Réponse |
Message 1 de 32 de ce thème |
|
De: Ruben1919 (message original) |
Envoyé: 05/10/2014 13:01 |
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal. Es lo que ha dicho el genial Marx ... y con ello empiezo algunas ideas que tienen que ver con el tema .- |
|
|
Réponse |
Message 3 de 32 de ce thème |
|
Rubén, tengo una pregunta que sería interesante depronto entrar a debatir, y es esta.¿Quién escrible la historia?..
obvio que un historiador, pero qué clase de historiador? Dicho de otra forma, qué intereses podría tener el historiador? Y sabes por qué me surge esta inquietud a propósito de la historia? Siempre nos hicieron creer por ejemplo que América fue descubierta, que Bolívar fue un héroe,y entonces se pregunta uno, quien es un héroe? en fin...por citar solo estos dos casos...Aquí le dejo la palabra a los historiadores y como veo que a tí Rubén te interesa este tema, podrías al respecto brindar muchas claridades.
Mil gracias.
Lucí@ |
|
|
Réponse |
Message 4 de 32 de ce thème |
|
Voy primero a tratar de dar algunas bases sobre lo que ha sido el desarrollo de la historia ...para luego concluir en .... a quien sirve la historia y por quienes se escribe ...
La historia como desarrollo y sucesión de formaciones económico-sociales
El materialismo histórico no impone a la historia esquemas preconcebidos, no trata de ajustar a sus conclusiones los acontecimientos del pasado y del presente. Todo lo contrario, él mismo es una generalización científica de la historia.
La conclusión de que la historia de la humanidad es una sucesión consecutiva de formaciones económico-sociales descansa en conocimientos científicos fidedignos que poseemos del pasado. La humanidad ha conocido cuatro formaciones: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo y capitalismo, y actualmente vive en una época de transición a la formación siguiente, el comunismo, la primera fase del cual es lo que se conoce como socialismo.
A continuación trataremos de peculiarizar sólo los rasgos más generales de las formaciones económico-sociales, prescindiendo de los detalles y rasgos específicos y secundarios que tan abundantes son en la historia de cada país y de cada época.
Régimen de la comunidad primitiva
El régimen de la comunidad primitiva es, históricamente, la primera forma que la sociedad adopta después de que el hombre se separa del mundo animal, cuando, en un largo proceso de trabajo, adquirió las cualidades que le diferencian del resto de los seres vivos.
Los instrumentos de trabajo con que la humanidad conta ba en las fases iniciales del régimen de la comunidad primitiva no podían ser más rudimentarios: el palo, el hacha de piedra, el cuchillo de pedernal y la lanza con punta del mismo material; más tarde son inventados el arco y la flecha. Los medios de subsistencia procedían de la caza y la recoleccióri de frutos silvestres, mucho más tarde surgió la agricultura a base del trabajo con azada. La única fuerza motora que se conocía era el músculo del hombre.
El nivel de las fuerzas productivas hallábase en concordancia con las relaciones de producción que existían entre los hombres. Con aquellos instrumentos de trabajo y armas el individuo aislado era incapaz de hacer frente a las fuerzas de la naturaleza y de proporcionarse el sustento. Únicamente el trabajo en común (la caza, la pesca, etc.) de todos los miembros de la comunidad primitiva, su solidaridad y recíproca ayuda podían asegurarles la obtención de los recursos necesarios para su vida. El trabajo en común traía consigo la propiedad en común de los medios de producción, que era la base de las relaciones de producción en aquella época. Todos cuantos integraban la comunidad hallábanse en relaciones iguales respecto de los medios de producción; nadie podía despojar de ellos al resto y atribuírselos en propiedad privada.
Al no existir propiedad privada no podía haber explotación del hombre por el hombre. Los rudimentarios instrumentos de trabajo, aun utilizándose en común, proporcionaban tan pocos medios de existencia que apenas si cada individuo podía sustentarse. No quedaba excedente alguno que se pudiera quitar al productor en beneficio de otros miembros de la sociedad. Y como no había explotación del trabajo ajeno, no se sentía la necesidad de un aparato especial de coerción. Las sencillas funciones del gobierno de la comunidad eran ejercidas colectivamente o encomendadas a los hombres más respetados y expertos.
Las particularidades de la comunidad primitiva venían determinadas, pues, por el bajo nivel de desarrollo de la producción, y por la impotencia en que el hombre se veía ante una naturaleza temible. La dependencia de los hombres respecto de la naturaleza, extraña e incomprensible, que se oponía a ellos, se reflejó en sus concepciones religiosas de una ingenuidad infantil. El hombre se sometía a la autoridad de la comunidad, de la gens o de la tribu, seguía ciegamente las tradiciones y costumbres. La colaboración y la ayuda mutua se extendían entonces únicamente a los miembros de una tribu. Las tribus mantenían a veces entre sí cruentas guerras. El régimen de la comunidad primitiva, aunque sin las deformaciones ni los repelentes rasgos que la explotación trajo posteriormente a la sociedad y a los hombres, estuvo muy lejos de ser la «Edad de Oro» del género humano.
Con el tiempo, el régimen de la comunidad primitiva entra en la fase de su desintegración. Las causas fundamentales de su decadencia y desaparición residían en el desarrollo de las fuerzas productivas. Los hombres llegan poco o poco a aprender el arte de fundir el metal. Las armas y utensilios de piedra van siendo desplazados por los de metal. Se propaga el empleo del arado con reja metálica, las hachas de metal, las puntas de flecha y lanza de bronce y de hierro, etc. Siguió progresando la agricultura. La domesticación de animales y su empleo como fuerza de tiro para cultivar la tierra elevó considerablemente el rendimiento del trabajo.
El desarrollo de las fuerzas productivas -de los instrumentos de trabajo y de los hábitos y experiencia de los trabajadores- da lugar a importantes cambios sociales. Prodúcese la división social del trabajo: el pastoreo se separa de la agricultura; luego las industrias artesanas se constituyen como ocupaciones independientes. Comienza a ampliarse el intercambio de productos del trabajo, primero entre las tribus y después en el seno de la propia comunidad. Gradualmente se hace innecesario el trabajo en común de la comunidad entera. La tribu y la gens se descomponen en familias, cada una de las cuales se convierte en una unidad económica autónoma. El trabajo se concentra en dichas unidades, aparece la propiedad privada y se hace posible la explotación: la producción había progresado tanto que la fuerza de trabajo humana rendía ya más de lo necesario para el simple sustento del propio trabajador.
La necesidad y el deseo de los hombres de aliviar su trabajo y de disponer de reservas para hacer frente a las calamidades naturales movieron a perfeccionar los instrumentos y desarrollar los hábitos de trabajo. Mas al cambiar los instrumentos de trabajo, los hombres -al margen de su voluntad, inconscientemente, sin adivinar siquiera las consecuencias sociales a que esto conduciría- preparaban una transformación radical de la sociedad: el paso de la comunidad primitiva al esclavismo. Las fuerzas productivas de la sociedad, al acrecerse, exigían nuevas relaciones de producción entre los hombres.
Sigue ... |
|
|
Réponse |
Message 5 de 32 de ce thème |
|
Viene ....
Las fuerzas productivas de la sociedad, al acrecerse, exigían nuevas relaciones de producción entre los hombres.
El régimen de la esclavitud
La base de las relaciones de producción de este régimen era la propiedad privada del esclavista no sólo de los medios de producción, sino también de los propios trabajadores: los esclavos. Esta propiedad del esclavista sobre los esclavos y cuanto ellos producían venía impuesta por el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas de la época, suficientemente alto para que fuese posible la explotación de los trabajadores. Sin embargo, dicho nivel era aún tan bajo, que se podía explotar a los trabajadores, apropiarse parte del producto por ellos producido, sólo reduciendo su consumo al mínimo, dejándoles lo estrictamente imprescindible para que no se muriesen de hambre. Esto podía hacerse únicamente privando a los explotados de toda clase de derechos, reduciéndolos a la situación de «instrumentos parlantes» y aplicándoles las medidas de coerción más feroces.
El cambio de las relaciones de producción revolucionó asimismo las esferas restantes de la vida social.
Las relaciones de colaboración y solidaridad, propias de la comunidad primitiva, dejaron paso a relaciones de dominación de una parte de la sociedad sobre la otra, a relaciones de explotación, de opresión y de hostilidad irreductible. La sociedad se escindió en clases antagónicas: la de los esclavistas y la de los esclavos.
La época de la esclavitud aportó a los trabajadores terribles calamidades y sufrimientos. «Los intereses más viles -la baja codicia, la brutal avidez por los goces, la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común- inauguran la nueva sociedad civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos -el robo, la violencia, la perfidia, la traición- minan la antigua sociedad de las gens, sociedad sin clases, y la conducen a la perdición (nota 65.- C Marx y F. Engels, Obras escogidas, en dos tomos, t. II, Moscú, pág 309, ed. en español.) Así describe Engels la época de transición del régimen de la comunidad primitiva al esclavista.
La feroz explotación de que eran objeto los esclavos provoca en ellos una desesperada resistencia. Para aplastarla no servían los viejos órganos de gobierno de la gens y la tribu; requeríase un aparato especial de violencia, y éste fue el Estado. La nueva institución estaba llamada a proteger la propiedad de los esclavistas y asegurar la afluencia constante de esclavos; a esta situación eran reducidos los prisioneros de guerra y los deudores insolventes. A la vez que el Estado, nació el Derecho, o sistema de normas y prescripciones jurídicas que expresaban la voluntad de la clase dominante y estaban respaldados por la fuerza coercitiva del Estado. Aparecieron nuevas costumbres y una ideología específica de la sociedad esclavista. Entre los opresores se fue extendiendo poco a poco el desprecio al trabajo físico, en el que empezó a verse una ocupación indigna del hombre libre; se fue arraigando la idea de la desigualdad de los hombres.
