Hay personas envidiosas alrededor de nosotros. En ciertas ocasiones, sentimos cierta envidia que no podemos refrenar. ¿Qué nos conviene hacer en estos dos casos?
La envidia es un mecanismo que nos hace desear algo que no poseemos. Es normal tener cierta añoranza por algo que vemos concretado en otra persona y que no tenemos.
¿Es normal tener envidia?
Considero que es una manifestación que no se puede evitar. Lo positivo es ver qué nos está señalando y de qué manera podemos solucionarlo o aceptarlo. Nos invita a superar nuestras propias limitaciones.
Por ejemplo, si nos da cierta envidia que alguien se case o reciba un título universitario, resulta evidente que nos gustaría estar en el lugar de ese ser y esta alerta podría ser muy bienvenida, ya que nos indica claramente qué queremos lograr y hacia dónde encauzar nuestros pasos futuros.
Hasta acá, todo se encuadra dentro de limites normales.
¿Está mal sentir envidia?
Si cada vez que envidias a alguien sientes ira y te dan ganas de insultarlo (“¡qué %$&, no puede tener tanta suerte!”, te desvalorizas (“todo lo bueno le pasa a los demás, no sirvo para nada”) o incluso tienes la tendencia de querer desearle el mal a esa persona (“ojalá no le confirmen su trabajo nuevo”), te estás envenenado internamente y eso , sin lugar a dudas, es nocivo y puede causarte problemas de diversa índole (además de afectar profundamente tu comunicación con los demás).
¿Qué hacer si hay gente envidiosa cerca de nosotros?
Podemos ayudarlos a que vean sus carencias y las enfrenten, o simplemente y si es posible, no darles cabida en nuestra vida ni permitirles que se inmiscuyan en nuestros asuntos. Hacer oídos sordos suele dar resultados estupendos. Si te preocupas por lo que te dicen o por cómo te miran, estarás entrando en su terreno y ellos ejercerán poder sobre ti (¡te manipularán a su antojo!).
¿Qué hacer si nos invade la envidia?
En primer lugar, relajarnos. A todos nos entristece ver que alguien ha logrado (o sin proponérselo, ha conseguido) eso que tanto buscamos obtener. Tenemos la gran posibilidad de que este sentimiento se transforme en el impulsor de acciones para acercarnos a nuestro cometido.
En caso de no poder manejarlo o de que venga acompañado de sentimientos indeseables o negativos, es nuestra responsabilidad trabajar lo que nos duele y no permitir que nos enferme en ningún plano – transmutar esto será un gran paso hacia una mejor calidad de vida emocional.