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General: Artaban el cuarto rey mago
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Réponse  Message 1 de 3 de ce thème 
De: Lady Mabel  (message original) Envoyé: 05/01/2014 12:29
descargar El Cuarto Rey Mago, El Cuarto Rey Mago latino
 
 
La Leyenda de Artaban el cuarto Rey Mago
 

Conozca la historia del Rey Mago que nunca llegó a Belén a adorar a Jesús; según la leyenda el tendría que entregar a Jesús un cargamento de piedras preciosas

 
Cuenta la tradición que los reyes viajaron desde el lejano oriente guiados por una estrella y cargados con regalos para ofrecer al Mesías que nacería en Belén.

Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron a tiempo al pesebre donde nació Jesús y entregaron los regalos que traían para adorarlo: Oro, incienso y mirra.

Sin embargo, pocos saben que en realidad eran cuatro los reyes magos que debieron haber llegado aquella noche a Belén, pero, ¿Qué pasó con el cuarto rey mago?

Artabán era el nombre del rey que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo camino que recorrió buscando a Jesús para entregarle el regalo que debió haberle obsequiado la noche en que nació.

Artabán junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, habían hecho planes para reunirse en Borsippa, una antigua ciudad de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje que les llevaría hasta Belén para adorar al Mesías.

El cuarto rey mago llevaba consigo una gran cantidad de piedras preciosas para ofrecer a Jesús, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión encontró en su camino a un anciano enfermo, cansado y sin dinero. Artabán se vio envuelto en un dilema por ayudar a este hombre o continuar su camino para encontrarse con los otros reyes. De quedarse con el anciano, seguro perdería tiempo y los otros reyes le abandonarían. Obedeciendo a su noble corazón, decidió ayudar a aquel anciano.

El tiempo había pasado y en el punto de reunión no encontró más a sus tres compañeros de viaje.

Decidido a cumplir su misión, emprendió un largo camino sin descanso hasta Belén para adorar al niño, pero al llegar, Jesús había nacido y José y María estaban rumbo a Egipto, escapando a la matanza ordenada por Herodes.

Artabán emprendió entonces un viaje en el que, por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle ayuda a quien la necesitaba?

Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años después el viejo y cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías enviado por Dios para salvar las almas de los hombres. Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había estado buscando durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregarla joya pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo, justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para pagar las deudas de su padre. Artabán la liberó a cambio de la última piedra que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado, nuestro cuarto rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja. En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo la cabeza de Artabán. El temblor aquel anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión

de adorar al Mesías.
 
En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza:
 Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de
beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo
y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste.
 
Artabán, agotado, preguntó:
 
¿Cuándo hice yo esas cosas?
 
Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús
 
le dijo: Todo lo que hiciste por los demás,
 
lo has hecho por mí, pero hoy estarás
 
conmigo en el reino de los cielos.
 
Besitos
Mabel 

 
 


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Réponse  Message 2 de 3 de ce thème 
De: Casimiro López Cano Envoyé: 05/01/2014 18:45
GRACIAS POR LEERME O POR COMPARTIR Y SER MI AMIG@.

Réponse  Message 3 de 3 de ce thème 
De: MARYLO54 Envoyé: 04/01/2015 11:49

Como cada año

se espera la llegada

de los tres Reyes Magos
para la madrugada
de este 6 de enero.
 
Cuenta la tradición
que los reyes viajaron
desde el lejano oriente guiados
por una estrella
y cargados con regalos
para ofrecer al Mesías que nacería
en Belén.
 

Melchor

Gaspar

y Baltasar,

llegaron a tiempo al pesebre

donde nació Jesús

y entregaron los regalos que traían

para adorarlo:

Oro, incienso y mirra.

Sin embargo,

pocos saben que en realidad

eran cuatro los reyes magos

que debieron haber llegado

aquella noche a Belén

pero, ¿Qué pasó con el

cuarto rey mago?

Artabán

era el nombre del rey

que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra

en algunos textos antiguos

que dan cuenta del largo camino

que recorrió

buscando a Jesús

para entregarle

el regalo que debió haberle

obsequiado la noche

en que nació.

Artabán junto con

Melchor, Gaspar y Baltasar,

habían hecho planes para reunirse

en Borsippa,

una antigua

ciudad de Mesopotamia

desde donde iniciarían el viaje

que les llevaría hasta Belén

para adorar al Mesías.

 

El cuarto rey mago

llevaba consigo

una gran cantidad

de piedras preciosas

para ofrecer a Jesús,

 

pero cuando viajaba hacia el punto

de reunión encontró

en su camino a un anciano enfermo,

cansado y sin dinero.

Artabán se vio envuelto

en un dilema

por ayudar a este hombre

o continuar su camino

para encontrarse

con los otros reyes.

 

De quedarse con el anciano,

seguro perdería tiempo

y los otros reyes le abandonarían.

Obedeciendo a su noble corazón,

decidió ayudar a aquel anciano.

 

El tiempo había pasado

y en el punto

de reunión

no encontró más a sus tres

compañeros

de viaje.

Decidido a cumplir su

misión,

emprendió un largo camino

sin descanso hasta Belén

para adorar al niño,

pero al llegar,

Jesús había nacido

y José y María

estaban rumbo a Egipto,

escapando a la matanza ordenada

por Herodes.

Artabán emprendió

entonces un viaje

en el que,

por donde quiera que pasaba,

la gente pedía su auxilio, y él,

atendiendo siempre

a su noble corazón,

ayudaba sin detenerse a pensar

que el obsequio

de piedras preciosas

que cargaba, poco a poco

se reducía sin remedio.

 

En su andar,

Artabán se preguntaba:

¿Qué podía hacer si

la gente le suplicaba

por ayuda?

¿Cómo podría negarle ayuda

a quien la necesitaba?

Así pasaron los años

y en su larga tarea

por encontrar a Jesús ayudaba

a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años

después el viejo y cansado Artabán

llegó por fin a donde los rumores

le habían llevado en su larga

búsqueda por Jesús.

La gente se reunía en torno

al monte Gólgota

para ver la crucifixión

de un hombre que,

decían, era el Mesías enviado por Dios

para salvar las almas de los hombres.

Artabán no tenía duda en su corazón,

aquel hombre era quién había

estado buscando

durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto

a entregarla joya

pese a cualquier cosa,

Artabán encaminó sus pasos

hacia aquel monte, sin embargo,

justo frente a él apareció

una mujer que

era llevada a la fuerza

para ser vendida

como esclava para pagar las deudas

de su padre.

Artabán la liberó a cambio

de la última piedra

que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado,

nuestro cuarto rey mago

se sentó junto al pórtico

de una casa vieja.

En aquel momento, la tierra tembló

de forma brusca y una enorme

piedra golpeo

la cabeza de Artabán.

El temblor aquel anunciaba

la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas,

el cuarto rey imploró perdón

por no haber podido cumplir

con su misión

de adorar al Mesías.

En ese momento,

la voz de Jesús se escuchó

con fuerza:

Tuve hambre y me diste de comer,

tuve sed y me diste de beber,

estuve desnudo y me vestiste,

estuve enfermo y me curaste,

me hicieron prisionero y me liberaste.

Artabán, agotado,

preguntó:

¿Cuándo hice yo esas cosas?

Y justo en el momento en que moría

la voz de

Jesús le dijo:

Todo lo que hiciste

por los demás,

lo has hecho por mí,

pero hoy estarás conmigo

en el reino de los cielos.

 




 
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