Cuando los enemigos
se miran al espejo
“Hay que tener cuidado al elegir a
los enemigos
porque
uno termina pareciéndose a ellos“.
Quien
brinda este sabio consejo es
el
enorme escritor argentino Jorge Luis Borges.
Eugenia Plano – www.vidapositiva.com
Sabado 21 de enero
2012
Sus palabras toman sentido si se
piensa como la humanidad confronta permanentemente por causas justas, vanas,
perdidas o injustas, y los protagonistas de la riña muchas veces son
paradójicamente parecidos. No hay dudas que en muchas disputas los conflictos de
intereses son el foco de la cuestión. Pero, suele suceder que la racionalidad se
escapa. Las peleas no se limitan a la búsqueda del objetivo, simplemente. La
difamación, el insulto, la subestimación y la chicana son alguna de las
actitudes sobre un inventario de conductas agraviantes de un lado y del otro.
Esta situación es frecuente, en
todos los ámbitos de la vida. Pero, se puede visualizar notablemente en el mundo
de la política. Grandes enemigos, de partidos distintos o bien del mismo,
protagonizan peleas públicas en las cuáles la sociedad sólo funciona como
espectadora, y generalmente no conoce a fondo el verdadero motivo. Estas riñas
entre funcionarios no se diferencian demasiado de aquellas que pueden tener como
centro a un escándalo del mundo del espectáculo.
Insultos por doquier, golpes
bajos y burlas, forman parte de las peleas entre políticos. La devaluación llegó
también para las estrategias en este diferenciarse del otro. El absurdo, el
ridículo y la pérdida de la elegancia es la constante para enfrentar al enemigo
de turno, ya que a nadie le extrañaría demasiado que mañana sea un compañero.
Entonces, retomando la idea de enemigos que lejos de las dicotomías son más
próximos de lo que parecen, no estaría mal realizar el ejercicio de observar
cuáles son los puntos centrales sobre los que se basan los conflictos.
Seguramente, se le escapen al
ciudadano las verdaderas razones sobre las cuáles la política disputa contra
instituciones, partidos políticos, empresas u organizaciones. El conflicto de
intereses es un misterio para la sociedad, se oculta debajo de la alfombra.
Pero, en esta pelea, sí no podemos dejar de observar como los cruces se tornan
violentos, autoritarios y soberbios. Justamente, estos tres adjetivos son
algunos de los tantos que forman parte del discurso entre unos y otros. Negarse
al diálogo y propiciar el conflicto eterno es la constante entre enemigos.
Quién ha realizado una sabia
teoría sobre el tema, es el padre de psicoanálisis Sigmund Freud, que introdujo
el concepto y desarrollo de la proyección ¿Qué significa? Es un mecanismo de
defensa por el cual una persona atribuye a otras los propios motivos, deseos o
emociones. En este marco, es una forma de ocultar involuntariamente e
inconscientemente de su vida psíquica, consecuencia de la presión del superyó
que reprime o sanciona como incorrecto, el contenido psíquico o de los temores y
frustraciones del sujeto. Entonces, como estrategia para salvaguardar la
seguridad de la persona tiene un valor limitado y puede dar lugar a
comportamientos poco adaptados que dificultan la convivencia.
Así, quien proyecta no hace más
que depositar en otro su propia identidad.
Muchas veces la imposibilidad de
hacerse cargo de los propios defectos, conscientes o no, trae como consecuencia
un espejo y convertimos este reflejo en un enemigo. Si observamos y escuchamos
atentamente a quienes se pelean, podremos darnos cuenta que sus reacciones y
actitudes son similares y a veces pareciera que se están mirando al espejo.
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