No son justos aquellos que suponen a un Kafka siempre sufrido y en penumbras. El hombre tuvo sus momentos de alegría, risas, deseos y placer. Con no poca frecuencia practicaba natación, hacía gimnasia, remaba, trabajaba y tomaba sol desnudo en el jardín de su casa: el nudismo como filosofía de... Ver mas
No son justos aquellos que suponen a un Kafka siempre sufrido y en penumbras. El hombre tuvo sus momentos de alegría, risas, deseos y placer. Con no poca frecuencia practicaba natación, hacía gimnasia, remaba, trabajaba y tomaba sol desnudo en el jardín de su casa: el nudismo como filosofía de vida, al igual que la opción vegetariana en las comidas, era una de sus aficiones; de tanto en tanto, además, frecuentaba las tabernas de Praga, donde bebía y dialogaba con almas perdidas como la suya. Fue quizá para compensar los excesos (que incluían visitas reiteradas a los prostíbulos de la ciudad) que con el tiempo se hizo naturista. En un pie de página de los diarios compilados por su amigo Max Brod cuenta que Kafka siempre mostró interés por la terapia natural: “Siguió todas sus derivaciones: la comida cruda y vegetariana, el nudismo, la gimnasia y la antivacunación“.
Kafka se enamoró de Milena Jesenská. El amor del escritor por ella era el más grande y, por eso mismo, el más imposible. Kafka tenía treinta y seis años cuando conoció a Milena; ella tan sólo veinticuatro. Es Milena la que inicia la relación al ofrecerse, por carta, como traductora de su obra al checo (Kafka escribía en alemán). La misiva es respondida y la correspondencia crece. Alrededor de dos años duró la relación fraternal y amorosa entre ambos. Pero salvo unos pocos encuentros esporádicos en Viena, el vínculo se desarrolló básicamente por vía epistolar. Fue un amor reducido por la timidez de Frank, un montón de cartas a Milena y nada más, nunca le tocó ni un codo.
Catalina de Aragón, hija de Fernando II de Aragón y de Isabel de Castilla (los Reyes Católicos), nace en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares el 16 de diciembre de 1485 y era la hija menor de los Reyes Católicos, era, según, Almudena Arteaga, la más parecida a su madre. De cabello rojizo... Ver mas
Catalina de Aragón, hija de Fernando II de Aragón y de Isabel de Castilla (los Reyes Católicos), nace en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares el 16 de diciembre de 1485 y era la hija menor de los Reyes Católicos, era, según, Almudena Arteaga, la más parecida a su madre. De cabello rojizo, rostro sereno, graciosa, sagaz, inteligente y excelentemente educada, que hablaba y leía en latín.
En 1501 se casa con Arturo, primogénito de Enrique VII de Inglaterra, que muere al año siguiente, y al quedar viuda, continuó en Inglaterra. Cuando Catalina de Aragón abandonó Granada rumbo a Londres en 1501, apenas adolescente, para casarse con el príncipe de Gales, Arturo Tudor, no imaginaba que sería viuda pocos meses después. La joven quedó desolada.
Sus padres, que no querían renunciar a la alianza, raudos y veloces, se apresuraron a prometerla con Enrique VIII, rey de Inglaterra. En 1503, se desposa con el hermano de Arturo, Enrique, que reinaría como Enrique VIII. La ceremonia se celebró en 1509 al subir éste al trono, en unos fastos que duraron varios días.
De este matrimonio nacerían seis hijos de los que sólo sobrevivió una niña; María Tudor. La ausencia de un sucesor varón produjo malestar en Inglaterra que aún recordaba la guerra de las Dos Rosas, y hacía 1525 Enrique VII empieza a pensar en el divorcio.
Tras conocer a Ana Bolena, el rey confirma sus intenciones y, a partir de 1527, se somete el asunto a las autoridades eclesiásticas con el pretexto de que el matrimonio era nulo por haberse realizado entre cuñados.
