DRAMA NOCTURNO
El niño duerme y en su frente pura
son los bucles de humo vagaroso y dorado
y en la mano de rosas asegura
el sonajero de reir cansado.
En la alcoba infantil, como en un nido,
cubierta con el ala la pensativa frente
el Angel de la Guarda se ha dormido
más la luz de sus ojos dulcemente
atraviesa los párpados y el ala.
Como un río de seda el silencio resbala
En la estancia contigua
como sabe que nadie puede oirlo
el cucú del reloj canta la antigua
canción que en Nuremberg cantaba un mirlo.
De pronto salta un duende por la abierta ventana
y trota hacia el espejo con trote de ratón
tiene los pies de lana
y en la mano un pedazo de carbón
adopta una postura lo más ceremoniosa
ante el espejo, luego se hace un guiño
y rie con su risa feliz de anciano niño
que le llena de hoyuelos las mejillas de rosa
Después en la pared más ancha de la alcoba
con el trazo infantil de su carbón dibuja
una imponente bruja
cabalgando en su escoba
Una bruja que tiene feas patas de cabra
y un mochuelo posado sobre el hombro:
y ríe locamente pensando en el asombro
que va a tener el niño cuando los ojos abra.
Más ya despertó el Ángel y en vuelo de paloma
ha llegado hasta el duende que asustado lo mira:
con sus dedos de plata por el cuello lo toma
y sobre el césped del jardin lo tira…
Y sonríen sus labios con sonrisa indulgente,
mirando huir al duende con la mano en la gorra…
Entorna la ventana suspira dulcemente
y con el ala blanca la bruja negra borra.
Autor: Arturo Nale Roxlo