Por Tesy De Biase | Para LA
NACION Psicología / Las fallas de la soberbia. Sábado 05 de
mayo de 2012 | Publicado en edición impresa
Kennedy subestimó en Bahía de Cochinos una posible derrota.
'El poder puede actuar como una droga', sentencia Nathanael Fast, profesor de
la Escuela de Negocios Marshall en la Universidad del Sur de California y autor
de una investigación que desnudó un costado vulnerable de los poderosos:
sobreestiman tanto sus capacidades que se zambullen en empresas imposibles. Sea
en el campo que fuere el poder tiende a obturar el sentido de realidad y empujar
decisiones erradas.
Fast y su equipo partieron del análisis de jugadas equivocadas en el mundo de
los negocios. Una de ellas, la orquestada por el directivo de AOL Steve Case,
para fusionar a esa empresa con la Time-Warner por 350.000 de dólares, lo que
fue un estrepitoso fracaso y le costó el cargo. Entonces crearon seis
experimentos para poner a prueba su hipótesis: el sentimiento subjetivo de poder
es el motor de la sobreestimación personal y un exceso de autoconfianza, que en
última instancia puede conducir a peligrosos errores. Una de sus experiencias,
por ejemplo, consistió en otorgar a los participantes distintas dosis de poder y
someterlos a una serie de preguntas; antes de responder debían apostar con
dinero simbólico por su saber. Quienes se sentían más poderosos apostaban más,
aunque al chequear los resultados comprobaron que sólo habían perdido dinero:
sus conocimientos no eran un valor estrictamente objetivo, sino una apreciación
personal montada sobre el poder con el que habían sido investidos.
'Nuestros resultados indican que sentirse poderoso exacerba la autoconfianza
e inicia un círculo vicioso que se retroalimenta a sí mismo: las personas con
exceso de confianza tienden a ocupar roles de poder y el sentimiento subjetivo
de poder las hace sentir más autoconfiados', interpreta para LA NACION el autor
principal del artículo, publicado en la actual edición de la
revistaOrganizational Behavior and Human Decision Processes .
Sobreestimar el poder de las propias capacidades se convierte en un puente
hacia potenciales pérdidas económicas si suceden en el mundo de los negocios,
pero también pueden ser vidas humanas si implican conflictos bélicos, como
sucedió en la Guerra de Malvinas.
'LOS INGLESES NO VAN A VENIR'
'Se subestiman las amenazas, se sobreestiman las virtudes propias, se
degenera el debate interno en un ejercicio de falso consentimiento y se
construye la ilusión de falso consenso. Si a la decisión o decisiones que se van
a tomar se las enmarca en una gesta o marco referencial, al que se le atribuye
una moralidad superior, se potencia todo lo señalado, con el agregado de una
tendencia a asumir riesgos exagerados', comenta Orlando D'Adamo, titular de
Psicología Política de la Universidad de Belgrano y autor del estudio 'Los
procesos de toma de decisión en situaciones de conflicto: La Guerra de las
Malvinas'.
D'Adamo analizó el conflicto entre la Argentina y Gran Bretaña con las
herramientas creadas por el psicólogo estadounidense Irving Janis, de la
Universidad de Yale, tras estudiar la decisión del presidente estadounidense
John F. Kennedy de invadir Cuba en 1961.
La invasión de Bahía de Cochinos fue una operación militar de tropas cubanas
exiliadas, entrenadas, financiados y dirigidas por la CIA. 'En las grabaciones
que atestiguan las reuniones del gabinete de Kennedy, se escucha que los
integrantes de este grupo dicen cosas como: «Vamos, los ponemos ahí, les damos
cobertura aérea y, como los cubanos están mayoritariamente en contra de Castro,
se va a sumar la gente, más los desertores, el ejército cubano esmalísimo, les
ganamos enseguida?» A las pocas horas se rindieron. La acción acabó en fracaso
en menos de 72 horas, tras ser completamente aplastada por las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba.'
señaló varios síntomas que afectan a quienes tienen que tomar decisiones
importantes en situaciones de estrés y presión: sensación de invulnerabilidad
con tendencia a enamorarse del propio plan sin ver las dificultades y aspectos
débiles, creer ciegamente en sus posibilidades de éxito y subestimar las
probabilidades de fracaso. Suelen no aceptar opiniones disidentes y encerrarse
en sí mismos', explica D'Adamo, y ejemplifica en las falsas teorías que
construyó la dirigencia militar argentina en 1982: 'Los ingleses no van a venir,
las Malvinas están muy lejos, nosotros muy cerca'. Y los ingleses pensaban que
Galtieri no invadiría las islas sin un ultimátum y subestimaron exageradamente
la capacidad de fuego militar argentino.
'La excesiva autoestima que provoca sentirse poderoso y admirado hace que
quienes ocupan posiciones de poder caigan en un cierto 'autismo' en relación con
la realidad y con su entorno y escuchen sólo su propia voz', agrega Virginia
García Beaudoux, profesora de Psicología Política y Codirectora del Centro de
Opinión Pública de la Universidad de Belgrano.
'Suele traducirse en un creciente personalismo. Por lo general, este tipo de
líderes prefieren tomar las decisiones en soledad o apenas rodeados por su
círculo de colaboradores más fieles. Suelen comunicar sus decisiones una vez que
las han elaborado y no las comparten mientras las elaboran. Desestiman las
opiniones o voces disidentes, y sólo escuchan las que alimentan sus posiciones.'
FALTA DE CONTROL
'Los errores se dan porque se cree que hay control donde no lo hay, se cree
que se conoce donde hay ignorancia, etcétera. La acumulación de poder, en este
sentido, refuerza la idea de control [sobre los demás, sobre el entorno, sobre
la competencia, etcétera] y, por lo tanto, intensifica estos procesos. En
síntesis, yo diría que la ceguera es un problema generalizado de quienes toman
decisiones que afectan a otros [políticos, grandes empresarios, etcétera] -opina
el sociólogo Gastón Beltrán, investigador del Conicet y del Instituto Gino
Germani, sobre el proceso de toma de decisión en las organizaciones-. Sin
embargo, la ceguera se acrecienta cuanto mayor es el poder del actor de la
decisión. Se acrecienta y, además, se hace más visible y riesgosa porque cuanto
mayor es el poder, más es la gente que se ve afectada por sus decisiones.'
¿Cuáles son los mecanismos capaces de recortar este poder enceguecedor?
Nathanael Fast admite que, 'en general, es problemático señalarles las
debilidades a los poderosos, ya que pueden responder con agresiones. Sin embargo
-arriesga-, apuntar que cualquier decisión tiene pros y contras puede ayudarlos
a ver las dos caras de todo tema. Es mejor para los poderosos ser conscientes de
este problema e intencionalmente seleccionar dentro de su núcleo a quienes
puedan sentirse libres de ofrecer críticas'.