04 DE OCTUBRE DE 2003
Revolví toda la casa y no encontré una puta foto del Cantinflas para armar carteles y ponerlos por el barrio. No tenemos un mango para dar de recompensa, pero yo confío en que la gente es buena... Igual no encontré ni una foto del Cantinflas.
Entonces el Caio me dice esta tarde: "Viejita, busco en el Google una foto cualquiera de un gato blanco, total son todos iguales, y armo los carteles... Yo mismo me encargo de poner las fotocopias por todo el barrio". Le di diez besos al Caio, y le dije que era un santo.
Me fui a la peluquería y después al Coto, más tranquila. Me parecía que con esa actitud mi hijo estaba normalizándose un poco. Pero no. Cuando salgo del Coto vi estos carteles infames por todas partes:
Qué chico pelotudo, dios mío. Ahora me voy con un cuchillito tramontina a despegar todos los carteles que vea. Y el gato sigue sin dar señales.