5/7/2012 La vida
comienza a los 60
Cumplir años puede pasar
desapercibido, pero cuando un número redondo llega a la biografía,
es casi imposible no pensar en quienes somos, quienes queremos ser, cuáles son
los sueños cumplidos, los pendientes y los que ya no se pueden
relegar
www.vidapositiva.com / 5 de Julio 2012
A los
veinte la vida está por delante, y la sensación de que lo mejor está por venir
es ley. Los treinta nos encuentran en pleno desarrollo profesional y personal y
en una época signada por la sensación de juventud eterna, todavía hay tiempo
para seguir creciendo. Situación similar ocurre a los cuarenta. Hace algunas
décadas atrás, pasar la barrera de los ‘30 ya era considerado un límite para la
mayoría de los aspectos de la vida. Estar casado, tener hijos, permanecer y
progresar en un trabajo estable y redituable, debía conseguirse antes de
alcanzar la cuarta década. Correr contra el tiempo era una meta ineludible.
Hoy tener cuarenta años y no haber conseguido algunas metas
personales o profesionales no es sinónimo de ser un paria social. La edad se ha
relativizado y flexibilizado. El aumento en la expectativa y calidad de vida, la
prolongación de la adolescencia o juventud, la extensión en la formación
universitaria que hoy requiere una mayor especialización, prolongándose así los
años de experiencia académica y el ingreso tardío al mercado laboral, son
algunas de las variables que inciden en un cambio profundo en los objetivos que
definen a cada etapa etárea.
LA VIDA COMIENZA A LOS 60
Esta renovación en las biografías se destaca principalmente en
las personas de 50 a 60 años, que en la actualidad no sólo se encuentran en
plena actividad, desarrollo y crecimiento, sino que ya no cargan con el estigma
de cargar cuentas pendientes, tienen tiempo para llevarlas a cabo. Una de las
presiones más fuertes que se padecían hace un tiempo atrás, especialmente para
las mujeres, era la edad socialmente aceptada para la llegada de los hijos. La
Lic. Andrea Gotloib, psicóloga de la Fundación Buenos Aires, lo explica
claramente: “Antes se pretendían algunos logros para determinadas edades y ahora
esos mismos mojones se han ido desplazando; por ejemplo, la maternidad y la
paternidad. Hay una aceptación social para una madre primeriza a los 40; se
asume que hasta ese momento la mujer pudo estar más concentrada en una carrera
profesional, o también en establecerse en una relación de pareja“.
La etapa previa a los 40 años hoy se vive con mayor libertad.
Mientras en el pasado llegar a esa edad sin hijos y pareja era un pecado
capital, hoy es tendencia concretar la familia propia después de los 30. “En la
actualidad existe un permiso para probar, cambiar, degustar, separarse, intentar
experiencias que antes no se concebía, y todo eso lleva más tiempo. De manera
que alguien de 40 años puede estar muy entretenido en llevar adelante cosas que
en otra época se tenían por consolidadas a esa altura de la vida“, afirma la
Lic. Gotloib.
Pero, esta libertad y la sensación de poder concretar metas al
infinito, ¿sucede en todas las áreas o para algunas cuestiones el tiempo sigue
siendo escaso? La especialista advierte, que en el área laboral las exigencias
hoy son más profundas. “En el campo profesional daría la impresión de que los
tiempos, al contrario, se acortaron. Ahora a los 40 hay posiciones para las que
ya pasó el cuarto de hora, y se consideran descartables quienes han logrado
acumular experiencia y trayectoria en alguna especialidad. De modo que a veces,
las crisis se adelantan en esos casos, bastante extendidos”, advierte. Además,
hay profesiones puntuales, como las vinculadas a la tecnología, que requieren
actualización prácticamente instantánea y por lo tanto, la mayoría de las
compañías contratan gerentes cada vez más jóvenes.
La relación entre la edad y la actitud que la persona posee
sobre su pasado, presente y futuro es clave para que la crisis no sea una
constante ante cada cambio de década. Pero, si se vuelve inevitable, el
replanteo ¿cómo convertirlo en la experiencia constructiva? “Como en todas las
'crisis', proceder con uno mismo a modo de un libro contable, con el debe y el
haber, nos lleva a lo peor: considerarnos el resultado de la resta entre lo
aspirado y lo logrado. Es decir, un resto, la diferencia entre lo buscado y lo
obtenido. Ahí ya no cuenta tanto si el número es positivo o negativo, sino el
hecho de hacernos objeto de ese cálculo y apreciarnos según ese resultado”,
explica Lic. Gotloib.
Como ante cualquier cambio, lo recomendable es la evolución. La
actualidad brinda las posibilidades para el desarrollo sin ser juzgado por la
edad que se tiene. Entonces, en lugar de pensar en lo que no se ha hecho, a los
40, 50, 60, 70 o 80 lo importante es tener la vitalidad actitudinal para ejercer
los sueños de ayer, de hoy y de mañana.
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