El papa Clemente VII se mostró al principio conciliador, pero la tajante negativa de Catalina, que en ningún admitió la competencia del tribunal nombrado para dirimir el caso, y las presiones de Carlos V modificaron su actitud.
Enrique VIII, sin tener en cuenta la decisión papal, rompe definitivamente con Catalina de Aragón en 1531 y se casa con Ana Bolena. Posteriormente consigue que el arzobispo de Canterbury, Tomas Crammer, disolviese su matrimonio con Catalina (1533), quien fue confinada en varios castillos sin que nunca declinase su título de reina.
Estos hechos ocasionaron la ruptura de Roma e Inglaterra y el nacimiento de la Iglesia Anglicana al margen del Papa.
Catalina de Aragón, reina de Inglaterra, muere el 7 de enero de 1536, en el castillo de Kimbolton, Huntingdonshire, Inglarerra. Está enterrada en la abadía de Peterbourough.
Abelardo nació en 1079 en Palais, Alta Bretaña, una aldea próxima a Nantes. Berengario, su padre, era una persona culta e ilustre que supo hacerse cargo de la educación de su hijo y sus hermanos. Siendo muy joven, Abelardo fue destinado a la carrera militar, que luego abandono por su pasión... Ver mas
Abelardo nació en 1079 en Palais, Alta Bretaña, una aldea próxima a Nantes. Berengario, su padre, era una persona culta e ilustre que supo hacerse cargo de la educación de su hijo y sus hermanos.
Siendo muy joven, Abelardo fue destinado a la carrera militar, que luego abandono por su pasión por el estudio. Cultivó todos los saberes de su tiempo, incluyendo la música y el canto. Y fue por el estudio que renunció tanto a su herencia como a su primogenitura. Abelardo, inteligente y tolerante, fue paradójicamente asceta o sensual, según los vaivenes de su corazón.
A los 20 años, Abelardo se marchó a París, dedicándose a la filosofía. Estableció una escuela en la colina de Santa Genoveva y a la misma atrajo a una gran multitud de alumnos de los que mereció profundo respeto. Años mas tarde, sus obras De trinitate y su Introducción a la teología, despertarían grandes polémicas y serían condenadas por la Iglesia Romana.
Tuvo su primera escuela en Melun y en Corbeil para regresar a los 25 años a París en donde se entregó plenamente al debate filosófico. Abelardo se hizo discípulo de Anselmo para aprender teología. Luego comenzó a debatir con su maestro, al que venció en una discusión pública, quedándose así con todos sus discípulos. La soberbia de Abelardo ase despertó como consecuencia de su constancia en el estudio y su habilidad retórica.
Eloísa, era una bella joven de talento excepcional, sobrina de Fulberto, canónigo de París. Había nacido en 1101 y tenía entonces 17 años. Abelardo, que vivía en casa de Fulberto, sedujo a Elosía bajo el pretexto de cultivar su formación filósofica: “inflamado de amor, busque ocasión de acercarme a Eloísa y en consecuencia, trace mi plan.”, decía Abelardo en una epístola dirigida a uno de sus amigos.
Cuando Eloísa quedó embarazada, Aberlardo decidió raptarla para conducirla a Bretaña. Allí, dio a luz un niño en la casa de la hermana de su amante. Pero cuando Abelardo regresó a París, Fulberto lo esperaba para ejecutar su venganza: sus emisarios multilarían sin mas al seductor de su sobrina.
Eloísa, sin otra alternativa, tomaría los hábitos en el convento de Argenteuil y Abelardo, ingresaría en el convento de Saint-Denis. Aunque éste, más adelante, abandonaría el claustro para dedicarse nuevamente a la enseñanza y al debate filosófico, aumentando su fama y con ella, la cantidad de seguidores y adversarios.
