Saber cuando mantener la
calma
¿Cómo no salirse de sus casillas en
un mundo
que
está atravesado por el caos?
La cotidianeidad a veces no es tal como queremos. El día a día
nos puede enfrentar con situaciones que no hemos buscado y así, y todo nos
enojan, angustian o incomodan.
Una discusión de tránsito, un
entredicho con un compañero de trabajo, un reproche de quien busca una excusa
para generar el caos o personalidades difíciles que generan el conflicto por el
conflicto en sí mismo. Mantener la calma en el medio de la histeria es una
misión que parece imposible. A veces, la ira puede ser más contagiosa como su
contrario, la tranquilidad.
Muchos se preguntarán, ¿cómo no
salirse de sus casillas en un mundo que está atravesado por el caos? Es cierto,
que con tan sólo salir de nuestra casa presenciamos un tránsito, piquetes,
protestas callejeras, el caminar agitado de peatones sin tiempo, gritos,
bocinazos y atropellos. Sí, este contexto parece ineludible, pero que hacemos
nosotros con aquello que vivimos también es una realidad.
Quizá una de las soluciones sea
no perdernos en la intolerancia. Si nos quejamos de la locura colectiva,
intentemos no formar parte de lo mismo que detestamos. Si la mayoría opta por
los insultos y las discusiones como argumento para defenderse de quien agrede,
hagamos lo contrario; detengámonos en la cordura, en la capacidad de raciocinio.
Si hay quien busca el ataque, optemos por la calma.
En situaciones de caos, no
vendría nada mal hacerse una simple pregunta, ¿vale la pena? ¿Suma a nuestra
vida discutir por causas perdidas? ¿Es legítimo ponerse a la altura de quien nos
insta al conflicto? ¿Cuál es el saldo de un enojo con personas que quizá jamás
hemos visto o apenas conocemos?
Muchas personas creen que ante la
mirada de los otros, es una 'cobardía' no reaccionar con la fuerza del enojo
ante un ataque. Lo llaman 'orgullo' y hasta se confunde con dignidad. 'No tenía
opción, ¿qué querés que haga?' es la respuesta cuando las agresión es el saldo.
Siempre hay opción. Siempre existe la posibilidad de dar el ejemplo y ser
diferente de quien insta a la pelea, al insulto o a la discusión.
La suposición sobre la mirada de
los otros nunca debe ser más importante que nuestra propia identidad. Ser
íntegros es ser diferentes, a aquello que decimos no tolerar. Si sólo criticamos
la violencia a gritos frente a la tevé, en la sobremesa o en charlas de amigos,
y luego somos los primeros en reaccionar con ira ante un ataque, estaremos
divorciando las palabras de los hechos.
Todos los días vemos como el caos
se puede adueñar de la calles, y es muy difícil de evitar. Pero si uno a uno
tomáramos conciencia que podríamos aportar a alivianar la carga, la tranquilidad
comenzaría a generarse.
Responder con un silencio,
palabras sabias y racionalidad es la mejor forma de contribuir o sumar un poco
de paz al atropello.
Por Eugenia Plano | www.vidapositiva.com
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