Tortugas marinas recién nacidas dando sus primeros pasos por la playa hacia el mar, eso es lo que estaban observando con emoción las personas de las fotos de la entrada anterior.
El momento es realmente emocionante y hermoso. Pudimos observarlo en un pequeño pueblo del norte de Bahía (Brasil) llamado Praia do Forte.
Praia do Forte es una aldea de pescadores que, desde hace no muchos años, atrae a los turistas debido a sus playas paradisíacas, su cocina con bichos del mar y a que se encuentra en un entorno magnífico, pegado a la Floresta de Sapiranga, una reserva tropical de mata atlántica.
Otra de las razones por la que los turistas se acercan aquí es porque hay un centro del Proyecto TAMAR (el nombre viene de TArtarugas MARiñas), que se dedica a la conservación de las amenazadas tortugas marinas.
En las playas de los alrededores de este pueblo entierran sus huevos nada menos que cuatro especies de tortugas marinas, todas ellas amenazadas por este mundo loco que tenemos.
Unas 11 semanas después de la puesta, nacen las minúsculas tortugas (los animales adultos miden casi un metro de largo y pesan más de 100 Kg), que se abren paso a través de la arena que las cubría, hasta salir a la superficie de la playa. Una vez arriba, corretean como pueden hacia el inmenso océano que las espera con las olas abiertas.
Durante el período en que los huevos están enterrados en la arena, algunos de los nidos corren un riesgo importante de destrucción por las actividades humanas. El personal del Proyecto Tamar detecta los nidos más expuestos y los transplanta a su centro de Praia do Forte. Cuando nacen las pequeñas tortugas, las depositan de nuevo sobre la arena de la playa y ahí quedan abandonadas a su suerte.
Nosotros llegamos a este pueblo en el momento en que algunas tortuguitas estaban naciendo como champiñones, en concreto tortuga cabezona (Caretta caretta), por lo que pudimos ver ese momento emocionante en que se encuentran cara a cara por primera vez con el inmenso océano. Aunque algunas de ellas, la primera cara que ven, realmente, es la de los seres humanos.
A los pocos segundos de salir de debajo de la arena, las pequeñas tortugas son depositadas sobre la arena de la playa y ahí comienzan a correr hacia el mar. La escena es muy emocionante.
Delante tienen un océano enorme que las recibe a “olazos”. El primer encuentro a veces no es muy suave y los pequeños bichos se llevan un buen revolcón, como pasa con los dos individuos de las derecha de la siguiente foto…
Con todo, al poco tiempo las tortugas ya están flotando y nadando en el mar…
Y unos instantes después desaparecen entre las olas, nadando hacia la inmensidad del Océano Atlántico.
Su vida no será fácil. De cada 1000 tortuguitas, solo 1 llegará a convertirse en adulta, y ahí tendrá que sobrevivir no solo a sus enemigos naturales, sino a las redes de los barcos de pesca y otras lindezas humanas.