Y a pesar de todo esto, el régimen esclavista significaba un gran paso adelante en el progreso de la humanidad. Prosiguió la división social del trabajo: entre la agricultura y las industrias urbanas y entre estas últimas también. La división del trabajo significaba, a su vez, la especialización y perfeccionamiento de los instrumentos y un nuevo caudal de experiencia de trabajo. En la agricultura, junto al cultivo de cereales aparecieron ramas nuevas (horticultura, fruticultura, etc.). Se inventaron aperos como el arado de ruedas, la grada y la guadaña. La fuerza muscular del hombre se ve completada en gran escala por la de los animales. El trabajo de masas de esclavos permitía la construcción de presas y sistemas de riego, de caminos y de barcos, de conducciones de agua y de grandes edificios urbanos. Y cuando parte de los miembros de la sociedad quedaron libres de la participación directa en la producción -debido a la explotación de los esclavos-, se crearon las condiciones para el progreso de la ciencia y de las artes.
Pero llegó, sin embargo, un tiempo en el que se agotaron las posibilidades de progreso que el modo esclavista de producción implicaba; sus relaciones de producción se convirtieron en una traba que dificultaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Los esclavistas, disponiendo como disponían del trabajo barato de los esclavos, no mostraban interés por el perfeccionamiento de los instrumentos de producción. A mayor abundamiento, no se podía confiar al esclavo instrumentos complicados y costosos, puesto que no tenía el menor interés en el resultado de su trabajo. Pero el desarrollo de las fuerzas productivas imponía cada vez más imperiosamente la supresión de las viejas relaciones de producción.
Esto únicamente podía hacerlo una revolución social, cuya fuerza motriz eran las clases y capas que más sufrían del régimen esclavista y que, por tanto, se hallaban más interesadas en su supresión. Eran los esclavos y la parte más pobre de la población libre. A medida que las contradicciones se ahondaban en el viejo modo de producción, la lucha de clases adquiría mayor virulencia. Sus formas eran muy variadas, desde la premeditada inutilización de los instrumentos de trabajo hasta los levantamientos, en los que participaban decenas de miles de hombres. En fin de cuentas el régimen esclavista sucumbió bajo los golpes aunados de las insurrecciones de las clases trabajadoras y de las incursiones de las tribus bárbaras vecinas, a las que era ya incapaz de hacer frente el Estado esclavista, debilitado por las contradicciones internas y las guerras. Vino a sucederle una nueva formación: el feudalismo.
Sigue .....
|
|
|
Réponse |
Message 6 de 32 de ce thème |
|
Viene .....
El régimen feudal
La base de las relaciones de producción de este régimen es la propiedad de los señores feudales sobre los medios de producción, y, en primer lugar, sobre la tierra (el término de «feudalismo» procede de la palabra latina «feodum»; así se llamaban las tierras que el rey distribuía entre sus allegados, a cambio de lo cual éstos habían de prestarle servicio militar). Los campesinos dependían personalmente de los señores, pero ya no constituían propiedad plena de ellos (nota *.- En algunos países como, por ejemplo, Rusia, la dependencia personal de los campesinos respecto de los señores feudales adoptó formas particularmente brutales, que la aproximaban a la esclavitud: el terrateniente podía vender y comprar a los campesinos, etc.. El señor feudal tenía derecho al trabajo del campesino, que estaba obligado a cumplir en beneficio de aquél determinadas cargas.)
En la sociedad feudal se conocía también la propiedad de los campesinos y artesanos. El siervo recibía un lote de tierra, tenía su economía individual cuyos productos, una vez satisfechas las cargas debidas a su señor, quedaban a disposición de él.
Esta característica de las relaciones de producción abría nuevas posibilidades para el incremento de las fuerzas productivas. El productor directo tenía ya cierto interés material en el resultado de su trabajo. Por eso no rompía ni estropeaba los aperos e instrumentos, sino que, al contrario, los cuidaba celosamente y los perfeccionaba. La agricultura conoció nuevos progresos: apareció el sistema de tres hojas y se extendió el abonamiento de los campos.
Aún fueron más importantes los éxitos de las industrias artesanas, que proporcionaban aperos para el campo, objetos para el uso de los señores feudales y comerciantes, utensilios, armas y pertrechos militares. El progreso de las industrias artesanas y del comercio favoreció el crecimiento de las ciudades, que con el tiempo se convirtieron en grandes centros económicos, políticos y culturales, en la cuna del nuevo modo capitalista de producción.
En la época del feudalismo se hicieron numerosos descubrimientos relevantes que ejercieron gran influencia en la historia de la humanidad: los hombres aprendieron a convertir el hierro colado en dulce, a construir barcos de vela apropiados para largos viajes, a preparar sencillos instrumentos ópticos (anteojos, catalejos), inventaron la brújula, la pólvora, el papel, la imprenta y el reloj de cuerda. A la energía muscular del hombre y de los animales se fue sumando cada vez más la fuerza del viento (molino de viento, barco de vela) y de las caídas de agua (molino de agua, rueda hidráulica, el motor más primitivo que se empleó extraordinariamente en la Edad Media).
El cambio de las relaciones de producción propias del esclavismo por las feudales trajo consigo grandes modificaciones en toda la vida de la sociedad.
Modificose, lo primero de todo, la estructura de clase. La clase dominante pasó a ser la de los señores feudales, que eran los propietarios de la tierra. La otra clase fundamental de la sociedad feudal era la de los campesinos siervos. Las relaciones entre estas clases eran de carácter antagónico, se basaban en la contradicción inconciliable de sus intereses de clase. Las formas de la explotación, aunque un tanto suavizadas en comparación con la esclavitud, eran extraordinariamente duras. Tratábase, en cuanto a los siervos, de una coerción extraeconómica, como lo era antes. Trabajaban movidos por estímulos puramente económicos, por su interés material, únicamente en sus lotes de tierra. Sin embargo, la mayor parte del tiempo lo dedicaban a trabajar para el señor, sin que por ello percibiesen remuneración alguna. Lo que principalmente les hacía trabajar en este caso era el temor al castigo, la pena que ello acarreaba y laamenaza de perder todos sus bienes personales, de los cuales podía desposeerlos el señor.
La lucha de clases se elevó en la sociedad feudal a un nivel más alto de lo que se había conocido bajo el esclavismo. Los levantamientos campesinos se extendieron a veces a grandes territorios. Del volumen de su resistencia a los señores son prueba las guerras campesinas, que sacudieron sucesivamente un país tras otro: la insurrección de Wat Tyler en Inglaterra (siglo XIV) y la de la Jacquerie en Francia (siglos XIV y XV), las guerras husitas en Bohemia (siglo XV), la guerra campesina de Alemania (siglo XVI, el levantamiento de los tai-ping en China (siglo XIX) y de los sijs en la India (siglos XVII y XVIII), los movimientos de Bolótnikov, Razin (siglo XVII) y Pugachov (siglo XVIII) en Rusia, etc.
La superestructura política e ideológica de la sociedad feudal es un reflejo de las características que adoptan la explotación y la lucha de clases. Para explotar y mantener sujetos a los campesinos, el Estado feudal había de recurrir a la fuerza armada de que disponía no sólo el poder central, sino también cada señor. Este, dentro de sus feudos, era el dueño absoluto, señor de horca y cuchillo.
El derecho reafirmó la desigualdad social y económica del feudalismo; las clases y capas sociales adoptaron la forma de estamentos: nobleza, clero, campesinos, comerciantes, etc. Las relaciones entre los estamentos y dentro de cada uno de ellos eran de estricta subordinación y dependencia personal. Los compartimientos estancos en que la sociedad estaba dividida eran un obstáculo para el paso de un peldaño a otro en la jerarquía feudal. En la vida espiritual, el primer puesto lo conquistó la Iglesia, la religión.
Con el tiempo, el desarrollo de las fuerzas productivas choca con las relaciones de producción imperantes en el feudalismo y la superestructura política e ideológica que tales relaciones predeterminaban. Los campesinos fueron luchando con más empeño cada vez contra la opresión feudal por obtener el derecho a disponer libremente de los productos de su trabajo. Aspiraban a eximirse de las cargas feudales a fin de obtener medios para mejorar su hacienda, etc. Junto a los pequeños talleres artesanos aparecen grandes manufacturas basadas en el trabajo artesano, pero en las cuales las distintas operaciones estaban muy especializadas y se empleaba a operarios no sometidos a servidumbre.
Las ciudades, bastión de la joven burguesía, experimentaron un intenso desarrollo. El comercio fue alcanzando mayor amplitud cada vez. Con ayuda de las tropas reales los mercaderes se apoderaban de nuevos mercados en ultramar. El incremento del intercambio condujo, a su vez, a un rápido progreso de la producción. A esto contribuyeron también los descubrimientos científicos y técnicos realizados en los siglos XVI y XVII.
Poco a poco, en el seno del régimen feudal se fue estructurando el nuevo modo capitalista de producción. Para que se desenvolviera libremente hacía falta que se pusiera fin al sistema feudal. La burguesía -clase portadora del nuevo modo de producción- necesitaba un mercado de trabajo «libre», es decir, hombres emancipados de la servidumbre y sin propiedad, a los cuales empujase el hambre a las fábricas. Necesitaba un mercado nacional, con supresión de las barreras aduaneras y de otro género que los señores feudales habían levantado. Pugnaba por la supresión de los impuestos destinados al sostenimiento de la Corte, con los numerosos nobles que vivían a su arrimo, y la anulación de los privilegios estamentales. Pugnaba por imponer libremente su voluntad en todos los órdenes de la vida social.
