Este
señor año por año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad y
como era de esperarse era la admiración de todos en la región; un día se acercó
un periodista de un canal de televisión a preguntarle el secreto de su éxito, a
lo que el hombre contesto:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las
comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren.
- ¿Cómo?- respondió el periodista- pero eso es una locura, acaso no teme que
sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
El hombre dijo:
- Yo lo hago porque al tener ellos buenos sembrados el viento me va a
devolver a mi cultivo buenas semillas y la cosecha va a ser mayor; si no lo
hiciera así ellos sembrarían semillas de mala calidad que el viento traería a mi
cultiva y cruzaría las semillas, haciendo que mis flores sean de mala calidad.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a
que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que
toca. Quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la
felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar común.