Antibióticos: mitos y realidades
El uso de antibióticos
se rodea de información no siempre contrastada,
como también ocurre en
otros aspectos sobre salud y enfermedad ....
Por TERESA
ROMANILLOS 20 de julio de 2012
Los antibióticos son uno de los pilares de la medicina. Su
descubrimiento marcó un antes y un después en la historia del tratamiento de las
infecciones. Es tal su popularidad, que estos fármacos se han convertido en tema
de dominio público sobre el que muchas personas se permiten opinar. Sin embargo,
su uso y abuso está rodeado de mitos y realidades. En este artículo, se analiza
qué hay de verdad y mentira detrás de las creencias más populares sobre los
antibióticos.
1. 'Los antibióticos son el mejor remedio para la
fiebre'
Falso. Los antibióticos no son útiles para el tratamiento de
cualquier infección. Muchos de los pequeños trastornos que se padecen, sobre
todo los niños, están causados por virus, que son resistentes al efecto
de estos medicamentos. Por ejemplo: es un error tomarlos de entrada ante un
catarro o un dolor de garganta. Estos procesos suelen mejorar con antitérmicos,
algún jarabe para la tos y un poco de paciencia. Es cierto que, en algunos
casos, los resfriados pueden complicarse con infecciones: es entonces cuando el
antibiótico puede tener su papel, por supuesto, siempre bajo supervisión del
médico.
2. 'Antibióticos: producen cansancio y pérdida de apetito'
Falso. A pesar de ser una creencia muy popular, no es cierto. Es verdad que
cuando se toman antibióticos se pierde un poco el apetito y se está cansado,
pero la culpa no la tienen los medicamentos, sino los gérmenes que causan la
infección. Por otra parte, también se cree que el consumo de antibióticos puede
ocasionar un aumento de peso; se utilizan, bajo un estricto control, para
mejorar los rendimientos en ganadería, ya que facilitan el crecimiento y
engorde, y no hay razones para creer que este mismo fenómeno no se pueda
producir en los seres humanos. Además, parece que el medicamento varía la
absorción de alimentos y el metabolismo al alterar el equilibrio de la flora
intestinal. Algunos datos también sugieren que pueden interferir en determinadas
hormonas que intervienen en el proceso del apetito, aumentándolo.
3. 'Los antibióticos pierden eficacia con el uso continuado'
Verdadero. Esta aseveración es completamente cierta: el uso continuado de
antibióticos provoca una selección natural de gérmenes que de forma progresiva
se hacen más resistentes. Las personas que toman antibióticos con frecuencia
cada vez necesitan fármacos de mayor potencia para combatir las infecciones. El
problema es que no afecta solo al sujeto en particular, sino a toda la
población, ya que estas cepas que se hacen resistentes son las que acaban por
predominar. En caso de que se necesite tratamiento antibiótico con frecuencia,
es conveniente no utilizar siempre el mismo y cambiar de vez en cuando; por
supuesto, bajo control facultativo.
4. 'Los antibióticos inyectados son más eficaces'
Falso. Este es un tópico clásico cuyas consecuencias han sufrido muchos en su
infancia. Aún hay personas que creen que si el antibiótico se administra en
forma de inyectable, el efecto es mayor y más rápido. Esta aseveración es falsa;
en el momento actual se dispone de una batería de potentes medicamentos para dar
por vía oral. Tanto es así que, hoy por hoy, puede tratarse perfectamente hasta
una pulmonía sin necesidad de 'sufrir' los temibles pinchazos y el dolor
sucesivo. Los inyectables se reservan para casos especiales o para aquellas
personas que toleran mal la medicación por vía oral por los efectos secundarios
que les producen, como dolor de estómago o diarrea, entre otras.
5. 'Un antibiótico, cuanto más potente, mejor'
Falso. No está justificado utilizar un antibiótico de amplio espectro cuando
se tratan pequeñas infecciones. ¡Sería como matar moscas con un cañón! Para cada
tipo de infección, hay un grupo idóneo de medicamentos. El hecho de que no se
empleen y se prefiera dar 'algo más fuerte' para estar seguros de que el
tratamiento no fallará es un error, ya que puede crear gérmenes cada vez más
resistentes a la medicación con el consiguiente peligro, no solo del paciente
sino de la salud pública. De la misma manera, pensar que un fármaco caro es
mejor también es erróneo: un antibiótico 'de toda la vida' y barato puede ser la
solución idónea para esas anginas, y no por valer poco dinero será menos eficaz
que una novedad más cara.
6. 'Durante el tratamiento con antibióticos, hay que tomar yogures'
Los antibióticos atacan a las bacterias pero, a menudo, no saben distinguir
entre las 'buenas' y las 'malas'. En el cuerpo humano hay una serie de
microorganismos que están implicados en muchas funciones: tanto a nivel del tubo
digestivo como de la vagina ayudan a mantener un equilibrio natural. El
tratamiento antibiótico puede dañar y alterar la flora saprófita intestinal, que
favorece la digestión y la absorción de alimentos. La alteración de esta flora
fomenta que otros microorganismos no deseados (patógenos) se asienten en su
lugar y provoquen diarreas. Para minimizar este problema, durante el
tratamiento, es aconsejable tomar yogur, a poder ser con probióticos
('Lactobacillus'). Por otra parte, no es infrecuente que las mujeres, después de
tomar estos medicamentos, sufran picor y enrojecimiento vaginal y genital. Esto
es debido a la colonización de hongos, como la cándida, el más habitual. Parece
que el consumo de probióticos o la administración de 'Lactobacillus' en forma de
cápsulas, tampones o cremas vaginales podría ser útil para minimizar los efectos
adversos, a pesar de que todavía no hay resultados concluyentes.
7. 'Prohibido el alcohol con los antibióticos'
Es cierto que en determinados casos el alcohol y los antibióticos pueden
interaccionar y disminuir la eficacia del fármaco o provocar a efectos
secundarios. De todas maneras, la recomendación es rigurosa en casos concretos,
como para el metronidazol y algunas cefalosporinas, que si se ingieren con
alcohol pueden provocar una reacción con sudoración, vómitos y dificultad
respiratoria. En otros casos, como ocurre con la eritromicina y la doxiciclina,
el alcohol puede disminuir su efecto. En general, es de sentido común no tomar
alcohol con los antibióticos, pero no puede afirmarse de forma estricta que sea
contraproducente en todos los casos. En caso de duda, el prospecto del
medicamento puede aportar más información.
8. 'Las alergias se producen ya la primera vez que se toma el
antibiótico'
Falso. Algunas alergias pueden producirse en personas que habían tomado el
fármaco con anterioridad. Las alergias pueden mostrarse de distintas maneras:
las más leves pueden consistir en la aparición de algunas pápulas pruriginosas,
mientras que la más grave es la anafilaxia, que puede comprometer la vida del
paciente. Un hecho habitual es confundir alergia con intolerancia. Un dolor de
estómago o una diarrea no son manifestaciones alérgicas. Este punto es
importante, ya que personas que se autoetiquetan de alérgicas, en realidad, no
lo son.
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