Alrededor de la burguesía se agrupaban todas las clases y capas sociales descontentas con el feudalismo: desde los siervos de la gleba y la gente humilde de las ciudades, víctimas de la miseria, la humillación y toda clase de desafueros, hasta los hombres de ciencia y escritores avanzados a quienes, cualquiera que fuese su origen, asfixiaba el yugo espiritual del feudalismo y de la Iglesia.
Comenzó la época de las revoluciones burguesas.
sigue ....
|
|
|
Réponse |
Message 7 de 32 de ce thème |
|
Viene ....
El régimen capitalista
La base de las relaciones de producción del capitalismo es la propiedad privada de la clase capitalista sobre los medios de producción. Los capitalistas explotan a la clase de los obreros asalariados, emancipados de la dependencia personal, pero obligados a vender su fuerza de trabajo, puesto que carecen de medios de producción.
Las relaciones de producción del capitalismo abrieron amplias posibilidades de desarrollo a las fuerzas productivas. Apareció y progresa rápidamente la gran producción maquinizada, basada en el aprovechamiento de fuerzas tan poderosas como el vapor y, más tarde, la electricidad, y en la amplia aplicación de la ciencia. El capitalismo llevó a cabo la división del trabajo no sólo dentro de cada país, sino también entre los distintos países, creando así el mercado mundial y, luego, el sistema mundial de economía.
Y una vez más, el cambio del modo de producción trajo consigo modificaciones en toda la vida social.
Las clases fundamentales de la sociedad son ahora los capitalistas y los obreros. Las relaciones entre ellos siguen siendo antagónicas, por cuanto descansan en la explotación y opresión de los desposeídos por los poseedores. Son las relaciones de una lucha de clases inconciliable. Pero los métodos de explotación y opresión cambian sustancialmente: la forma dominante de coerción es la económica. El capitalista, por lo común, no suele necesitar la fuerza para obligar a que trabajen en su beneficio. El obrero, carente de medios de producción, se ve reducido a hacerlo «voluntariamente» bajo la amenaza de la muerte por hambre. Las relaciones de explotación se hallan ahora encubiertas por la «libre» contratación de los obreros por los patronos, por la «libre» compraventa de la fuerza de trabajo.
Cambian los métodos de explotación y cambian también los métodos de la dominación política. Se pasa del despotismo descarado, propio de las formas anteriores, a formas más refinadas de dominación, a la democracia burguesa. El poder ilimitado del monarca hereditario desaparece, deja paso a la república parlamentaria (o por lo menos a la monarquía constitucional); institúyese el derecho electoral y se proclaman las libertades políticas de los ciudadanos y la igualdad de todos ante la ley. Esto es lo que mejor correspondía a los principios de una libre competencia, del libre juego de las fuerzas económicas que durante largo tiempo sirvieron de base al capitalismo.
Ahora bien, con todas las diferencias que podemos observar entre las superestructuras políticas e ideológicas de la sociedad burguesa y la feudal, lo principal sigue en pie: una y otra se basan en las relaciones propias de la propiedad privada y de la explotación. La parte preponderante de la nueva superestructura corresponde a las instituciones e ideas de la clase opresora, de la burguesía, y está destinada a defender su dominación de clase y a mantener a las masas explotadas en la obediencia.
La formación capitalista, y así nos lo dice ahora no ya la teoría, sino también la práctica social, es asimismo temporal y perecedera. En su seno maduran y se ahondan los antagonismos, y en primer término la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada de la apropiación (nota * *.- Al análisis de los modos capitalista y socialista de producción están dedicadas dos secciones de nuestra obra: la tercera y la quinta, respectivamente. ). La única salida de estas contradicciones es el paso a la propiedad social sobre los medios de producción, es decir, al socialismo.
Pero, lo mismo que ocurrió en otros tiempos, el paso al nuevo modo de producción es posible únicamente mediante la revolución social. La fuerza llamada a realizar esta revolución es la clase obrera, engendrada por el propio capitalismo. Tras agrupar en torno suyo a todos los trabajadores, derroca la dominación del capital y crea un régimen nuevo, el régimen socialista, que no conoce la explotación del hombre por el hombre.
El régimen socialista
La base del modo socialista de producción es la propiedad social de los medios de producción. De ahí que las relaciones de producción de la sociedad socialista sean de colaboración y recíproca ayuda de los trabajadores no sometidos a explotación alguna. Dichas relaciones corresponden al carácter de las fuerzas productivas: el carácter social de la producción se ve sostenido por la propiedad social de los medios de producción.
A diferencia del régimen de la comunidad primitiva, la socialización de los medios de producción se apoya en este caso en unas fuerzas productivas infinitamente superiores, en una cultura y un poder del hombre sobre la naturaleza. El nuevo régimen brinda a la humanidad posibilidades ilimitadas de progreso en cuanto al desarrollo de las fuerzas productivas y en todos los órdenes de la vida de la sociedad.
* * *
Tales son, en sus líneas más generales, las principales etapas del desarrollo de la humanidad.
Todo cuanto conocemos del pasado es una confirmación patente y viva de la veracidad científica de la interpretación materialista de la historia, la esencia de la cual formuló Marx como sigue en su prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política: .
«En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso social, político y espiritual en general. No es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella» (nota 66.- C Marx y F. Engels, Obras escogidas, en dos tomos, t. I, Moscú, pág 373, ed. en español.).
|
|
|
Réponse |
Message 8 de 32 de ce thème |
|
Algo fundamental y que nos obliga a tener en cuenta a cada paso es que :
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas.» |
|
|
Réponse |
Message 9 de 32 de ce thème |
|
Rubén, puedo observar que en tu aporte presentas una concepción materislista de la historia y creo que es desde el punto de vista de Carlos Marx.
Procuro siempre tener como referente a Ferrater Mora quien habla de cuatro concepciones de la historia:
-La concepción cristiana,
-La concepción cíclica , que corresponde al italiano Giambattista Vico.
-La concepción de Hegel: Quien habla deldesarrollo a través de las contradicciones, y
la concepción de Carlos Marx, quien mira la historia como,proceso dialéctico.
Concluyendo y siguiendo con Ferrater, existen las concepciones:
Idealista
Materialista
Metafísica
Dialéctica.
Es válido presentar las diferentes concepciones para permitir una visión mas holística de la historia.
Gracias Rubén.
Lucí@ |
|
|
Réponse |
Message 10 de 32 de ce thème |
|
EN LA ESCLAVITUD ... UN HOMBRE : ESPARTACO ....revolución DE LOS ESCLAVOS .... LOS HISTORIADORES DE LA ÉPOCA APOYARON A LOS ESCLAVISTAS QUE ERAN LA CLASE DOMINANTE ....
Escrito por Alan Woods |
Lunes 20 de Abril de 2009 08:13 |
En el primer siglo antes de Cristo un esclavo llamado Espartaco amenazó el poderío de Roma. Espartaco (109 a. C-71 a. C) fue el líder (o posiblemente uno de varios líderes) de la masiva insurrección esclava conocida como la Tercera Guerra Servil. Bajo su dirección, una minúscula banda de gladiadores rebeldes creció hasta convertirse en un enorme ejército revolucionario que ascendió a 100.000 personas. Al final fue necesaria toda la fuerza del ejército romano para aplastar la rebelión.
En el primer siglo antes de Cristo un esclavo llamado Espartaco amenazó el poderío de Roma. Espartaco (190 a. C-71 a. C) fue el líder (o posiblemente uno de varios líderes) de la masiva insurrección esclava conocida como la Tercera Guerra Servil. Bajo su dirección, una minúscula banda de gladiadores rebeldes creció hasta convertirse en un enorme ejército revolucionario que ascendió a 100.000 personas. Al final fue necesaria toda la fuerza del ejército romano para aplastar la rebelión.
A pesar de la bien merecida fama de ser un gran líder revolucionario y uno de los generales más excepcionales de la antigüedad, no se sabe mucho del Espartaco hombre. Siempre son los victoriosos los que escriben la historia y la voz de los esclavos a lo largo de los siglos sólo puede escucharse a través de los relatos de los opresores. Disponemos de la escasa información procedente de sus enemigos mortales. Los registros históricos que han sobrevivido están todos escritos por historiadores romanos y, por tanto, hostiles. Con frecuencia son contradictorios.
Hubo otros líderes de la revuelta cuyos nombres han llegado a nosotros: Criso, Casto, Cánico y Enomao, gladiadores de Galia y Germania. Pero de éstos aún se sabe menos. La historia siempre está escrita por los vencedores y reflejan fielmente los intereses, la psicología y parcialidad clasista de la clase dominante. Intentar comprender a Espartaco a partir de estas fuentes es como pretender comprender a Lenin y Trotsky a partir de los escritos injuriosos de los enemigos burgueses de la Revolución Rusa. A través de este espejo distorsionado sólo pueden conseguirse visiones frustrantes del verdadero Espartaco.
Plutarco escribe lo siguiente:
"Tomaron un sitio naturalmente fuerte y eligieron tres caudillos, de los cuales era el primero Espartaco, natural de un pueblo nómada de Tracia, pero no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino aun en el juicio y en la dulzura muy superior a su suerte, y más propiamente Griego que de semejante nación". (Plutarco. Vidas paralelas. Vida de Sacro).
Estas palabras de un enemigo de Espartaco tienen una visión personalmente favorable que requiere una explicación. No es difícil de encontrar. Un hombre que derrotó a un ejército romano tras otro y puso de rodillas a la república debía poseer unas cualidades extraordinarias. Sólo de esta manera los comentaristas romanos podrían comenzar a aceptar el hecho de que "simples esclavos" derrotaran a sus invencibles legiones.
