28/7/2012
Mi pareja me
persigue
Las personalidades paranoides son desconfiadas y suspicaces,
perciben a los demás
como una amenaza
potencial y creen que sólo unos pocos merecen su confianza.
Esto compromete todas las relaciones sociales. La relación de
pareja, la más afectada
Por
Dr. Walter Ghedin “Un día lo descubrí revisándome los mails y se hizo
el distraído. Otro día lo agarré con mi celular… Tuvo que confesar que tenía
sospechas de que yo le era infiel. No tenía ningún dato fehaciente… Todo lo
construía su cabeza. No podía dejar de desconfiar”.
Las personalidades paranoides son desconfiadas o
suspicaces:
Perciben a los demás como una amenaza potencial, creen que sólo unos pocos
merecen su confianza, que los amigos le son desleales, que los compañeros de
trabajo pueden usar información en su contra, o que sus parejas les son
infieles. En algunos casos, existieron situaciones que los mantienen alertas; en
otros, nada justifica la sospecha. Sin embargo, la suspicacia compromete todas
las relaciones sociales, y la relación de pareja es la más afectada.
Estas personas son cautelosas, tensas, siempre están alertas o
hipervigilantes.
Su mirada capta malas intenciones o acciones astutas de los demás. No son
sujetos delirantes (en este caso se llaman paranoicos), son personas
conscientes, que organizan su vida como cualquier mortal, sólo que su forma de
percibir y de actuar se basa en la falsa idea de la maldad ajena, no importando
el vínculo que mantengan (desde sus padres, pareja, hijos, amistades, etc.).
Actúan basándose en sospechas infundadas.
Es frecuente que encuentren indicios de daño o conductas malevolentes en
sucesos absurdos o banales. Por ejemplo, una mirada, una conversación
telefónica, una salida entre amigas, etc. No se olvidan de los datos recogidos y
tienden a “atar cabos” que le den sentido a la sospecha. Son rencorosos, actúan
con cautela y no se dejan llevar por arranques “histéricos”. Cuando exponen sus
conclusiones, son fríos e indolentes. Las personalidades paranoides corresponden
entre un 0,5 a 2,5% de la población general, siendo más frecuente en varones.
Los paranoides son capaces de organizar pesquisas con el fin de
agarrar “in fraganti” a la pareja.
Revisan mensajes, e-mails, papeles, y están atentos a cualquier
movimiento. A la hora de tener sexo, la idea de celotipia puede estimularlos,
mezclándose el impulso sexual con ira y desinhibición. También expresan
fantasías con tal de “descubrir” el presunto engaño: “¿te gustaría hacer el amor
con otro?”, “¿con quién te estás acostando?” o “¿quién lo hace mejor?”. Pueden
no tener inhibiciones a la hora de probarse en la cama; sobre todo, si existen
factores que intentan debilitar a la pareja. Se nutren de la impotencia ajena
para estimularse. Rechazan todo tipo de propuestas eróticas del compañero sexual
por considerar que existen intenciones “dudosas” en las mismas: “me quiere
probar”; “debe tener un amante y me está comparando”.
Las personalidades paranoides buscan parejas sumisas y
dependientes para ejercer su dominio.
No aceptan la autonomía ni ningún otro cambio que favorezca la
igualdad entre los sexos. El medio cultural modela los comportamientos de
desconfianza para no provocar rechazo de entrada. En un principio, pueden
comportarse con caballerosidad, respeto, tolerancia, amabilidad, mostrando
gradualmente su verdadero carácter; o bien la apariencia, desde el primer
momento, revela su machismo a ultranza, su rigidez de conceptos y la tendencia a
la desconfianza.
Lo recomendable es exponer el problema para que tome
conciencia de su percepción alterada.
La comunicación deberá ser abierta, franca y sin concesiones:
así no se puede seguir. Las personalidades paranoides más rígidas no reconocen
su problema: son egosintónicos, es decir, que su comportamiento alterado está en
sintonía con su Yo. Para ellos, la conducta que manifiestan es la correcta; los
equivocados son los demás. Existen otro tipo de paranoides, con rasgos más
flexibles y temerosos. En estos casos, los planteos de las parejas los pueden
hacer reflexionar y optar por el cambio. Tienen temor de ser abandonados tanto
por sus parejas como por los hijos (en caso de existir) o por el resto de su
familia. La terapia individual o familiar ayuda a afrontar el problema.
Cuando la desconfianza tiene sus motivos
Las personalidades paranoides no necesitan motivos para
desconfiar, su lema podría ser: “todo sujeto es traidor hasta que se demuestre
lo contrario”. Sin embargo, suceden hechos en la vida -sobre todo en las
parejas- que instalan la desconfianza hasta el punto de tornar insoportable la
relación. En este caso, basta un hecho para provocar conflicto, rencor, celos, y
un eterno “pase de factura”. La deslealtad en la pareja es una las situaciones
más críticas, insta al desafío y mide los recursos vinculares para afrontarla.
Unos de los temas más acuciantes es la recuperación de
la confianza.
La persecución con el afán de “saber” (con quién, cuándo,
dónde); la obsesión por los mensajes, mails, llamados telefónicos; el control
horario, etc., provocan una profunda dependencia, no sólo con la pareja, sino
con la idea de infidelidad, ocupando ésta el centro de la vida de la persona
doliente. Hay una premisa que se debe tener en cuenta: si se decide seguir en
pareja, luego de la infidelidad, la persecución no sirve, por el contrario,
aísla, incomunica, provoca más dolor. Si se apuesta a continuar juntos el
compromiso de superación del problema les cabe a los dos. Los hombres o mujeres
que han desarrollado rasgos persecutorios por experiencias pasadas son más
sensibles al cambio.
El “fantasma” de la repetición o la “vuelta del
pasado” sensibilizan a las personas hasta el punto de distorsionar el presente y
se anticipan mal al futuro.
La revalorización del “aquí y ahora” ayuda a las parejas a hacer
un balance de lo conseguido y de lo que falta, además de exponer las estrategias
para afrontar los temores. Romper con las generalizaciones es fundamental. Por
ejemplo: “los hombres son más sexuales”, “si alguna vez fue infiel lo va a
seguir siendo”, o “las mujeres son inestables emocionalmente”. Cada uno es
singular y tiene un mundo propio. Interponer supuestos o conjeturas impide
descubrir la esencia misma de toda relación.
http://www.entremujeres.com/pareja-y-sexo/pareja/pareja-persigue_0_628737193.html#.TxX1y1o6mfM.facebook
Fuente: http://www.entremujeres.com/
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,