Seamos protagonistas de la vida
Gran paradoja el tiempo, cuando no lo tenemos planificamos
lo que
haríamos o dejaríamos de hacer.
Y así sucede cuando escasea,
ansiamos tenerlo pero cuando logramos la libertad de horarios, extrañamos la
rutina en la que deseábamos más segundos, minutos, horas y días.
Un extraño síndrome cuasi
histérico de los tiempos que corren, hay una mayor oferta de actividades para
emplear el tiempo pero no sabemos qué hacer. El aburrimiento parece ser la
opción para algunos cuándo la rutina se esfuma, y ya nuestros días no es
estructuran con obligaciones. Gran problema la libertad.
Existen personalidades que si no
se ajustan a una rutina, no saben qué hacer con su tiempo. No es extraño
encontrarlos entonces, posponiendo las vacaciones por un sinnúmero de años,
argumentando una excesiva cantidad de trabajo que no pueden abandonar en ningún
instante.
Pero, esta cualidad no se
relaciona sólo con la posibilidad de tener unas vacaciones sino con una
personalidad que tiene miedo a afrontar su propia vida en los aspectos que
percibe o siente que no puede manejar.
El terror al fracaso en la vida
personal, conlleva a rutinas laborales exhaustivas que, de alguna manera, lo
eximen de tener que involucrarse en una pareja, formar una familia, tener
amistades profundas o generar algún tipo de vínculo fuera de lo estrictamente
profesional.
El trabajo aparece como una
excusa legítima. En un mundo ocupado y preocupado por el valor del bienestar
económico, este tipo de personalidad es + poco juzgada y hasta puede ser
percibida como un “gran profesional” o un “gran trabajador”, cuando en realidad
la vida puede escapársele de las manos. Es decir, la sobre ocupación en los
tiempos que corren es moneda corriente. Pero, no hay que olvidar que el trabajo,
es sólo una fracción de nuestra biografía.
El miedo a formar un vínculo
genuino, el pánico a enfrentar una relación de pareja duradera o simplemente, la
poca tolerancia a una frustración, pueden ser los motores de un auto boicot para
ser felices. La vocación conforma una parte indiscutible de quiénes somos, pero
es eso, sólo una parte. Cuando más tarde repasemos nuestra existencia no
rememoraremos liquidaciones de sueldos, aguinaldos y ni tampoco siquiera los
reconocimientos profesionales.
Sí son protagonistas de nuestra
memoria, los recuerdos vinculados con el amor. Pudo haber sido un fracaso o un
gran éxito, pero la construcción en el afecto siempre tiene buenas intenciones.
El resultado es una circunstancia, en cambio haber sido un hombre o una mujer
que se ha animado a construir vínculos es quien aprendió a vivir.
El tiempo no es eterno, y las
elecciones son en el día a día. Abrumarse o entretenerse con jornadas infinitas
no es más que ser una sombra de la propia vida. Nunca es tarde para ser
protagonista de una biografía, que sólo uno mismo puede construir, pero solo es
imposible. Un gran amor, los hijos, los amigos, la familia. Los vínculos honran
nuestra vida.
Foto: VP.Com
Eugenia Plano – www.vidapositiva.com
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