Otros historiadores romanos intentan presentarlo como un sanguinario, exactamente por la misma razón. Se dice que estaba dotado de atributos sobrehumanos. Dicen que su esposa fue una sacerdotisa y otras cosas por el estilo. Todo esto claramente forma parte de la propaganda romana que pretende presentar a Espartaco como alguien muy especial y, de esta manera, minimizar el sentido de vergüenza y humillación sentido por la clase dominante derrotada por trabajadores agrícolas, criados y gladiadores.
Los orígenes reales de Espartaco no están claros porque las fuentes antiguas no se ponen de acuerdo sobre su procedencia, aunque probablemente era nativo de Tracia (ahora Bulgaria). Parece que tenía formación y experiencia militar, puede que hubiera pertenecido al ejército romano en calidad de mercenario. Plutarco también dice que la esposa de Espartaco, una sacerdotisa, fue esclavizada por él. En cualquier caso, fue esclavizado y vendido en una subasta a un entrenador de gladiadores en Capua. Apio dice que él era "tracio de nacimiento, que había servido como soldado con los romanos, pero que fue hecho prisionero y vendido para gladiador". Flores dice que "se había convertido en soldado romano, de soldado a desertor y ladrón, más tarde, debido a su fuerza, fue un gladiador". (Ibíd.)
La rebelión de los gladiadores
En el momento de la insurrección de Espartaco, la república romana entraba en un período de agitación que pondría fin al dominio de los césares. Los territorios romanos se expandían al este y al oeste; generales ambiciosos se hacían un nombre combatiendo en Hispania (la actual península ibérica) o Macedonia, después se forjaban en Roma una carrera política. Roma era una sociedad militarista: se escenificaban batallas en el nuevo entretenimiento popular del combate gladiador. Mientras se idolatraban a los gladiadores de éxito, en términos de status social estaban un poco por encima de los convictos; en realidad, algunos gladiadores eran criminales convictos. Otros eran esclavos. En aquella época la esclavitud afectaba a un tercio de la población de Italia. Los esclavos estaban sujetos al castigo extremo y arbitrario de sus propietarios; mientras que apenas se recurría a la pena de muerte (y ejecutada de manera humanitaria) para los romanos libres, los esclavos eran rutinariamente crucificados.
Espartaco fue entrenado en la escuela de gladiadores (ludus) cercana a Capua, pertenecía a Lentulus Batiatus. Fue aquí cuando en el año 73 a. C Espartaco encabezó una revuelta de 74 gladiadores, se armaron, dominaron a sus guardianes y escaparon. Así es como Plutarco lo relata en la sección de su Historia de Roma, La vida de Craso:
"La sedición de los gladiadores y la devastación de Italia, a la que muchos dan el nombre de guerra de Espartaco, tuvo entonces origen en el motivo siguiente: un cierto Léntulo Baciato mantenía en Capua gladiadores, de los cuales muchos eran Galos y Tracios; y como para el objeto de combatir, no porque hubiesen hecho nada malo, sino por pura injusticia de su dueño, se los tuviese en un encierro, se confabularon hasta unos doscientos para fugarse; hubo quien los denunciara, mas, con todo, los que llegaron a adivinarlo y pudieron anticiparse, que eran hasta setenta y ocho, tomando en una cocina cuchillos y asadores, lograron escaparse. Casualmente en el camino encontraron unos carros que conducían a otra ciudad armas de las que son propias de los gladiadores; robáronlas, y ya mejor armados tomaron un sitio naturalmente fuerte y eligieron tres caudillos, de los cuales era el primero Espartaco, natural de un pueblo nómada de Tracia, pero no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino aun en el juicio y en la dulzura muy superior a su suerte, y más propiamente Griego que de semejante nación". (Ibíd.,)
Así, armados con cuchillos de cocina y un carro lleno de armas que habían capturado, los esclavos huyeron a las laderas del Monte Vesubio, cerca del actual Nápoles. Las noticias de la rebelión animaron a otros a seguirlos. Una continua afluencia de esclavos rurales pronto se unió a los amotinados, cuyo número comenzó a aumentar. El grupo dominó la región, asaltaban las granjas en busca de alimentos y suministros. De esta manera los rebeldes comenzaron a conseguir pequeñas victorias que llevaron a cosas más grandes. Plutarco continúa su relato: "La primera ventaja que alcanzaron fue rechazar a los que contra ellos salieron de Capua; y tomándoles gran acopio de armas de guerra, hicieron cambio con extraordinario placer, arrojando las otras armas bárbaras y afrentosas de los gladiadores". (Ibíd.,)
Casi se puede dibujar el júbilo de estas primeras victorias y el gozo con el que los gladiadores desechaban el odiado uniforme de su mercader y se vestían como auténticos soldados, no como esclavos. Este pequeño detalle revela algo mucho más importante que las armas y el equipamiento. Revela la creciente confianza en sí mismos, el rechazo no sólo de su situación servil sino también de su mentalidad servil. Vemos lo mismo en toda huelga y en cada revolución en la historia, cuando los trabajadores corrientes, los descendientes lineales de los esclavos, se ponen a su verdadera altura y comienzan a pensar y actuar como hombres y mujeres libres.
Este motín esclavo de ninguna manera fue un acontecimiento único. Cuando llegaron las noticias a Roma, éstas provocaron cierta preocupación, pero no causaron sorpresa ni excesiva alarma. En el siglo anterior dos revueltas esclavas, ambas en Sicilia, habían costado la vida de decenas de miles. No hay duda de que las mentes de los augustos senadores que tenían el control del mundo en sus manos pensaban que el resultado de esta insurrección no sería diferente.
En primer lugar, por tanto, las autoridades romanas no tenían a Espartaco en tal alto aprecio como los comentaristas posteriores. El Senado ni siquiera se molestó en enviar una legión para reprimir a los rebeldes, sólo envió una milicia de unos 3.000 a las órdenes del pretor Claudius Glaber. Evidentemente consideraban que se trataba sólo de una simple operación policial y que se podría tratar fácilmente. Pensaban que sería más que suficiente para reprimir a un pequeño número de esclavos mal armados. Pero el campamento de Espartaco se había convertido en un imán para los esclavos de las zonas circundantes, se habían unido a él varios miles de esclavos. A diferencia de los soldados romanos y sus oficiales, los esclavos luchaban una batalla desesperada por la supervivencia. En contraste, los generales romanos subestimaron al enemigo y al principio estaban demasiado relajados.
Es bien conocido el hecho de que los revolucionarios sólo pueden ganar pasando a la ofensiva y demostrando la mayor de las audacias. Los romanos rodearon a los rebeldes en Vesubio, bloquearon su huida. Los esclavos se encontraron rodeados en una montaña accesible sólo por un paso estrecho y difícil, que los romanos mantenían vigilado, "rodeado por todos los lados de precipicios abruptos y resbaladizos". En un impresionante golpe táctico, Espartaco tenía cuerdas hechas de sarmientos y con sus hombres descendieron por un acantilado al otro lado del volcán, hasta ponerse a espaldas de los soldados romanos y lanzaron un ataque sorpresa.
Plutarco describe la situación:
"Por todas las demás partes, el sitio no tenía más que rocas cortadas y grandes despeñaderos; pero como en la cima hubiese parrales nacidos espontáneamente, cortaron los que se hallaban cercados los sarmientos más fuertes y robustos, y formando con ellos escalas consistentes y de grande extensión, tanto que suspendidas por arriba de las puntas de las rocas tocaban por el otro extremo en el suelo, bajaron por ellas todos con seguridad, a excepción de uno sólo, que fue preciso se quedara, a causa de las armas. Mas éste las descolgó luego que los otros bajaron, y después también él se puso en salvo. De nada de esto tuvieron ni el menor indicio los Romanos, y al hallarse tan repentinamente envueltos, sobresaltados con este incidente, dieron a huir, y aquellos les tomaron el campamento". (Ibíd).
Claudius Glaber, esperando una victoria fácil sobre un puñado de esclavos, probablemente no se molestó en tomar la precaución elemental de fortificar su campamento. Ni siquiera puso puestos de centinelas adecuados para mantener la vigilancia. Los romanos pagaron un precio elevado por esta negligencia. La mayoría de ellos fueron asesinados en sus camas, incluido el pretor Claudius Glaber. Fue una derrota ignominiosa para los romanos. Los esclavos ahora poseían armas y armaduras. Más importante aún, desarrollaron el sentimiento de que podían luchar y ganar. Esta fue la mayor conquista.
Espartaco se dirige al norte
Espartaco era excelente en las tácticas militares, lo que tiende a confirmar la idea de que había servido como soldado auxiliar bajo los estandartes de Roma. Si esto es cierto, habría estado familiarizado con las tácticas del ejército romano y esto unido a la audacia, que es una cualidad necesaria para un revolucionario, lo convertía en un enemigo formidable. Sin embargo, su ejército estaba formado principalmente por antiguos trabajadores esclavos mal armados y entrenados. Este hecho determinaba las tácticas que al principio eran defensivas. Se ocultaron en los frondosos bosques del Monte Vesubio hasta que llegó el momento en que estaban entrenados adecuadamente para el enfrentamiento decisivo con el ejército romano.
Consciente de que el tiempo se agotaba antes de que llegase una batalla nueva y más seria, Espartaco delegó en los gladiadores la tarea de formar pequeños grupos, que después formaban a otros pequeños grupos y así sucesivamente. De esta manera fue capaz de crear a partir de cero y en cuestión de semanas un ejército totalmente entrenado. El ejército esclavo carecía de experiencia militar pero estaba formado por el heroísmo de la gente que lucha por su propia supervivencia, que literalmente no tiene nada que perder excepto sus cadenas.