Abelardo, como consecuencia de sus ideas y discusiones teológicas, fue rechazado por los monjes de Saint-Denis, por lo que se retiró a la diósesis de Troyes donde se comprometió con una vida austera y rigurosa. Allí fundó el oratorio al Paracleto o Espíritu Santo Consolador, del que mas tarde Eloísa fuera abadesa.
Durante el Concilio de Sens, en 1140, San Bernando venció a Abelardo en una discusión pública. En consecuencia, fue condenado a cárcel perpetua (sentencia que luego fue conmutada por la clausura en un monasterio). Sin embargo, años después, el abad de Cluny, Pedro el Venerable, logró reconciliar a Bernardo y Abelardo.
Abelardo murió en la abadía de San Marcelo, en Chalons-sur-Saone, el 21 de abril de 1142. Tenía por entonces 63 años. En sus últimos años, había abandonado sus ideas heréticas, rechazando el arrianismo y el sabelianismo. Eloísa, reclamó su cuerpo.
Elosía murió en 1163, pero recién en 1808 los restos de ambos amantes fueron depositados juntos en el Museo de monumentos franceses de París. Finalmente en 1817, ambos fueron depositados en una misma tumba, en el cementerio del Pere Lachaise, de la misma capital. En rigor, los arqueólogos cuestionan la autenticidad de los restos. Pero en el terreno de lo legendario, la ficción y la realidad se tejen en una verdad de fe, que vale simplemente por el romanticismo del relato que los que escuchas desean creer.. Abelardo y Eloisa, aunque abocados al debate filosófico el uno, o la vida monástica la otra, nunca dejaron de amarse apasionadamente, pensando sin más, el uno en el otro. No pudieron morir juntos, pero protagonizaron la terrible desdicha de un amor imposible que si bien no les dio la felicidad de vivir uno cerca del otro, si les dio la de haberse sabido amados.
Tratándose de alguien tan complicado como Adolf Hitler (1889-1945) es muy difícil saber si realmente amo a Eva Braun (1912-1945). Lo Cierto es que la consigna difundida por Goebbels era «El Führer no tiene vida privada. Se dedica día y noche al pueblo alemán», y, por tanto, la existencia de Eva... Ver mas
Tratándose de alguien tan complicado como Adolf Hitler (1889-1945) es muy difícil saber si realmente amo a Eva Braun (1912-1945). Lo Cierto es que la consigna difundida por Goebbels era «El Führer no tiene vida privada. Se dedica día y noche al pueblo alemán», y, por tanto, la existencia de Eva fue siempre ocultada. Por otra parte, los desaires de Adolf hacia Eva fueron constantes. La pareja se conoció en 1929 en el estudio del fotógrafo Hoffmann, donde ella trabajaba. Durante mucho tiempo su relación fue inocente. El le traía flores y bombones y charlaban en la tienda. Luego empezó a invitarla al cine o a llevarla de picnic. Eva y Adolf se convirtieron en amantes a principios de 1932. Ella siempre confió en que se casarían, pero las intenciones del dictador no eran esas.
El 1 de noviembre de 1932, harta de que el la esquivara, se pegó un tiro en el cuello. La bala paso cerca de la yugular, pero no causo gran daño. Para llamar su atención, el 28 de mayo de 1935 intento otro suicidio, esta vez con somníferos. En las veintidós páginas que se salvaron de sus diarios se refiere a ella misma como «Yo, la amante del hombre más grande de Alemania y del Mundo », aunque se quejaban de que Hitler solo la necesitaba «para determinados fines». Finalmente Eva abandono su trabajo y Hitler le puso una casa propia. Eva Braun tenía libertad, salía con sus amigos o iba de viaje con su madre. Sin embargo, en público Hitler jamás reconocía su relación. Eva le llamaba «Mi Führer», aunque combinándolo con el tuteo, y Hitler, en privado, la llamaba Evchen o «Tontita». En 1938 Hitler dio un nuevo paso hacia ella y la nombro beneficiaria de su testamento. Sin embargo, la convivencia no fue un camino de rosas: Eva fumaba a escondidas y no podía salir de su habitación cuando venían invitados importantes. En 1939, Eva Braun dispuso de una vivienda propia en la cancilleria. Seguía sin poder asistir a las recepciones oficiales.
