Por Claudio
María Dominguez
A lo largo de
nuestra vida seguramente todos tendremos que afrontar provocaciones. Lo
fundamental para atravesarlas es nuestra actitud frente a esos momentos. Les voy
a contar lo que a mí me da fuerza para afrontarlas.
¿Alguna vez te preguntaste para qué viniste a este mundo? ¿Quién
sos realmente? ¿Alguna vez te interrogaste sobre estas cuestiones tan centrales
para nuestra existencia humana? ¿Cuál es el sentido de nuestra existencia? A
estas preguntas algunos las llaman 'búsqueda de Dios'; otros, voluntad por
develar el núcleo último de la vida; o la persecusión de la felicidad.
Yo me cuestioné hace años todos estos interrogantes y, según mi
parecer, la clave de todo radica en la sensación de experimentar amor y
felicidad interior. Todas estas búsquedas de las que hablábamos más arriba no
son sino una forma de reclamar la felicidad que nos merecemos. No tenemos que
ganar la felicidad. La felicidad nos viene dada por nuestra naturaleza. Se trata
de aceptar eso y de que la recuperemos incluso en los momentos más difíciles de
nuestras vidas. Esa es mi práctica cuando la vida me pone de cara a momentos
turbulentos. Son sólo nuestros sentidos humanos y mundanos, nuestra
personalidad, los que nos hacen creer que en el universo hay divisiones. No es
así, es todo energía, y nosotros no somos más que una manifestación corpórea de
esa energía trascendente, total y eterna.
Sin embargo, muchas veces los seres humanos somos ciegos. Es
decir, nuestros ojos biológicos funcionan, pero los del alma no. Y por eso no
podemos ver esa unión, esa ausencia de límites. Nuestra misión en esta vida es
despertar al amor sin barreras con todo lo que nos rodea. Siempre es un buen
momento para dejar atrás una vida epidérmica y volcarse de lleno a una vida
profunda, de unidad con todos.Tu corazón es una fuente vital de información.
Nunca permitas que te den todo masticado y predigerido. Intervení activamente en
el camino de tu vida. Tomá todo con pinzas, incluso lo que te estoy diciendo
ahora. Evualuá todo a la luz de tu ser, de lo que te dicta tu conciencia. Nunca
dejes que te impidan ser libre. El juego de la vida es tuyo, experimentalo sin
delegar nada.
Ampliar nuestra conciencia, buscar la felicidad, debería ser un
proceso humilde, jamás una jactancia grandilocuente, y mucho menos algo que
debamos imponer a los demás con rigor y altivez. No hay religión, secta, grupo,
partido, piedra mágica, chamán ni altar que pueda reemplazar la libertad
personal que tenés por el sólo hecho de estar encarnado acá, en este cuerpo, en
este planeta, en este momento. Aprovechá este cuerpo para potenciar tu alma,
pero no lo hagas por mandatos externos. No uses el manual que escribieron otros.
La energía divina está en vos. ¿Te hace falta más?Se necesita tener mucha
confianza en uno mismo para abandonar lo conocido y aventurarse en los océanos
de las posibilidades y en todos los caminos que nos ofrece el universo.
La confianza en uno mismo comienza cuando actuamos, no sólo
cuando lo pensamos. Es la acción lo que nos pone en carrera. Tenemos que
trabajar en la autoconfianza, y para eso debemos romper con la barrera de los
miedos. De esa manera nos daremos cuenta de que tenemos la habilidad de superar
los retos más grandes de la vida. Para lograrlo, tenemos que liberarnos de
viejas estructuras porque, si no cambiamos internamente, nada cambiará. Tu
confianza aumenta cuando afrontás los retos que se presentan. Debemos amanecer
con una sonrisa y una actitud amorosamente ganadora, aun cuando miremos a
nuestro alrededor y veamos ruinas, porque de las ruinas más terribles se
levantaron presentes gloriosos. Por otra parte, caernos es lo mejor que nos
puede suceder porque es el único modo de saber quién sos y lo que podés hacer.
Cuando ya no tenés nada, te das cuenta de tu verdadera escencia; recordás que
naciste para las alturas y comenzás a volar. Si no lo intentás, ¡nunca sabrás lo
que sos capaz de hacer!.
Fuente:
http://www.revistasusana.com/
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