Hubo muchas escaramuzas con el ejército romano, todas terminaron en victoria. Publius Varinus, el pretor, fue enviado contra ellos acompañado con dos mil hombres que combatieron y fueron derrotados. Después fue enviado Cossinius con unas "fuerzas considerables", y por poco lo capturan cuando se bañaba en Salenas. Se escapó con gran dificultad mientras Espartaco se apropiaba personalmente de su bagaje. Los esclavos siguieron la retirada de los romanos matando a muchos. Finalmente, asaltaron el campamento romano y lo capturaron, el propio Cossinius fue asesinado.
Con cada victoria aumentaba la moral de los rebeldes. Los informes al Senado en Roma eran sombríos. Poco a poco, la verdad comenzó a aparecer en las mentes de incluso aquellos aristócratas más estúpidos, se enfrentaban al enemigo más peligroso, uno que poseía una gran número de reservas infiltradas en el corazón mismo del campo enemigo, en cada granja, en cada familia había esclavos, cada de uno de los cuales era un rebelde en potencial, al que se debía mirar con recelo y temor. Después de esta exitosa batalla creció la fama de Espartaco. El mensaje para todos era claro: los romanos ya no eran invencibles.
Un gran número de esclavos escaparon para unirse y pronto la pequeña banda de rebeldes aumentó hasta convertirse en un ejército. Según algunos relatos, el ejército esclavo finalmente ascendía a 140.000 esclavos fugados, solían vivir en unas condiciones duras, curtidos por años de trabajo pesado y con nada que perder luchando contra sus antiguos amos. Plutarco escribe lo siguiente: "Reuniéronseles allí muchos vaqueros y otros pastores de aquella comarca, gentes de expeditas manos y de ligeros pies; así, armaron a unos, y a otros los destinaron a comunicar avisos o a las tropas ligeras". La palabra "muchos" debería leerse como decenas de miles.
El ejército de Espartaco pasó el invierno del año 73 a. C acampado en la costa sur de Italia, en todo momento acumulando hombres, soldados y moral. En la primavera, se dirigieron al norte; el audaz plan era marchar a lo largo de Italia, cruzar los Alpes y escapar a la Galia (actualmente Francia, entonces una gran parte fuera del control romano). Según Plutarco: "Con todo, echó, como hombre prudente, sus cuentas, y conociendo serle imposible superar todo el poder de Roma, condujo su ejército a los Alpes, pareciéndole que debían ponerse al otro lado y encaminarse todos a sus casas, unos a la Tracia y otros a la Galia". (Ibíd.)
Divisiones entre los esclavos
El Senado, ahora totalmente alarmado, envió dos legiones contra los esclavos a las órdenes de los cónsules Gellius Publicola y Gnaeus Cornelius Lentulus Clodianus. Espartaco se enfrentaba a su mayor desafío hasta ese momento: un ejército de dos legiones, 10.000 hombres, al mando de Cassius Longinus, el gobernador de la Galia Cispadana ("Galia de este lado de los Alpes", actualmente el norte de Italia). Los romanos lograron una victoria cuando derrotaron al contingente galo dirigido por Criso. La razón de este revés fue las divisiones en las filas de los rebeldes.
No debía ser fácil mantener la unidad y la disciplina en un ejército de esclavos procedentes de distintos lugares, que hablaban diferentes lenguas y profesaban cultos distintos. Conseguir eso requería de un líder con una estatura colosal y no siempre lo consiguió. Criso y los galos se habían negado a marchar bajo la dirección de Espartaco. Parece que Criso quería quedarse en Italia, seducido por la perspectiva del saqueo. Espartaco quería continuar hacia el norte hasta la Galia, como señala Plutarco:
"Mas ellos, fuertes con el número y llenos de arrogancia, no le dieron oídos, sino que se entregaron a talar la Italia. En este estado, no fue sólo la humillación y la vergüenza de aquella rebelión la que irritó al Senado, sino que, por temor y por consideración al peligro, como a una de las guerras más arriesgadas y difíciles, hizo salir a aquélla a los dos cónsules". (Ibíd.,)
El comentarista romano comprendía la raíz del problema. Algunos de los líderes de los rebeldes estaban excesivamente confiados, intoxicados por sus primeros éxitos. Por esta razón Criso abandonó a Espartaco, llevándose consigo a unos 30.000 galos y germanos. Esta división fue un error desastroso: Criso fue derrotado por Publícola y cayó en la batalla. Los galos pagaron un precio terrible y 20.000 fueron asesinados. Fue la primera advertencia de las consecuencias peligrosas que tendrían las divisiones en las filas del ejército esclavo.
A pesar de las acciones desastrosas de Criso, Espartaco ordenó una ceremonia funeraria en honor del líder galo, incluido un combate de gladiadores entre soldados romanos capturados. Este detalle revela la nobleza de carácter y las verdaderas dotes de dirección. Más tarde Espartaco derrotó primero a Lentulus y después a Publícola, como relata Plutarco:
"De éstos, Gellius cayó repentinamente sobre las gentes de Germania, que por orgullo y soberbia se habían separado de las de Espartaco, y las deshizo y desbarató del todo. Propúsose Lentulus envolver a Espartaco con grandes divisiones; pero él se decidió a hacerle frente, y, dándole batalla, venció a sus legados y se apoderó de todo el bagaje. Retirado a los Alpes, fue en su busca Cassius, pretor de la Galia Cispadana, con diez mil hombres que tenía; pero trabada batalla, fue igualmente vencido, perdiendo mucha gente, y salvándose él mismo con gran dificultad". (Ibíd.,)
Fue un duro golpe para el prestigio romano y sacudió la confianza del Senado. No sólo habían masacrado a su ejército, sino que Espartaco había capturado las fascias, el símbolo de la autoridad romana (de las que se deriva la palabra fascismo). En Mutina (ahora Módena), los esclavos derrotaron a otra legión dirigida por Caius Cassius Longinus, el gobernador de la Galia Cispaldana. El líder de los esclavos ahora parecía ser totalmente invencible.
Los esclavos cambian de dirección
Lo que ocurrió después es uno de los grandes misterios de la historia. Los esclavos tenían a la vista los Alpes y podían haberlos cruzado hacia la Galia y entrado en Germania, donde podrían haber escapado del dominio romano, o incluso a Hispania donde existía una furiosa rebelión. Entonces, por alguna razón, el plan cambió y Espartaco retrocedió: su ejército de nuevo marchó a lo largo de Italia. ¿Cuál fue la causa de este cambio? No lo sabemos. Quizás se desanimaron ante la perspectiva de conseguir que un ejército atravesara los Alpes, o quizá los esclavos estaban borrachos de éxito y los embriagó la visión del saqueo de las ricas ciudades italianas.
Sin embargo, los acontecimientos no siguieron el plan de Espartaco. Ahora, el ejército de Espartaco estaba plagado de muchos seguidores, incluidas mujeres, niños y ancianos que se habían unido a los rebeldes con la esperanza de escapar de una vida de servidumbre. Los seguidores que no combatían podían ascender a unas 10.000 personas, todas debían ser alimentadas. Este hecho debía complicar considerablemente sus movimientos. Además, los romanos ya no cometían el error de subestimar las cualidades de su enemigo.
Cuando el Senado supo que Espartaco había conseguido nuevas victorias sobre los ejércitos de la República, se enfurecieron con los cónsules y les ordenaron mantenerse al margen del conflicto. En lugar su lugar, pusieron a cargo de la guerra a Marcus Licinius Craso. Era el hombre más rico de Roma, un político ambicioso y sediento de gloria. Craso no era un loco y no cometía el error de subestimar a sus oponentes. Su objetivo fue construir cuidadosamente sus fuerzas y evitar una batalla decisiva, confiando en que finalmente los recursos superiores y la riqueza de Roma agotarían a los rebeldes y crearía las condiciones favorables para una victoria militar.
No obstante, muchos de los que se unieron a él en busca de gloria no compartían su comprensión del enemigo al que se enfrentaban. Eran jóvenes petimetres ricos que no eran conscientes de contra quién luchaban. Debían salir tras los esclavos con el mismo espíritu con el que se embarcarían en la caza del zorro. Plutarco nos dice: "Una gran parte de los nobles que fueron voluntarios con él en parte lo hacían por amistad y en parte para conseguir honor". Una vez más, este exceso de confianza fue una receta para el desastre.
Mientras Craso permanecía en las fronteras de Picena a la espera de la llegada de Espartaco, él envió a su legado Munio con dos legiones para observar los movimientos del enemigo, pero le dio órdenes estrictas de no entrometerse ni emprender ninguna escaramuza. Se les ordenó capturar una pequeña colina, pero que lo hiciera lo más silenciosamente posible para no alertar al enemigo.
Demasiado confiado, a la primera oportunidad, el legado de Craso se unió a la batalla y fue severamente derrotado. Habrían sido aniquilados de no haber sido por el hecho de que Craso apareció inmediatamente y participó en la batalla. Demostró ser uno de las más sangrientas. Un gran número de sus hombres murieron y otros tantos sólo salvaron la vida abandonando sus armas y huyendo de manera vergonzosa. Plutarco escribe: "de los doce mil trescientos rebeldes que él (Craso) mató, se halló que sólo dos estaban heridos por la espalda, habiendo perecido los demás en sus mismos puestos, guardándolos y peleando con los romanos". (Ibíd.,)
Esta valentía de los esclavos contrasta con el comportamiento cobarde de los romanos en las primeras batallas, que obligó a Craso a recuperar el antiguo método romano de castigo: el diezmo. En un intento de restaurar la disciplina, Craso primero reprendió severamente a Munio. Después armó de nuevo a los soldados, pero con un gesto humillante les hizo pagar un depósito por sus armas, garantizando que partirían con ellas.
