¿Qué es la juventud o la vejez y cómo se presenta más allá de la edad cronológica?
Más allá de la semántica, estas interrogantes quedan al arbitrio de quien sobre ellas quisiere predicar algo.
He compartido con personas que acumularon varias decenas de años, pero tenían viva y activa su curiosidad, entusiasmo e interés por explorar nuevos caminos y proyectos, quienes de tal manera mantenían una juventud prolongada.
Quien acuñó el término “años dorados” fue alguien realmente brillante. Es esa edad la que nos permite mirar la espalda de las cosas, cuando parados sobre el pedestal de lo vivido, podemos determinar sin mucho problema quienes realmente son viejos porque se sienten como tales y quienes, independiente de los años vividos, disfrutan de juventud prolongada.
También he conocido algunos que a los treinta años, por su forma de ver la vida y las cosas, su temperamento timorato, taciturno y negativo, parecían encontrarse de vuelta del final del camino, cual verdaderos… viejos.
Porque… más allá de la apariencia física ¿Qué diferencia la juventud de la vejez, sino el entusiasmo, la curiosidad, el deseo de emprender, experimentar nuevos senderos, retos y proyectos?
¿No es el deseo de soñar, amar con pasión, enfrentar con valor y optimismo la cotidianidad y sus desafíos, independiente de cual fuere su entidad?
No son la cantidad de años vividos lo que determina la actitud juvenil, que se materializa en la aptitud y arrojo al plantearse metas, fantasías e ilusiones, para avanzar de frente y sin tregua a la consecución de su logro, en un mundo sinérgico y cambiante, sino la actitud frente a la vida y sus circunstancias.
Recordemos que fueron personas mayores de cuarenta años, quienes sintiéndose con su juventud prolongada, realizaron los mayores e importantes aportes a la civilización; sin que eso signifique que brillantes jóvenes no aporten, especialmente en el mundo cibernético, grandes beneficios a la sociedad contemporánea.
Un sesentón me decía: me siento muy bien con mi edad, tengo dieciocho años, porque los restante cuarenta y dos son de… experiencia.
Lo entendí perfectamente y creo en ello. La edad cronológica es subsidiaria a la edad que sentimos tener. Si nos apreciamos entusiastas, enamorados de la vida y de la gente, sin duda somos jóvenes; pero, si sentimos desgano, aburrimiento y no nos entusiasman los retos y nuevos proyectos, aunque tengamos pocos años, simplemente somos… viejos; bendito Dios que la decisión es nuestra.
besitos