Jesús enseñó que las realidades eternas eran el resultado de los esfuerzos honrados en la tierra.
Libro de Urantia.
La vida eterna no es algo ilusorio que podamos adquirir por medio de oraciones o acciones piadosas, porque la evolución espiritual es algo muy concreto que debe estar basada en la materia de la cual está compuesto el hombre y todo lo que lo rodea. La vida eterna tiene su comienzo en esta tierra y en nuestra vida finita y limitada, porque es a través de ella que podemos evolucionar, porque a pesar de nuestro origen animal, en nosotros también está la chispa divina que nos permite tener otra perspectiva pues "la estancia mortal del hombre en la tierra adquirió nuevos significados como consecuencia del reconocimiento de un noble destino, pues lo finito del tiempo, contiene dentro de sí mismo las semillas de la eternidad.1287"
Para llegar a ser verdaderamente espirituales, no necesitamos de tiempo extra, ni tampoco el dejar todo y seguir a Jesús como tuvieron que hacerlo los apostóles, porque gracias a El que nos dejó antes de partir el Espíritu de la Verdad, hoy en día lo que tenemos que hacer para seguirlo, es simplemente vivir nuestra vida ordinaria de manera tal, que ella se transforme en algo extraordinario, porque en verdad si tenemos conciencia de lo que estamos haciendo y para qué, nuestras acciones, por insignificantes que a simple vista parecieran ser, toman el valor de sobrevivencia eterna, pues "nada de lo que hace un hijo de Dios es ordinario"2049
Las religiones nos han enseñado que la espiritualidad es producto de nuestra unión con Dios y tienen razón, pero esa unión no se alcanza por medio de los ritos ni de las oraciones, sino por medio de nuestras acciones, de nuestros pensamientos cotidianos, porque el ser humano al revés de lo que se nos ha enseñado "crece conscientemente desde lo material a lo espiritual, por la fuerza, el poder y la persistencia de sus propias decisiones.1282"
La espiritualidad nos conduce al querer ser perfectos como lo es nuestro Padre, pero esta perfección no nace en forma espontánea, sino de nuestras luchas interiores y de nuestros fracasos bien aprovechados, porque no nos olvidemos que "formamos parte de una gigantesca creación, por tanto no es extraño que no funcione todo a la perfección; nuestro universo no fue creado en perfección. La perfección es nuestra meta eterna, no nuestro origen.840" por tanto nuestra evolución es paulatina y " en tu asenso al Paraíso jamás, te ganarás nada intentando impacientemente eludir el designio divino establecido mediante atajos, invenciones personales u otros artificios para facilitar el avance en el camino de la perfección, para la perfección y hacia la perfección eterna.840"
El pretender algún día llegar a ser perfectos como nuestro Padre no es una utopía, porque aún cuando "los mortales de Urantia dificilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, es enteramente posible para los seres humanos, que comienzan como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta excelsa y divina que el Dios infinito ha puesto para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino estarán, en todo lo que corresponde a la autorrealización y alcance de la mente, tan pletóricos en su esfera de perfección divina como Dios mismo lo está en su esfera de infinidad y eternidad. Puede que tal perfección no sea universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos de divinidad de voluntad, perfección de motivación de personalidad, y conciencia de Dios.22"
Jesús que conocía tan de cerca nuestras limitaciones nos dijo: "No os preocupéis si no conseguís captar el pleno significado del evangelio. Vosotros no sois sino finitos, hombres mortales, y lo que yo os he enseñado es infinito, divino y eterno. Sed pacientes y valerosos porque ante vosotros se abren las eras eternas en las que continuaréis vuestro logro progresivo de la experiencia de volveros perfectos, así como vuestro Padre en el Paraíso es perfecto1961" Lo importante es no quedarnos quietos, no conformarnos con lo que podamos hacer o comprender en un día determinado, porque más que las iluminaciones místicas, lo que necesitamos es del despertar diario y de perseverancia a toda prueba, para aprovechar cada día como una oportunidad que se nos brinda para alcanzar nuestra menta eterna a través de lo material y cotidiano
yolanda silva solano