La técnica de la risa es una de las estrategias terapéuticas que actualmente se está utilizando en un geriátrico de Israel para tratar estados depresivos.

Los adultos se ríen mucho menos que los niños, quienes suelen reírse continuamente por cualquier cosa.

La ciencia ha comprobado la eficacia sanadora de la risa y este descubrimiento motivó al Dr. Madan Kataria a desarrollar la técnica de enseñar a reír sin tener un motivo específico.

Se sabe que la risa es contagiosa, de modo que aprovechando esta característica en el ser humano, este profesional creó un método para provocar la risa en grupos, obteniendo como resultado una actividad tan divertida como sanadora.

A veces, las situaciones más dramáticas tienen un lado cómico que puede provocar risa, cambiar el estado de ánimo y permitir percibir esos acontecimientos de un modo más elevado.

Es el humor el que muchas veces nos hace tomar distancia de los hechos y nos ayuda a sobrevivir situaciones límites, aunque sea por algunos breves momentos.

Esto es lo que afirma Víctor Frankl, médico psiquiatra que estuvo prisionero en un campo de concentración nazi donde perdió a toda su familia.

La vida de este reconocido profesional fue respetada porque era médico y lo necesitaban, pero tuvo que soportar el encierro, hambre y el dolor de perder a su joven mujer y de sus padres; sin embargo pudo sobrevivir porque se refugió en su intelecto.

Esa experiencia fue la que lo inspiró a desarrollar su teoría que denominó “logoterapia” y a escribir el libro “El hombre en busca de significado”; al darse cuenta que los que sobrevivían eran los que se aferraban a una esperanza.

El potencial terapéutico de la risa fue descubierto por varios científicos, quienes confirmaron que solamente el movimiento de los labios que demanda una sonrisa, es terapéutico, porque estimula la producción de endorfinas en el organismo.

Gran cantidad de publicaciones científicas dan cuenta de la dimensión que ha adquirido esta técnica terapéutica al alcance de todos, que demuestra ser de mucha eficacia tanto para el cuerpo como para la psique.

La risa no sólo mejora los estados depresivos y la ansiedad, sino que también disminuye la percepción del dolor, favorece la elasticidad de las arterias, estimula el sistema inmunológico, atenúa los efectos del estrés, y aumenta la sensación de bienestar al liberar endorfinas.

Si al humor se le agregan pensamientos positivos, los beneficios orgánicos se multiplican e influyen a nivel emocional.

La risa hace que nos veamos de una manera diferente, eleva la autoestima y ayuda a recuperar el optimismo y las ganas de vivir.

Esta práctica mejora la calidad de vida porque aumenta la energía y la creatividad, promueve las relaciones interpersonales y hace a las personas más solidarias.

Investigadores de la Universidad de Jerusalén, en Israel, trabajaron en geriátricos con personas que fueron víctimas del holocausto judío, quienes reconocieron haber podido superar esas experiencias conservando el sentido del humor, buscándoles a las situaciones difíciles el lado humorístico.

Esta forma de encarar los problemas hace que se minimicen las dificultades y ayuda a no tomarse tan en serio la vida y aprender a reírse de uno mismo.

El proyecto de cine terapéutico implementado por Enzo Agada Bau, en geriátricos de Israel, con el apoyo del Estado, oportunamente podría ser desarrollado también en Argentina.

Mientras tanto, este profesional se dedica a dictar el curso “Felicidad como filosofía de vida” en la Universidad Maimónedes.

Es posible reírse de lo que nos hace sufrir viendo las cosas desde un punto de vista risueño y capitalizar esa experiencia para aprender.

Fuente: “La Nación”, “La risa y el humor como estrategias antidepresión, Tesy de Biase.