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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 04/09/2014 06:44
Camino al andar

“Todo lo que sabemos lo sabemos entre todos”, dijo un campesino andaluz, analfabeto, a Juan de Mairena, personaje creado por el poeta español Antonio Machado (1875-1939) en su obra en prosa.

Dicho apócrifo -el yo filosófico del notable escritor- define la esencia del ecosistema comunicativo en el siglo XXI, donde urge la supremacía de la inteligencia colectiva, en lugar de las limitaciones a feudos de saberes y disciplinas, según reconoce el investigador colombiano Jesús Martín-Barbero.

De hecho, no hay verdades absolutas, sino conocimientos que se construyen en un dinámico proceso, el cual tiene lugar tanto en el intelecto individual, como en el intercambio de ideas, puntos de vista,  vivencias, entre las personas. 

En el hogar, el medio televisual ejerce un fuerte impacto en la cultura de la vida cotidiana, revaloriza el espacio tiempo privado y la calidad de la existencia diaria. En su dimensión socialmente objetiva, realza el valor de una obra audiovisual, la riqueza espiritual, el crecimiento cultural y la humanización, que promueve en los diferentes públicos.

Elocuente por su capacidad de servicio, el programa Vale la pena (Cubavisión, miércoles, 9:45 p.m.), con guion y conducción del doctor en Ciencias Psicológicas Manuel Calviño, constituye una sólida acción cultural, en tanto incorpora prácticas donde la conciencia, la conducta, los bienes, entran en interdependencia para lograr apropiaciones enriquecedoras, que activan el pensamiento lúcido, innovador.
De la estrategia discursiva de cada emisión forman parte el verbo preciso, motivaciones oportunas, el vínculo cordial, nunca complaciente, con el propósito de estimular la curiosidad del televidente -loable astucia comunicativa-, que al involucrarse en el juego textual, participativo, provocador, diseñado por Calviño, amplía, fortifica, nutre sus experiencias de vida, como parte de un eslabón indispensable en la evolución del aprendizaje, el cual estimula el crecimiento de las facetas de la condición humana, siempre teniendo en cuenta el complejo árbol de las subjetividades.

Sin duda, la individualidad está abierta de forma permanente al intercambio de impresiones, incorpora modelos, posturas, es susceptible a influencias, que de manera determinante, modelan gustos, preferencias; en estos sentidos la TV constituye el más sofisticado dispositivo, una de las mediaciones históricas de matrices narrativas del panorama cultural popular. La dinámica del medio resulta evidente, sobre todo desde la perspectiva de los receptores y de lo que el horizonte de los sentidos de estos decide sobre lo que se visualiza y se escucha, lo cual sitúa a la producción televisiva en una situación ampliamente movilizadora.  

En ocasiones, por desconocimiento o escasa información, rechazamos muestras de cine, exposiciones, performances, entre otras representaciones, que por el hecho de formar parte de lo nunca visto nos hacen establecer barreras, en consecuencia perdemos la oportunidad de conocer obras, estilos y otras formas de interpretar la realidad, que como el conocimiento se construye entre todos.

Somos un caldo en constante ebullición, en el cual confluyen lo académico, lo popular, lo local, lo universal. La sociedad no puede ser pensada sin la comunicación. Cada vez más son necesarios programas que revelen valores, propicien el desarrollo espiritual, la riqueza del habla, se impone establecer jerarquías en un mundo definitivamente interconectado.

Ecléctico, integrador, abierto en cuanto a contenidos, estéticas, manifestaciones artísticas, De la gran escena (Cubavisión, jueves, 8:30 p.m.) suele realizar periplos por la cultura nacional e internacional, donde coinciden tendencias, movimientos, creadores significativos por sus aportes a lenguajes disímiles. Con guion de Tomás Alfonso y dirección de José Ramón Artigas, Premio Nacional de Televisión, los presentadores Nilo de la Rúa y María Victoria Gil, recurren a una entonación exquisita, sin pretensiones altisonantes, informan, se interrelacionan, aprehenden significados disímiles, comparten una manera peculiar de contar anécdotas, revelan detalles de la pintura, la fotografía o la escultura, puntos de contacto, divergencias, en cuanto a modas, costumbres, tradiciones. Interesar, entretener, parecen ser máximas del espacio, que a modo de crónica, recrea acercamientos a la memoria y contemporaneidad de los procesos artísticos.

Seleccionar, distinguir, comprender, desestimar sugerencias corresponde a los públicos, que aportan intelectos, gustos, interrogantes. El aprendizaje es continuo, como dice Antonio Machado: nuestras horas son minutos/ cuando esperamos saber/ y siglos cuando sabemos/ lo que se puede aprender. Justo el método es el aprendizaje, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.



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