Uno de los pasajes más memorables de ese libro hermosísimo lo cuenta Francisco Pineda, quien a los ocho años lo llevó a ver los pájaros y lo espió mientras El Apóstol escribía su Diario de campaña:
Yo lo llevé (a Martí) también a ver los pájaros… Perduramos allí un ratico y luego jalamos más alante y nos encaramamos en unas subideses que había. Buscaba consolar su deseo que tenía de ver. Se asomaba mucho a los bordes, apartando malezas, y no era, hombre, por arrancarse guizasos de la pernera del pantalón. Defiendo que no. Era por contemplar la extensión de leguas allá abajo que iban a darse con el mar. “¡Qué lindo es el mundo, Francisco!, me dijo, y no lo entendí, no lo podía entender. ¿Cómo el mundo aquel materío de espinas, solo, sin nadie ahí? Él vio que yo no lo creía. Y volvió conque sí, que lo era, y que yo estaba parado sobre de él. ¡Esto es lo más grande que a mí se me ha dicho! Y no porque fuera muchacho, no: ningún guajiro de por aquí, si tú le preguntabas, sabía que estaba parado sobre del mundo. A mí me dio hasta por reírme…
Ahora digan ustedes si Martí tenía la razón.
Es como si llevara un coqueto pañuelito. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
El sol es mi corona. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
Ja, esto sí es agua pura. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
Hola, hola. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
Está cayendo sobre mí la tarde. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
El rey de las semillas. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
¿Tú crees que habrá algo más hermoso que esta pradera naranja? Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
El paraíso. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
La ardilla voladora. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
¿Habrá algún humano por ahí? Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.
Romeo y Julieta. Foto: Blog de Fotografía y Medio Ambiente.