Después seleccionó a quinientos hombres que fueron los primeros en huir y los dividió en cincuenta grupos de diez, ordenó a suertes matar a uno de cada grupo, "restableciendo este castigo antiguo de los soldados, interrumpido hacía mucho tiempo; el cual, además de ir acompañada de infamia, tiene no sé qué de terrible y de triste, por ejecutarse a la vista de todo el ejército", como relata Plutarco. Este terrible castigo hacía tiempo que había caído en desuso y Craso con su recuperación quería demostrar lo que estaba dispuesto a hacer. Desde ese momento cada soldado romano aprendió a temer a su general más que a los esclavos.
SIGUE ....
| |
|
|
Réponse |
Message 11 de 32 de ce thème |
|
VIENE .....
Bloqueado
A finales del año 72 a. C, Espartaco y su ejército acamparon en Rhegium (Regio, en Calabria), cerca del Estrecho de Mesina. Espartaco intentó llegar a un acuerdo con los piratas de Cilicia para conseguir que los esclavos atravesaran el estrecho hasta Sicilia. Según Plutarco: "intentó pasar a Sicilia e introducir dos mil hombres en aquella isla, con lo que habría vuelto a encender en ella la guerra servil, poco antes apagada, y que con pequeño cebo hubiera tenido bastante. Convinieron con él los de Cilicia y recibieron algunas dádivas: pero al cabo lo engañaron, haciéndose sin él a la vela". (Ibíd.,)
Este hecho demuestra una comprensión de las tácticas y la estrategia. Si hubieran cruzado a Sicilia y alentado allí una nueva rebelión esclava, podrían haber sido capaces de defender la isla frente a Roma. Después de fracasar en su oportunidad de cruzar los Alpes, quizás esa era la única opción que les quedaba. Puede que los hubieran sobornado los agentes de Craso o simplemente que los piratas temían que al ayudar a los esclavos todo el peso del ejército romano habría caído sobre sus cabezas. Independientemente de la razón, el ejército de Espartaco se encontró atrapado en Calabria.
Podemos imaginar el terrible golpe que esto representó para Espartaco y sus seguidores. Fracasado el plan de escapar a Sicilia, la situación de los esclavos era desesperada. A principios del año 71 a. C, ocho legiones al mando de Craso fueron lanzadas contra ellos. Tenían a sus espaldas el mar y ningún lugar a donde poder escapar. Las peores noticias estaban por llegar. El asesinato de Quinto Sertorio, que había estado liderando una rebelión en Hispania, permitió al Senado romano retirar a Pompeyo de esa provincia. Y para estar seguros también retiraron a Marco Terencio Varrón Luculus, de Macedonia. El Estado romano que al principio demostró un desprecio absoluto hacia los esclavos ahora concentraba todas sus fuerzas contra ellos.
Parece que después de una pequeña escaramuza Espartaco había crucificado a un prisionero romano. Los propagandistas romanos citaron este hecho como una prueba de la "naturaleza bárbara y cruel" de los rebeldes. Sin embargo, la crucifixión era el castigo normal para los esclavos. Toda la historia demuestra que los dominadores, no los esclavos, son los que muestran la crueldad más bárbara. Puede que fuera un acto calculado de desafío, ya que la crucifixión era un método particularmente cruel y degradante de ejecución no utilizado normalmente contra los romanos. Con este acto Espartaco decía a sus enemigos: ustedes piensan que las vidas de los esclavos son baratas, pero les haremos pagar muy caros vuestros actos. Este relato, como todos los demás publicados por los romanos, pretendía justificar su represión sangrienta de los esclavos. Pero realmente no necesitaban ninguna excusa para hacer lo que estaban decididos a hacer. ¡Debían dar una lección a estos esclavos que nadie olvidaría jamás!
El exceso de confianza jugó un papel en la derrota de la insurrección, como explica Plutarco:
"Retirábase Espartaco, después de la derrota de éstos, hacia los montes Petilinos; Quinto y Escrofa, legado el uno y cuestor el otro de Craso, lo perseguían muy de cerca; mas volviendo contra ellos, fue grande la fuga de los Romanos, que con dificultad pudieron salvar, malherido, al cuestor. Este pequeño triunfo fue justamente el que perdió a Espartaco, porque inspiró osadía a los esclavos, los cuales ya se desdeñaban de batirse en retirada y no querían obedecer a los jefes, sino que, poniéndoles las armas al pecho cuando ya estaban en camino, los obligaron a volver atrás y a conducirlos por la Lucania contra los Romanos, obrando en esto muy a medida de los deseos de Craso". (Ibíd.,)
El siempre cauteloso Craso no quería una batalla inmediata con enemigos cuya fuerza, coraje e iniciativa habían derrotado en muchas ocasiones a los romanos. En lugar de atacar ordenó a sus tropas construir un muro a través del istmo, en un intento de matar de hambre a los esclavos y obligarlos a la sumisión. Toda la destreza tecnológica de Roma se reunió para derrotar a los esclavos. En palabras de Plutarco:
"La obra era grande y difícil, pero, contra toda esperanza, la acabó y completó en muy poco tiempo, abriendo de mar a mar, por medio del estrecho, un foso que tenía de largo trescientos estadios, y de ancho y profundo, quince pies; sobre el foso construyó un muro de maravillosa altura y espesor". (Ibíd.,) Con la construcción de este muro conseguía dos objetivos: alejar a sus soldados del ocio desmoralizador y negar al enemigo alimentos y forraje.
Todo este esfuerzo, sin embargo, fue en vano. A pesar de estas espantosas ventajas, Espartaco de nuevo mostró una extraordinaria gama de tácticas. En una noche tormentosa, en medio de una tormenta de nieve, Espartaco ordenó a sus seguidores llenar parte de la zanja con tierra y ramas de árboles, el último estallido de energía antes del colapso final de la revuelta. Con este atrevido golpe consiguió romper las líneas de Craso y escapar hacia Brundisium (ahora Brindisi), donde estaba acampado el ejército de Lúculo.
Cuando vio que Espartaco se había escapado, Craso quedó aterrorizado ante la posibilidad de que el ejército esclavo se encaminase directamente a Roma. En realidad, esa era probablemente la mejor opción para él, en realidad la única: arriesgar todo en un último golpe desesperado a la cabeza del enemigo. Pero fue imposible debido a nuevas divisiones en las filas de los esclavos. De nuevo, parte del ejército de Espartaco se amotinó, abandonó a su comandante y estableció un campamento sobre el lago Lucano. Otra vez la falta de unidad tuvo consecuencias desastrosas. Craso cayó sobre los esclavos disidentes y los atacó en el lago. Los habría masacrado de no ser porque de repente apareció Espartaco, aglutinando a las tropas y preparados para luchar.
La batalla final
A pesar de este revés, Craso tenía claro que los esclavos estaban en una situación difícil. Sentía que la victoria estaba a su alcance y Craso comenzó a arrepentirse de su prematura acción de escribir al Senado para sacar a Lúculo de Tracia y a Pompeyo de España. Como un político típico de ese período, veía la guerra como una manera de ganar el prestigio y la gloria que le ayudarían a lograr un alto puesto en el Estado, como hizo efectivamente más tarde Julio César. Si los otros generales llegaban en el último momento, antes de la batalla decisiva, parecería que ellos y no Craso habían ganado la guerra. Eso es lo que ocurrió. Craso ganó la batalla decisiva contra Espartaco pero Pompeyo se llevó toda la gloria.
Por tanto, Craso estaba ansioso por entrar lo antes posible en la batalla:
"Ya había noticias de que se acercaba Pompeyo, y no pocos hacían correr en los comicios la voz de que aquella victoria le estaba reservada, pues lo mismo sería llegar que dar una batalla y poner fin a aquella guerra. Dándose, por tanto, prisa para combatir Craso acampó al lado de los enemigos e hizo abrir un foso, que fue asaltado por los esclavos que atacaron a sus edificadores". (Ibíd.,)
Craso tenía fuerzas superiores y estaban preparadas para combatir la batalla decisiva. Interceptó al ejército de Espartaco y acampó muy cerca del enemigo en lo que se trataba una provocación obvia para que los esclavos lucharan. Los esclavos estaban obligados a atacar. Espartaco al ver que de todas partes llegaban refuerzos frescos, comprendió que no había ninguna posibilidad de evitar la batalla. Cada momento que pasaba significaba el fortalecimiento del hueste romano. Cuando observó que al campamento romano llegaban suministros frescos de cada zona, Espartaco tuvo que dar todo en un último esfuerzo sobre humano. Carlos Marx más tarde utilizó las siguientes palabras para describir la heroica insurrección de la Comuna de París, los esclavos decidieron "tomar el cielo por asalto". Por tanto, reunió a su ejército y se esforzó en elevar el espíritu de lucha para la batalla que se avecinaba.
Sólo podemos imaginarnos su estado mental en este momento fatídico, cuando todo el destino de la rebelión descansaba sobre el resultado de la última batalla. Mostrando las extraordinarias cualidades de un gran comandante, tranquilamente preparó a su ejército para la orden de luchar. Lo que siguió después es uno de los hechos más conmovedores de la historia. Cuando su caballo estaba ante él, Espartaco sacó su espada y lo mató frente a su ejército de esclavos diciendo: "Si ganamos tendremos muchos y mejores caballos del enemigo, y si perdemos no necesitaremos ninguno". Con este acto Espartaco no sólo mostraba un gran coraje personal sino también un desprecio total por su seguridad personal, pero también lanzó un mensaje contundente a los esclavos: ganamos esta batalla o morimos.
