La pregunta me surgió luego de leer la obra Peer Gynt, de Heinrich Ibsen.
Peer Gynt,
bronce que evoca al prsonaje, en Noruega
Todos recordaremos quizá la bellísima música de Edvard Grieg "El Amanecer" (también conocida como "La Mañana"), de su poema musical Peer Gynt, al que también corresponde la conocida en ballet "Danza de Anitra" y la Canción Nacional de Noruega "La Canción de Aase".
Edvard Grieg
Algo menos conocida es la obra de teatro, de muy difícil representación, Peer Gynt, escrita en 1867 por Henrik Ibsen (1828-1906), el mismo autor de la conocida obra "Casa de Muñecas".
Henrik Ibsen
Peer Gynt es uno de esos muchachos que en Argentina llamaríamos "un tiro al aire", es decir, un fantasioso soñador de grandezas que promete cumplir y nunca concreta. A su madre la mima y le cuenta historias disparatadas que la pobre mujer, que lo ama, cree, aunque las sabe mentidas. Un día, a Peer lo atrapan los gnomos y comienzan a convertirlo en uno de ellos, pero él logra huir, quedando así mitad hombre y mitad... gnomo.
Peer se transformará en un industrial que recorre el mundo egoístamente y, ya grande, cuando camina por un bosque de su tierra natal, se cruza con un fabricante de botones. Éste le dice que a los botones defectuosos los vuelve a fundir y, con su pasta líquida, hace botones nuevos.
El fundidor de botones le revela que él es la muerte y, por haber sido Peer un mediocre en su egoísmo, tiene que refundirlo para hacer botones nuevos. Peer se alarma y pide a la muerte que le de plazo para mejorar (no cuento el final, para quien lo quiera leer).
Y a lo que iba: ¿qué es, para Ibsen, un gnomo?
Los gnomos de Ibsen, en Peer Gynt, son seres desfavorables.
Su característica es el egoísmo.
Seres que no se involucran con el que está a su lado y, por el contrario –aquí quería llegar-, se auto bastan.
La obra, de finales del romanticismo, tiene mucha importancia para el nacionalismo noruego. Pero, además, creo que entraña una importante crítica a la actitud que provocan ciertas manifestaciones del entonces naciente industrialismo: la autosuficiencia.
Y me pregunto: ¿hasta qué punto no somos "mitad gnomo", como Peer Gynt?
Corrientes actuales de pensamiento nos impulsan a buscar la armonía conmigo mismo, incluso con la naturaleza, olvidando la armonía en la vinculación con el otro.
Acobardados por la experiencia de las dificultades de la vida de relación, cuántas veces optamos por no involucrarnos.
Miramos "mi felicidad" y, si vivir con el otro me la torna difícil, dejarlo atrás. Como si una relación afectiva fuera "descartable", al igual que un envase de refresco. O, lo que es peor, directamente optamos por las relaciones pasajeras, sin proyecto de construir un marco de convivencia estable.
¡Me recuerda tanto a aquél al que se le murió la mascota y no quiso tener otra para no sufrir…!
Pero eso no es lo mismo cuando no hablamos de "mascotas" sino de personas.
Y no me refiero únicamente a la actitud ética solidaria que crea el deber de no hacer sufrir al prójimo. Miro la real felicidad mía propia.
¿Soy en realidad en gran parte un gnomo?
¿Es cierto que me puedo auto bastar afectivamente?
¿Seré feliz cuando los otros estén lo suficientemente distantes como para no hacerme doler, lo suficientemente lejos como para que sean útiles a mi "felicidad" pero no puedan invadir mi intimidad, sean lo suficientemente dóciles ("domados") como para no oponer un no?
¿O habré quedado en la mediocridad autista del niño que juega solo y no participa del gran juego de todos, de la vida?
¿No quedará, entonces, al final de mi vida, solo un botón que se deba refundir para hacer uno nuevo…?
¿No quedará solo la mediocridad…?
Me lo pregunto, no más...
Un fuerte abrazo
Jove