Deshojar
Se me fue deshojando, lentamente,
bajo la tibia luz de la mañana;
a lo lejos, rezaba la campana
de la abadía su oración ferviente.
Cada pétalo, símbolo latente
de la inocencia, a su final cercana;
una canción erótica profana,
de lejos, la dulzura del ambiente.
Cayeron a mis pies, leves, sedosos,
y a su rostro de nardos luminosos
se encaramaron pálidos rubores.
Al fin la vi en su perfección, desnuda,
sin adornos triviales…, y sin duda
sobre mi pretensión y sus fervores.
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