía
en Macroeconomía (para grandes agregados) y
Microeconomía (para los individuos y los sectores
específicos), la Neuroeconomía está mucho más cerca
de la segunda, ya que se centra en las elecciones
personales y en los cambios mentales-cerebrales que
subyacen a dichas elecciones.
Y si bien se complementan, no hay que confundir
Neuroeconomía con Neuromanagement, Neuromarketing y
otras ramas similares, más relacionadas estas
últimas con la Ciencia de la Administración que
con la Teoría Microeconómica.
Ilustro, a continuación, algunas ideas fuerza de
las neurociencias aplicadas a la toma de decisiones:
“Según los científicos, las zonas del cerebro de
la racionalidad no pueden funcionar aisladas de
las zonas de regulación biológica-emocional.
Los dos sistemas se comunican y afectan la
conducta en forma conjunta, y consecuentemente,
el comportamiento de las personas”.
“Más aún, el sistema emocional (la zona más
antigua del cerebro) es la primera fuerza que
actúa sobre los procesos mentales, por lo tanto
determina el rumbo de las decisiones”.
“Los últimos avances de las neurociencias han
demostrado que la toma de decisiones de consumo no
es un proceso racional. Es decir, los clientes
no examinan conscientemente los atributos de un
producto o servicio para adquirirlo”.
“En la mayoría de los casos, el proceso de
selección es relativamente automático y deriva de
hábitos y otras fuerzas metaconscientes, entre las
cuales gravitan la propia historia, la personalidad,
las características neurofisiológicas y el contexto
físico y social que nos rodea”.
“La fragancia de un perfume, por ejemplo, puede
evocar distintas sensaciones. Si el cliente la
asocia con experiencias dolorosas o con una persona
con la que no simpatiza, es muy probable que no lo
compre, aún cuando la relación precio-calidad-marca
sea razonable”.
En síntesis, la Neuroeconomía busca introducir en
el análisis económico las variables emocionales que
los seres humanos ponemos en juego al tomar una
decisión económica, que junto con las variables
racionales (las únicas hoy tenidas en cuenta por
la teoría tradicional) terminan definiendo el rumbo
final de cada decisión económica tomada.
Fuente: www.gestiopolis.com
VidaPositiva.com
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