Muñeca de porcelana
con uñas de manicura,
manos finas, palaciegas,
prestas para el besamanos.
Desconoces la dureza
de la vida cotidiana,
de la lucha hasta la muerte
por un trozo del pastel.
No creas en su dulzura,
amargo es como la hiel,
disfrazado va con nombres
tatuados sobre la piel.
En Europa, Indignación,
lucha por trabajo y casa.
En África cambia el nombre
y se convierte en miseria,
hambre, enfermedad y muerte,
indignadas entre tribus.
En Asia venden los hijos
para poder subsistir.
¡Pobres frutos no anhelados!
Prostitución es el nombre.
Entre tanta hipocresía,
tus labios pintas coqueta,
esperando al joven rico
que sufrague tus facturas,
la simiente de tus hijos,
que vivirán sin grilletes,
esos que cuelgan ahora
de todo un orbe inconsciente.