Los esclavos lucharon por última vez con un valor desesperado, incluso los historiadores romanos tienen que admitirlo. Pero el resultado de esta batalla nunca estuvo en duda. Según las fuentes romanas, Espartaco se abrió paso a través de la masa de hombres combatiendo y se dirigió directamente al mismo Craso. En medio de una lluvia mortal de golpes y cubierto de heridas, no alcanzó su objetivo, pero asesinó a dos centuriones que cayeron ante él. Finalmente, abandonado por aquellos que estaban con él, cayó sobre el terreno y rodeado por el enemigo, valientemente se defendió y fue cortado a pedazos. El historiador romano Apio describe la escena de la siguiente manera:
"Espartaco fue herido en el muslo con un arpón y hundió su rodilla, manteniendo su escudo frente a él y protegiéndose así contra sus agresores hasta que él y la gran masa de los que estaban con él fueron rodeados y asesinados". (Apio. Las guerras civiles).
Después de la batalla, los legionarios encontraron y rescataron en su campamento a 3.000 prisioneros romanos, todos ellos estaban ilesos. Este trato civilizado a los prisioneros romanos contrasta profundamente con el destino sufrido por los seguidores de Espartaco. Craso crucificó a 6.000 esclavos a lo largo de la Vía Apia entre Capua y Roma, una distancia de unos 200 kilómetros. Sus cadáveres quedaron alineados a lo largo del camino desde Brundisium a Roma. Como Craso nunca dio la orden de quitar los cadáveres, años después de la batalla final todo aquel que viajaba por ese camino se encontraba con este macabro espectáculo.
Unos 5.000 esclavos escaparon. Estos restos dispersos del ejército esclavo huyeron al norte y fueron interceptados por Pompeyo en las orillas del río Silarus en Lucania cuando regresaba de la Iberia romana. Los esclavos, que en ese momento ya estaban agotados por todos sus esfuerzos, se enfrentaron con las legiones frescas, bien entrenadas y confiadas del general romano más importante. Los masacró y más tarde utilizó la matanza de una banda de esclavos desanimados y agotados por la huida como un pretexto para presentarse como aquél que puso fin a la guerra esclava.
Pompeyo escribió inmediatamente una carta al Senado pretendiendo que, aunque Craso había derrotado a los esclavos en una batalla campal, él (Pompeyo) había terminado con la guerra. Consiguientemente, Pompeyo fue honrado por un magnífico triunfo por su conquista de Sertorius e Hispania, mientras que a Craso se le negaba el honor del triunfo que tan ardientemente deseaba. En su lugar, tuvo que aceptar un honor menor, recibió una ovación. De esta manera fue Pompeyo "el grande" quién fue recibido como un héroe en Roma, mientras que Craso, para su desazón, no recibió ningún crédito ni gloria por salvar a la República de Espartaco.
Esta ingratitud nos dice algo sobre la psicología de la clase dominante romana propietaria de esclavos. Estos adinerados sinvergüenzas e hipócritas nunca podían admitir que en Espartaco habían encontrado a un enemigo que les hizo temblar. Los nobles senadores olvidaron de manera conveniente el terror que el nombre de Espartaco provocaba en sus corazones sólo unos meses antes. ¿Cómo una guerra contra un ejército esclavo se merecía los honores de un triunfo?
Desesperado por ganar el triunfo militar que el Senado le había negado, Craso de nuevo intentó conseguir la gloria en Asia, donde se encontró con una muerte bien merecida en unas circunstancias ignominiosas. El propio Pompeyo fue asesinado después en Egipto después de su derrota en la guerra civil contra César. Se podría llegar a la conclusión de que después de todo en la historia existe algo de justicia. Los nombres de estos hombres hoy están medio olvidados, mientras que el nombre de Espartaco es honrado y su memoria es apreciada en los corazones de millones.
Mito y realidad
La leyenda de Espartaco vivió mucho tiempo después de su muerte. Para los romanos, la historia de la revuelta esclava fue una advertencia terrible: sugería que una sociedad construida sobre las espaldas de los esclavos y que sometía a pueblos enteros un día podía ser derrocada por ellos. Cuatro siglos después, eso fue lo que ocurrió exactamente y Roma cayó ante los bárbaros. La memoria de Espartaco vive como un símbolo del poder de las masas oprimidas a la hora de enfrentarse a sus opresores. Mantiene toda su fuerza y es una inspiración para todos aquellos que luchan por sus derechos.
No es casualidad que durante la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht adoptaran el nombre del revolucionario romano cuando lanzaron la Liga Espartaquista. Carlos Marx también fue un gran admirador de Espartaco. Marx decía que Espartaco era su héroe, citándolo como el "mejor compañero que la antigüedad podía ofrecer". En una carta a Engels fechada el 27 de febrero de 1861, Marx dice que estaba leyendo sobre Espartaco en las Guerras Civiles de Roma escritas por Apio: "Espartaco... gran general... carácter noble, verdadero representante del antiguo proletariado. Pompeyo verdadera escoria [...]". (Marx y Engels. Obras Completas. Vol. 41. p. 265. En la edición inglesa). Cualquiera que tenga incluso un conocimiento superficial de la historia tendrá difícil estar en desacuerdo con esta afirmación.
La figura de Espartaco, y su gran rebelión, se ha convertido en una inspiración para mucha literatura y escritores políticos modernos. Howard Fast escribió una famosa novela sobre la insurrección. Stanley Kubrick adaptó más tarde la novela de Howard Fast para hacer su excepcional película Espartaco (1960). En su libro Espartaco, F. A. Ridley es desdeñoso tanto con Kubrick como con Fast, pero es injusto en ambos casos. Ese es sólo otro triste ejemplo de cómo una interpretación estrecha y mecánica del marxismo siempre es incapaz de ver el bosque a causa de los árboles.
Fast no intentaba escribir un libro de historia sino una novela histórica, así que podía permitirse ciertas libertades, la novela recrea muy bien el espíritu del tema. Esto no es historia, sino el mejor tipo de novela histórica que representa acontecimientos reales de una manera imaginativa, sin partir seriamente del registro histórico. Por supuesto, hay algunas cosas que no son históricas, especialmente en la película. Contrariamente a la famosa secuencia en la que los supervivientes de la batalla nunca se les pide que identifiquen a Espartaco, porque él había muerto en el campo de batalla.
Pero debemos tener en mente que se trata de una obra de arte y como tal tiene derecho a cierta libertad a la hora de representar acontecimientos históricos de una manera dramática. Más importante, una obra de arte puede representar una verdad profunda cuando toma como punto de partida el estricto registro histórico de acontecimientos. Esta dramática escena, cuando uno a uno los esclavos se levantan para desafiar a sus amos, cada uno diciendo: "Yo soy Espartaco", en realidad contiene una verdad profunda que es aplicable no sólo a la rebelión de Espartaco sino a cada rebelión de un pueblo oprimido a lo largo de la historia. Pero la fuerza de Espartaco era precisamente el hecho de que en su persona encarnaba las esperanzas y aspiraciones de las masas de esclavos que deseaban la libertad. Y dentro de cada una de estas rebeliones de esclavos se puede decir que contenía una pequeña partícula de Espartaco. En cuanto a la escena de la posterior crucifixión en masa, es acertada históricamente.
¿Lo poco que sabemos de este gran hombre fue lo que escribieron sus enemigos sobre él? ¿Qué sabemos? Conocemos lo suficiente para deducir que Espartaco era un comandante brillante y tenía un genio para la táctica en el campo de batalla. Probablemente, fue el general más grande de toda la antigüedad. Pero probablemente, como lo presentan la novela y la película, no fue el líder revolucionario de una fuerza de combate disciplinada. Si poseía una estrategia política claramente definida no lo sabemos. La poca unidad de su ejército, excepto el objetivo de la continua supervivencia, y al final, la disidencia interna y la total confusión sellaron su destino tan seguramente como las fuerzas superiores de Roma.
¿Fue Espartaco un precursor temprano del comunismo? En su novela, Howard Fast pone las siguientes palabras en boca del líder esclavo: "Cualquier cosa que tomemos, la tenemos en común, ningún hombre poseerá nada excepto sus armas y vestimentas. Será igual que en los viejos tiempos". De dónde sacó Fast la idea no lo sabemos, pero no es imposible que en aquella época existiera algún tipo de comunismo primitivo o ideas igualitarias, de la misma manera que más tarde surgieron entre los primeros cristianos.
Es posible que las corrientes utópicas y comunistas estuvieran presentes en la gran revuelta esclava del año 71 a. C, basadas en las oscuras memorias de un remoto pasado cuando los hombres eran iguales y la propiedad era una posesión común. Pero si ese fuera el caso, habría sido una visión atrasada más que progresista, y se habría manifestado como un comunismo de consumo ("compartición igual") y no producción colectiva.
En las condiciones concretas, esa opción no habría hecho avanzar a la sociedad, sino que habría retrocedido. El comunismo real (una sociedad sin clases) no se puede construir sobre la base del atraso y la austeridad. Supone un alto desarrollo de las fuerzas productivas, tal que permita a hombres y mujeres liberarse de la carga de trabajo y dispongan del tiempo necesario para desarrollar todo su potencial humano. Estas condiciones no existían en tiempos de Espartaco.
¿Qué habría sucedido si hubiesen ganado los esclavos? De haber conseguido derrocar al Estado romano, el curso de la historia se habría alterado de manera significativa. Por supuesto, no es posible decir con exactitud cuál habría sido el resultado. Probablemente habrían liberado a los esclavos, aunque esto no se puede dar por sentado. Incluso si eso hubiera sucedido, dado el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, la tendencia general sólo podría haber sido en dirección a algún tipo de feudalismo.
