El correo era sinónimo
de puño y letra. La televisión emitía cinco canales. Las noticias se conocían
leyendo los diarios, mirando el noticiero de las siete de la tarde o tomando un
café en la esquina. Decíamos “me gusta” personalmente
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5 de marzo 2012
Foto: Marc van der Aa
• Una historia que debemos contarle a las nuevas generaciones, pero de la que
no ha pasado tanto tiempo.
La revolución informática tiene menos de tres décadas, y hoy el mundo tiene
la percepción que siempre ha vivido entre nosotros. La tecnología llegó para
quedarse, y prueba de ello es el síndrome que afecta, no sólo a las nuevas
generaciones, sino a gran parte de la sociedad. Se llama infoxificación, un
término que fusiona los conceptos de información e intoxicación. Creado por el
físico Alfons Cornellá, este neologismo se traduce en la incapacidad de procesar
la información que recibimos de forma abrumadora y excesiva. Es decir, el caudal
de datos es tan grande que el ser humano recibe más cantidad que calidad y por
lo tanto, las consecuencias su discernimiento presentan un saldo negativo.
Según la organización Rescue Time, una consultora abocada a estudiar las
incidencia de la tecnología en los comportamientos humanos, la infoxificación es
un mal que afecta a la mayoría. “Quienes trabajan frente a una computadora se
detienen a revisar su bandeja de correo electrónico unas 50 veces por jornada.
La mayoría de la gente destina hasta dos horas por día a limpiar y ordenar sus
casillas de mail, y en muchos casos duplican ese promedio“, destaca la
investigación. Rescue Time también sostiene que es cada vez más frecuente
encontrar un gran número de personas que se obsesionan con la lectura permanente
de su correo, cuenta de Twitter o Facebook. Además, esta conducta se ha agravado
con la masividad que hoy en día han cobrado los dispositivos móviles.
• Pero, aunque hoy sea tendencia y globalmente se haya naturalizado el exceso
en el hábito de “estar conectados”, ¿es perjudicial o bien no comporta ningún
riesgo?
David Lewis, un psicólogo especialista en el área, investigó sobre el
síndrome de infoxificación y publicó su análisis en la agencia Reuters. El
artículo llamado ¿Muriendo por la información?, destaca la rutinización en el
exceso de información. En la actualidad hay que lidiar con toneladas de datos
procedentes de diarios, correos electrónicos, mensajes de texto, nuevas
aplicaciones, tevé y libros, entre otros medios. Según Lewis, la consecuencia de
este cúmulo informativo “provoca la parálisis de la capacidad analítica,
ansiedad y dudas, y además conduce a malas decisiones y conclusiones erróneas”.
La investigación publicada por la agencia Reuters, se realizó a partir de una
serie de entrevistas a 1.300 profesionales que reconocieron su agotamiento y
presentaban cuadros de stress, por tener que lidiar con un exceso de
información. Lejos de resultarle provechoso, el permanente contacto con medios
informativos les provocó bajo rendimiento laboral. Las nuevas aplicaciones
tecnológicas acrecentaron el síndrome. Por su parte, la consultora británica AK,
realizó un estudio en el que analizó el comportamiento de un grupo de ejecutivos
que tenían contacto permanente con su BlackBerry. El resultado fue que cuánto
más consultaban sus correos o chequeaban información, más niveles de stress
presentaban y reducían notablemente su productividad.
• ¿Cuál es la razón para concluir que menos es más?
El sentido común indica que todo exceso en lugar de beneficiarnos nos
perjudica, y este es el caso. La sobrecarga informativa produce la pérdida del
foco en lo relevante, en el objetivo propuesto. La avalancha informativa no hace
más que distraer, dispersar y perder la atención de lo realmente importante. La
investigación concluye que sí la información recibida no es funcional a una meta
en particular sólo es una pérdida de tiempo, que además genera ansiedad y
stress.
Es evidente que en la sobreabundancia sólo algunos datos son relevantes para
los principales ámbitos que conforman la vida social de un individuo como pueden
ser los aspectos laborales o personales. Es resto sólo sería una distracción que
hace perder el foco. Discernir entre cantidad y calidad. Darse cuenta que menos
es más. Normas que en cuestiones informáticas se aplican con exactitud.
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