Por MAITE ZUDAIRE
17 de julio de 2012
Aumentar el consumo de alimentos crudos previene diversas
enfermedades, mejora los síntomas de varios trastornos digestivos (como
hinchazón abdominal, gases, flatulencias o dispepsias), ayuda a retrasar el
envejecimiento y aporta vitalidad. Esto se debe en gran medida a la densidad
nutritiva de los alimentos que se comen, ya que son ricos en nutrientes
reguladores y antioxidantes, y a que los alimentos crudos contienen enzimas que
ayudan a mejorar mucho las digestiones y, con ello, se optimiza el
aprovechamiento de los nutrientes de los alimentos. En este reportaje se reseñan
los principales beneficios de comer alimentos crudos y se indican cuatro que no
pueden faltar en la mesa: ensaladas, fruta fresca, frutos secos y frutas
desecadas.
Los beneficios de comer alimentos crudos
Los alimentos crudos son ricos en vitaminas, sales minerales y
oligoelementos, fibra, enzimas y otros fitoquímicos que protegen la salud. Su
consumo diario, con las debidas precauciones de higiene, supone distintas
mejoras:
• Más masticación, menos hinchazón abdominal. Los alimentos
crudos, para tragarse bien, requieren masticarse. Esto redunda en una mejor
digestión y, en consecuencia, en una menor hinchazón abdominal y menos gases.
Además, los vegetales crudos contienen enzimas que ayudan a mejorar las
digestiones, por lo que combaten la dispepsia y la flatulencia.
• Mejora del equilibrio intestinal, mejores digestiones. Una
alimentación rica en alimentos crudos y con un aporte justo de proteína animal
favorece el equilibrio entre las distintas colonias de microorganismos que
colonizan el intestino. Este equilibrio es necesario para la correcta absorción
de nutrientes y la fabricación de sustancias de gran importancia, como la
serotonina, un neurotransmisor cerebral relacionado con el buen estado de ánimo.
• Más energía vital. El calor al que se someten muchos alimentos
durante el cocinado hace que se pierda o se reduzca de forma sustancial su
contenido en vitaminas y antioxidantes, y que parte de sus sales minerales
queden disueltas en el caldo de cocción. Aunque hay excepciones (como el tomate,
cuyo licopeno antioxidante es más activo cuando el tomate se ha cocinado), en
general, los alimentos crudos contienen una mayor densidad de nutrientes
reguladores. Estos nutrientes están implicados en procesos de obtención de
energía, mediante un mayor y mejor aprovechamiento de los nutrientes (hidratos,
proteínas, grasas). El resultado es un organismo más nutrido, con más vitalidad
y energía.
• Freno al envejecimiento. El reloj biológico no se para,
envejecemos cada segundo, cada minuto que pasa. Pero el envejecimiento se
acelera si el organismo no recibe suficientes antioxidantes que compensen la
acción oxidante del oxígeno que respiramos y de los radicales libres, producto
del metabolismo o de la exposición ambiental (al tabaco, la polución, la
exposición al sol...). Los alimentos más antioxidantes son ciertos vegetales
crudos. Estudios realizados por el USDA en el Centro de Investigación sobre
nutrición humana de la Universidad de Tufts, en Boston, sugieren que consumir
las frutas y verduras más antioxidantes ayuda a ralentizar el proceso de
envejecimiento en el organismo y en el cerebro, relacionado con el cáncer, las
enfermedades cardiovasculares y las degenerativas, como el Parkinson o el
Alzheimer.
• Equilibrio entre sodio y potasio. Los estudios sobre hábitos
alimentarios nacionales e internacionales confirman un consumo excesivo de sodio
-casi duplicado- con respecto a las necesidades nutricionales, estimadas en 2,4
gramos diarios. Los vegetales crudos son una excelente fuente natural de
potasio, elemento mineral que debe estar en equilibrio con el sodio para
contrarrestar los efectos patológicos de este último en el aparato circulatorio.
• Estreñimiento. El malestar mejora si se toman alimentos crudos
ricos en fibra, que acelera el movimiento intestinal, capta agua, aumenta el
volumen fecal y favorece la evacuación. La fibra también ayuda a controlar mejor
la glucemia y el peso corporal, por lo que los alimentos crudos han de estar
presentes a diario en los menús de las personas con diabetes y con obesidad.
Alimentos crudos en la mesa: cuatro clásicos que no pueden
faltar
1. Ensaladas. En todas sus versiones, formas, elaboraciones,
combinaciones y presentaciones. Pueden estar compuestas por los ingredientes más
populares, como la lechuga o la escarola, o mezcladas con hojas más selectas,
como la rúcula, la acedera o los canónigos. Combinados con otros vegetales,
estimulan los cinco sentidos por sus colores, aromas, variedad de sabores y
crujiente textura.
2. Fruta fresca, en todos los formatos, texturas y formas (al
natural, en brochetas, en macedonia...). Una idea original es mezclar trozos de
fruta fresca con la mermelada de las tostadas para el desayuno. Es una
oportunidad de aprovechar la corta temporada de las bayas rojas (moras,
frambuesas y arándanos) para elaborar con ellas deliciosas mermeladas naturales.
3. Puñado de frutos secos. Las castañas y las avellanas se han
identificado como las más ricas en antioxidantes, pero todos los frutos secos
reúnen un valioso valor nutricional. Las semillas de calabaza, de lino o de
sésamo se pueden añadir a las ensaladas o a las cremas para hacerlas más
interesantes.
4. Mezcla de frutas desecadas. Las uvas y ciruelas, los higos,
orejones y dátiles son una potente fuente de energía que concentra los
nutrientes valiosos de la fruta fresca, como minerales, fibra y algunas
vitaminas. Un puñado de uvas pasas en la ensalada o unos orejones mezclados con
los copos del desayuno son dos fórmulas deliciosas para comer más frutas dulces.
Foto: Marc van der Aa y compartido por www.vidapositiva.com