Varios siglos después eso comenzó a ocurrir bajo el Imperio, cuando la economía esclavista alcanzó sus límites y entró en crisis. Los esclavos fueron "liberados" pero atados a la tierra como siervos (colonii). Si eso hubiera ocurrido antes, probablemente ese desarrollo cultural y económico se habría dado más rápidamente y la humanidad podría haberse ahorrado los horrores de la Edad Media.
Sin embargo, eso es sólo especulación. La realidad es que la sublevación no triunfó y no podía hacerlo por varias razones. Marx y Engels en El Manifiesto Comunista explicaron que la historia de todas las sociedades existentes es la historia de las luchas de clases:
"Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes".
El destino del Imperio Romano fue un ejemplo notorio de la segunda variante. La razón básica por la que fracasó Espartaco al final fue el hecho de que los esclavos no se vincularon con el proletariado de las ciudades. En la medida que éste ultimo continuo apoyando al Estado, la victoria de los esclavos era imposible. Pero el proletariado romano, a diferencia del proletariado moderno, no era una clase productiva. Era una clase principalmente parasitaria, vivía del trabajo de los esclavos y dependía de sus amos.
El fracaso de la revolución romana está arraigado en este hecho. El resultado final fue el colapso de la República y el nacimiento de una tiranía monstruosa bajo el Imperio, que llevó a un prolongado periodo de decadencia interna, declive social y económico, y finalmente al colapso en la barbarie.
El espectáculo del sector de la población más explotado con las armas en la mano e infligiendo una derrota tras otra a los ejércitos de la potencia más grande del mundo es uno de los acontecimientos más asombrosos y conmovedores de la historia. Pero esta página gloriosa de la historia nunca se olvidará en la medida que los hombres y las mujeres estén motivados por el amor a la verdad y la justicia. Los ecos de esta titánica insurrección reverberaron durante siglos y aún son una fuente de inspiración para todos aquellos que hoy continúan luchando por un mundo mejor.
|
|
|
Réponse |
Message 12 de 32 de ce thème |
|
Quienquiera que no esté de acuerdo con lo que aquí traigo puede exponer sus razones y traer las citas que consideren necesarias y de ese modo intercambiaríamos opiniones ... estoy exponiendo lo que considero , para mí , es verdad ...Cualquiera podría decir que no existió por ej. Espartaco .... o que no hubo esclavitud .... etc ...Este mi trabajo es solo para dar a Kales una idea somera de lo que ella quiere .... pero no me voy a extender .....Tu, Lucía , puedes traer otro u otros enfoques que quieras sobre la historia y si veo que alguno de ellos, tiene razón no tendría inconveniente en aceptarlo .
Debo dejar bien en claro que no pretendo adoctrinar a nadie ... escribo esto solo para Kales y si a alguien más le sirve ...mejor todavía .- |
|
|
Réponse |
Message 13 de 32 de ce thème |
|
Para contestar esta pregunta tuya , Lucía, fue que me vi en la necesidad de extenderme en la cuestión de las clases dominantes , dueñas de los medios de comunicación ..de los medios de producción ....del dinero para pagar a los historiadores de su época etc etc ....pero no voy a escribir un tratado con todas las teorías sobre la historia porque no tengo ni la capacidad ... ni el tiempo .... ni la edad ...ya que ello llevaría años ... y además tengo otras cosas más vitales para hacer ... debes comprenderlo .... gracias .-
Rubén, tengo una pregunta que sería interesante depronto entrar a debatir, y es esta.¿Quién escrible la historia?..
obvio que un historiador, pero qué clase de historiador? Dicho de otra forma, qué intereses podría tener el historiador? Y sabes por qué me surge esta inquietud a propósito de la historia? Siempre nos hicieron creer por ejemplo que América fue descubierta, que Bolívar fue un héroe,y entonces se pregunta uno, quien es un héroe? en fin...por citar solo estos dos casos...Aquí le dejo la palabra a los historiadores y como veo que a tí Rubén te interesa este tema, podrías al respecto brindar muchas claridades.
Mil gracias.
Lucí@ | |
|
|
Réponse |
Message 14 de 32 de ce thème |
|
EL TEMA HA DE SER MUY INTERESANTE, PERO CONFIESO QUE NO PUEDO LEER TANTO...
LA HISTORIA SOLO ME GUSTO A GRANDES ZANCADAS, NO ME INTERESO EL DIA QUE DESCUBRI QUE EN DISTINTOS LIBROS LA HISTORIA ERA DISTINTA, Y EN ESA EPOCA ERA MUY CHICA, IBA A LA ESCUELA PRIMARIA, DESDE ALLI YA NO ME GUSTO...ASI DE SIMPLE...
LEO |
|
|
Réponse |
Message 15 de 32 de ce thème |
|
Seguro Leo que a muchos no les gustó el tema de las lenguas indígenas que trajo Lucía y no lo leyeron ...pero le gustó a Kalessas y descubrí que es historiadora y fué por ella que me interesé en algunas cosas que se alargaron con las preguntas de Lucía , quien ha dado muestras de que también le gustan ....
A mi me pasa últimamente lo que a ti te pasa con la lectura ... y es que ya no leo cualquier libro que caiga a mis manos , como hacía antes ... ahora tiene que ser un libro muy bueno para gastar tiempo en leerlo .- |
|
|
Réponse |
Message 16 de 32 de ce thème |
|
De: LuchoG |
Envoyé: 06/10/2014 13:51 |
Muy interesante el tema.
Pero me parece muy válida la inquietud de Lucy. Para mí, la historia aún hoy se escribe mucha de ella, a manera de comité de aplausos, por no decir autobiografías.
Y cuando es aproximada o certera, ha sido interpretada y hasta malformada, como la BIBLIA, manipulada por papas y "religiosos" para su propio interés de tipo político, económico y social.
|
|
|
Réponse |
Message 17 de 32 de ce thème |
|
LOS HISTORIADORES MÁS FAMOSOS DE LA ANTIGUEDAD
Mabel A respondida hace 6 años
En el siguiente ensayo, haré referencia a los tres primeros historiadores conocidos en el mundo y sus obras: Herodoto, con Los Nueve libros de la Historia; Tucídides, con La Historia de la Guerra del Peloponeso y, por último, Jenofonte, con su República de los Lacedemonios. Tratare de mostrar aquí quienes eran cada uno de estos autores, cuál era su estilo para escribir, cómo estructuraron sus obras, qué resaltan en sus relatos, cuál era el concepto de historia en cada uno de ellos, para quién escribieron y qué importancia tienen ellos en nuestro estudio. El primer historiador fué Heródoto o Herodoto (484-425 a.C.), historiador griego, pertenecía a una familia ilustre, es reconocido por muchos como el padre de la historia, aunque se conoce que Hecateo escribió algo antes que él. Nació en Halicarnaso (actual Bodrum, en Turquía), de donde se cree que estuvo exiliado hacia el 457 a.C. por conspirar contra el gobierno de la ciudad, favorable a los persas. Probablemente fue directamente a Samos, desde donde viajó por Asia Menor, Babilonia, Egipto y Grecia. La dirección y extensión de sus viajes no se conocen con exactitud, pero le proporcionaron valiosos conocimientos de primera mano de casi todo el antiguo Oriente Próximo. Hacia el 447 a.C. llegó a Atenas, entonces el centro cultural del mundo griego, donde obtuvo la admiración de los hombres más distinguidos, incluido el gran político ateniense Pericles. En el 443 a.C. Herodoto se instaló en la colonia griega de Turios (Thurioi), fundada en el sur de Italia por iniciativa de aquél. Se dedicó el resto de su vida a completar su gran obra, conocida como Historias, cuyo título deriva de la palabra griega historia (‘investigación’, ‘búsqueda’), que fueron divididas posteriormente en nueve libros, nombrados en honor a nueve diosas. El escritor romano del siglo I a.C. Marco Tulio Cicerón calificó a Herodoto de “padre de la historia”. Posterior a Herodoto, estudiamos a Tucídides (c. 460-c. 400 a.C.), quien tuvo influencia de aquel ya que lo escuchaba en las ágoras. Historiador griego, conocido por su Historia de la guerra del Peloponeso, un conflicto en el que participó. Es considerado uno de los creadores de la ciencia histórica y es todavía una destacada figura de la historiografía. Su preocupación por la objetividad ejerció gran influencia sobre los historiadores grecorromanos más antiguos, como Polibio y Dión Casio. Nacido en Atenas, era hijo de un aristócrata ateniense. Cuando estalló la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, en el 431 a.C., Tucídides reconoció su importancia histórica y pensó describir su desarrollo y sus consecuencias. En el 424 a.C. le nombraron comandante de la flota ateniense cercana a la costa de Tracia, pero no llegó a tiempo para evitar la captura de Anfípolis, que cayó bajo el poder espartano de Brásidas. Por ello se le exilió y pasó los siguientes veinte años en el extranjero; regresó en el 404 a.C. al final de la guerra. Tucídides sólo escribió esta historia, que quedó incompleta ya que murió antes de acabarla. Por último, Jenofonte (c. 430-c. 355 a.C.), historiador, militar y filósofo griego, sus trabajos contribuyen en gran medida al conocimiento de los altibajos de Grecia y Persia durante siglo IV a.C. Nació en Atenas, hijo de un caballero ateniense, fue discípulo de Sócrates. En el 401 a.C. se alistó en un ejército de mercenarios griegos al servicio de Ciro el Joven, príncipe de Persia, y tomó parte en la campaña contra el hermano de éste, el rey Artajerjes II. Tras la muerte de Ciro, en la batalla de Cunaxa, los oficiales al mando de los mercenarios griegos fueron asesinados a traición por el astuto persa Tisafernes. |
|
|
Premier
Précédent
3 a 17 de 32
Suivant
Dernier
|