En la noche del 26 de abril de 1945 los rusos inician el bombardeo de la ciudad. Por esos mismos días, Mussolini y Clara Petacci, su amante, son apresados por los partisanos cuando intentaban fugarse a Suiza. Los ejecutan de inmediato y los cuelgan de los pies en la plaza Loreto de Milán. El Führer no quiere tener el final humillante que ha sufrido el duce. Sabe que no podrá salir del bunker, y decide que nada quede de su cuerpo. El 29 de abril se casa con Eva Braun por “los muchos años de fiel amistad”. Al día siguiente se suicidan.
El telefonista del búnker, Rochus Misch, de 88 años recuerda todavía ese momento preciso de hace sesenta años. Era el 30 de abril de 1945 y él estaba allí cuando se abrió la puerta del búnker.
«Hitler, sentado en un sofá, estaba desplomado sobre su mesa y Eva Braun estaba estirada a su lado. Los vi con mis propios ojos. Era algo que nos esperábamos. No fue algo que ocurrió por azar, porque nos estábamos preparando para el final».
Hitler y Eva Braun entraron en su apartamento y cerraron la puerta.
«No sé cuánto tiempo necesitaron. Puede que una o dos horas - dice Rochus -. Yo no oí el disparo, porque estaba reparando una avería telefónica. Pero oí a alguien que gritaba: 'Linge, Linge, creo que ya lo han hecho'. Desde entonces esperaron unos 20 minutos más y, a continuación, abrieron la puerta y yo miré».
El hombre que había sumido a Europa en el peor conflicto de su historia y que había enviado a millones de judíos al exterminio, estaba desplomado encima de una mesa, con una herida de bala en la cabeza. Eva Braun yacía a su lado, en el suelo, sin vida. Según los historiadores, Hitler le habría dado veneno a su mujer antes de dispararse. Los cuerpos de ambos fueron rociados con gasolina y quemados en el patio del búnker, mientras su servicio le rendía honores haciendo el saludo hitleriano.
Fue el 6 de abril de 1327, día de Viernes Santo. En la iglesia de Santa Clara, en Avignon, el poeta ve por primera vez a la mujer que había de inspirar sus rimas amorosas a lo largo de una vida entera. Aquella mujer se llamaba Laura, y estaba casada con el aristócrata Hugo de Sade. Según decía... Ver mas
Fue el 6 de abril de 1327, día de Viernes Santo. En la iglesia de Santa Clara, en Avignon, el poeta ve por primera vez a la mujer que había de inspirar sus rimas amorosas a lo largo de una vida entera. Aquella mujer se llamaba Laura, y estaba casada con el aristócrata Hugo de Sade. Según decía el propio Petrarca, los encuentros entre ambos fueron poquísimos y casuales, y el amor jamás correspondido. La pretensión de que "Laura" no fuera otra cosa que una imagen ideal, una entidad simbólica, una alusión metafísica, teológica o, peor aún, críptica, ha tenido alterna fortuna a través de los siglos; pero, en verdad, semejante interpretación es un atentado contra la verdad histórica y el sentido común. Si bien su amor nunca llego a ser más que una utopía, a él se debe la inspiración y creación de sus versos más perfectos e innovadores de la lírica hasta entonces. Versos que luchan entre el sentimientos de espiritualidad y el amor pasión que experimenta por su amada Laura. Su relación con ella y su esposo es frecuente, y pasado un cierto tiempo, fue la propia Laura de Noves quien pone freno a ese trato continuado, reduciendo su relación a una respetuosa y lejana amistad. En 1348, el año de la "gran plaga", obtuvo una canonjía en Parma, adonde en mayo le llegó la noticia de la muerte de Laura, suceso que lloró en sus versos durante muchos años.